La trama b¨²Igara
Con el Gobierno en manos de los comunistas, la v¨ªa lenta de cambio puede imponerse
Envuelta en una crisis pol¨ªtica casi permanente, Bulgaria vive un periodo de transici¨®n del comunismo a la econom¨ªa de mercado especialmente duro. Durante el a?o 1992, el segundo del plan de estabilizaci¨®n, la ca¨ªda del producto nacional bruto, el descenso del empleo y la inflaci¨®n han sido los protagonistas de la econom¨ªa, mientras se dilata la puesta en vigor de la privatizaci¨®n en gran escala. Poco m¨¢s de un a?o despu¨¦s de las segundas elecciones democr¨¢ticas en Bulgaria, la situaci¨®n pol¨ªtica ha dado un vuelco de 180 grados. Los ex comunistas vuelven al Gobierno en una alianza contra natura con el Movimiento por los Derechos y las Libertades, representante de la minor¨ªa turca.
Ning¨²n observador pol¨ªtico concede al nuevo Gobierno b¨²lgaro una larga posibilidad de vida: fueron los comunistas, los mismos que hoy se presentan con. las siglas de Partido Socialista B¨²lgaro, quienes forzaron al exilio a m¨¢s de 300.000 miembros de la minor¨ªa turca en 1989, meses antes de que cayera como un domin¨® el sistema comunista en toda la Europa central y del Este.Tras la ca¨ªda del Gobierno de Filip Dimitrov, que perdi¨® una moci¨®n de confianza a finales de octubre de 1992, se advierten tres poderosos fen¨®menos: el primero, la inestabilidad social creada por el desmantelamiento del antiguo r¨¦gimen, que ha llevado a sus extremos la obvia discusi¨®n entre los modelos de cambio r¨¢pido (estilo h¨²ngaro) y cambio lento con protecci¨®n social; el. segundo, la resistencia del complejo militar-industrial a su desmantelamiento, fen¨®meno que est¨¢ ligado a su vez a la defensa por los comunistas de su patrimonio, y el tercero, la situaci¨®n internacional, que se concentra en la pol¨ªtica hacia Macedonia, uno de los Estados surgidos de la desmembraci¨®n de la antigua Yugoslavia.
En 1991 y 1992, bajo los auspicios del Fondo Monetario Internacional, el Gobierno b¨²lgaro puso en marcha un duro plan de estabilizaci¨®n que enmarca el proceso de transici¨®n a la econom¨ªa de mercado. Control monetario, puesta en vigor de medidas fiscales, desregulaci¨®n de precios de art¨ªculos b¨¢sicos, apertura de los mercados exteriores... Un c¨²mulo de medidas que supusieron traumas sociales evidentes.
Sin embargo, la penuria no fue provocada por la llegada. de la democracia. Quiz¨¢, aunque no de manera autom¨¢tica, fuera al contrario. Bulgaria ten¨ªa una econom¨ªa marcada por el lugar que la antigua URSS le hab¨ªa. reservado en el sistema. El peor de los lugares, probablemente, porque era la econom¨ªa m¨¢s integrada: un 85% del comercio exterior se realizaba con la URSS y el CAME. La simple subida de los precios de los productos petrol¨ªferos por Rusia destroz¨® la econom¨ªa b¨²lgara.
Venta de armas
A estos factores se sum¨® el final de la guerra fr¨ªa. Lo que supuso que la primera industria exportadora b¨²lgara, la de armamento, bajara en s¨®lo dos a?os un 35% de sus exportaciones. En 1991, a esta baja hubo que a?adirle un 25% de baja suplementaria. Aun as¨ª, el 30% de las exportaciones b¨²lgaras ese a?o fueron en armamento.
