Abrir el apetito
"En casa, nuestra madre recurr¨ªa a la solidaridad con los ni?os del Tercer Mundo que pasaban hambre cuando no quer¨ªamos comer", cuenta divertida Cristina H., que ahora tiene 26 a?os. Las amenazas han variado con las generaciones: "Come, que si no te quedar¨¢s enano como Garbancito..."; "tirar la comida es pecado..."; "te pondremos inyecciones de h¨ªgado...".Las amenazas pueden ser una simple reconvenci¨®n y no pasar a mayores. Pero, cuando un ni?o muestra una inapetencia prolongada, son precisamente lo que no hay que hacer. "Muchas anorexias empiezan porque el peque?o come mal unos d¨ªas y la madre empieza a darle mucha importancia y a forzar al ni?o", asegura Javier San Sebasti¨¢n, psiquiatra infantil en el hospital Ram¨®n y Cajal.
Algo fundamental para estimular una buena relaci¨®n con la comida es la actitud de los propios adultos: una madre que haga ascos ante determinados alimentos, que coma mal o tenga caprichos, no puede extra?arse de que sus hijos muestren los mismos defectos.
Cuando los ni?os se dan cuenta de la importancia que tiene el que coman pueden tambi¨¦n convertirlo en un chantaje o en una forma de atraer la atenci¨®n de toda la familia: alrededor de su silla se forma un enjambre de adultos, que esgrimen todo tipo de trucos y de objetos para que el peque?o absorba la pr¨®xima cucharada. "Lo fundamental, en cualquier caso", explica Antonio Oliver, "es vigilar que la relaci¨®n talla-peso del ni?o sea la correcta". Los estimulantes del apetito pueden constituir una ayuda eficaz, en ocasiones, pero est¨¢n desaconsejados por los m¨¦dicos en ni?os muy peque?os.
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