Lo que hab¨ªa quebrado no era el r¨¦gimen pol¨ªtico, sino el sistema econ¨®mico que ese r¨¦gimen pol¨ªtico hab¨ªa impuesto. Los comunistas siguieron gobernando durante algunos meses con el benepl¨¢cito de una mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Incluso en 1991, en octubre, no se produjo en Bulgaria como en el resto de los pa¨ªses de la zona el fen¨®meno de la desaparici¨®n o marginaci¨®n comunista. La Uni¨®n de Fuerzas Democr¨¢ticas obtuvo la victoria por un m¨ªnimo margen y s¨®lo pudo gobernar gracias al apoyo inestable de la minor¨ªa turca.
La actitud ante los rusos es tambi¨¦n un elemento de distinci¨®n: para los b¨²lgaros, Rusia no es una potencia imperialista, sino una naci¨®n que actu¨® con generosidad hacia ellos en el pasado.
Pero no s¨®lo a la historia se debe el resurgir de los antiguos comunistas hoy rebautizados socialistas, sino a un debate profundo que envuelve a todos los pa¨ªses de la zona: el de la forma en que la transici¨®n ha de ser llevada.
Reconversi¨®n industrial
El Gobierno democr¨¢tico de Filip Dimitrov se enfrent¨® a una respuesta social de gran envergadura. Huelgas de mineros, huelgas de poblaciones enteras que afrontaban la posibilidad del desmantelamiento industrial y que no ve¨ªan la viabilidad de una reconversi¨®n industrial factible. El Gobierno de Dimitrov, con un fr¨¢gil apoyo popular y pol¨ªtico, fue en todo caso capaz de comenzar la estabilizaci¨®n. Los resultados han sido duros en el aspecto negativo, pero tambi¨¦n hay aspectos positivos.
La inflaci¨®n en 1992 se calcula en un 100%, menos de la quinta parte que en 1991; la baja del producto nacional bruto, del 16,5%, frente al 23% del a?o anterior. El desempleo ha llegado a casi el 14%. La deuda externa, que alcanza los 10.000 millones de d¨®lares (el 85% con la banca privada), no ha sido apenas me jorada. En positivo, los expertos se?alan que las exportaciones e importaciones comienzan a al canzar el desequilibrio (lo cual indica que lo m¨¢s duro del choque se ha superado), y se abren mejores perspectivas para la re estructuraci¨®n de la deuda.
Ahora, con el Gobierno en manos de los comunistas, las tesis de una v¨ªa lenta de transformaci¨®n pueden imponerse. Pero la realidad va a jugar en su contra, porque no continuar con la reestructuraci¨®n de la econom¨ªa supone agravar los problemas de la industria y del campo.
En primer lugar, por el ya inevitable marco internacional: la negociaci¨®n de la deuda es imposible sin ce?irse a los planes de austeridad exigidos por el FMI. Pero adem¨¢s porque la entrada de capital exterior (que ha sido m¨ªnima hasta el momento) exige de unas normas del juego claras, entre las cuales no es la menor la privatizaci¨®n de las empresas, pr¨¢cticamente en manos del Estado hasta el momento.
La privatizaci¨®n se ha producido de forma apreciable en s¨®lo dos terrenos: la creaci¨®n de nuevas peque?as empresas, que han llenado de peque?os chiringuitos las ciudades, y el campo, donde el principal problema ha sido encontrar a los antiguos propietarios de las tierras.
Sin embargo, los grandes centros industriales siguen sin comenzar el proceso que los entregue en manos privadas. Entrega, que no reconversi¨®n, porque Bulgaria hasta despu¨¦s de la II Guerra Mundial era un pa¨ªs sin apenas producci¨®n industrial ni experiencia en este terreno. Hasta noviembre del pasado a?o, el Gobierno manten¨ªa que 1993 iba a ser el a?o de la privatizaci¨®n, pero top¨® con el poder¨ªo del antiguo aparato militar industrial, hoy reconvertido en grupo de presi¨®n que obtiene el apoyo de los sindicatos, que temen una masiva destrucci¨®n de puestos de trabajo. Para obtener su victoria electoral, los comunistas han debido ofrecer garant¨ªas a los sindicatos de que el proceso no va a ser violento. Defienden as¨ª sus intereses y adem¨¢s responden a las exigencias de sus electores.
Para Bisser Slaskov, del Ministerio de Finanzas, las primeras medidas de estabilizaci¨®n dieron un resultado positivo, y la continuaci¨®n del plan, con la liberalizaci¨®n completa del mercado de divisas, la eliminaci¨®n de los precios controlados y, sobre todo, la eliminaci¨®n de los subsidios, provocar¨¢ una conflictividad social inevitable: "Hab¨ªa con el comunismo una sensaci¨®n ficticia de igualdad que costar¨¢ muchos a?os erradicar". Los comunistas tendr¨¢n que hacer frente ahora a esa psicolog¨ªa nacional fruto de 40 a?os de comunismo. Como tendr¨¢n que hacer frente a la creaci¨®n de una econom¨ªa de mercado en todos los ¨¢mbitos. Una cruel paradoja. Bulgaria es un pa¨ªs donde no existen los bancos, donde no se utilizan talones ni tarjetas de cr¨¦dito y donde la inseguridad callejera hace que el sacar dinero para hacer el pago de las n¨®minas se convierta en una tortura para los empresarios.
Un empresario espa?ol que prefiere no desvelar su identidad afirma que los h¨¦roes en Bulgaria, los modelos para algunas capas sociales, son los fuera de la ley de Sicilia. En las fronteras de Macedonia, Grecia y Rumania, su presencia es algo f¨¢cilmente detectable. Su experiencia, positiva en lo comercial, se vuelve peri¨®dicamente negativa por los asaltos que ha sufrido su empresa, tres en un a?o, que le han costado dinero en efectivo y mercanc¨ªas por valor de seis millones de pesetas.
Otro empresario espa?ol, Mariano Sope?a, de Inisa, que produce en Bulgaria antenas con destino al mercado europeo y desde all¨ª ha comenzado la penetraci¨®n en Ucrania, comenta que las oportunidades de negocio en Bulgaria, con una mano de obra cualificada y a precios bajos, son altas, y s¨®lo el problema de la delincuencia ensombrece el panorama. Las condiciones de inversi¨®n son generosas y en determinados sectores hay mano de obra muy preparada. Sope?a ha levantado una empresa que estaba en trance de desaparici¨®n y cuenta con la tranquilidad de que sus trabajadores saben que su situaci¨®n es ahora comparativamente muy confortable.
Los a?os negros
Bulgaria encarn¨® durante muchos a?os el mito m¨¢s s¨®rdido del comunismo. Los servicios secretos b¨²lgaros sembraban el esc¨¢ndalo en el mundo occidental con sus acciones: la conexi¨®n con Al¨ª Agca, que intent¨® asesinar al papa Juan Pablo II; la leyenda del terrorista Carlos, al que siempre se supon¨ªa refugiado en Bulgaria; el asesinato en Londres del disidente Georgi Markov, que trabajaba para la BBC y fue envenenado en 1978 por el complicado procedimiento de pincharle en una pierna con la punta de un paraguas embadurnado de una sustancia letal cuando paseaba por la calle.Los b¨²lgaros recuerdan, como todos los ciudadanos del Este europeo, el comunismo con miradas de terror; pero es muy posible que en su caso este terror est¨¦ m¨¢s justificado, por la sofistificaci¨®n y el enorme poder acumulado por el aparato de seguridad del r¨¦gimen.
Muchos de los interlocutores consultados prefieren no decir sus nombres cuando hablan de estos asuntos y ligan de forma inequ¨ªvoca la supervivencia del poder de la seguridad al mantenimiento del aparato militar industrial b¨²lgaro, origen de los ¨²ltimos y mayores esc¨¢ndalos de la transici¨®n pol¨ªtica al sistema democr¨¢tico.
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