El conductor que huy¨® tras matar a un peat¨®n acaba en el banqu¨ªllo dos a?os despu¨¦s
Manuela Castro, una viuda de 44 a?os, se jur¨®, viendo a su hijo David agonizar en una cama del hospital Cl¨ªnico, que pondr¨ªa Madrid "patas arriba" hasta encontrar al automovilista que le atropell¨® a 120 kil¨®metros por hora y huy¨® dej¨¢ndole malherido sobre el asfalto, con 20 a?os de edad truncados. Ayer, por fin, vio cumplido su triste sue?o: Francisco Javier Hedo, un hombre de unos 30 a?os a quien la polic¨ªa localiz¨® a los dos a?os del suceso (ocurrido el 24 de febrero de 1991), se sent¨® en el banquillo de los acusados. El juicio, atestado de periodistas, se celebr¨® en el Juzgado de lo Penal n¨²mero 9 de Madrid, del que es titular el magistrado Jos¨¦ Alberto Morales.
Dos a?os de c¨¢rcel
Francisco Javier -y su acompa?ante en el coche, Mario Alberto de Pablo- se enfrentan a una fuerte pena de c¨¢rcel, aunque arribos pisaron ya la prisi¨®n de Carabanchel tras ser detenidos.
El fiscal aludi¨® ayer a la solidaridad que debe existir en la sociedad y pidi¨® para el primero dos a?os de prisi¨®n por los delitos de imprudencia y omisi¨®n del deber de socorro, y uno para el acompa?ante, por el segundo delito y por incitar al conductor para que no parara el coche. "Sigue, sigue", le dijo, seg¨²n el fiscal, despu¨¦s del impresionante impacto que lanz¨® a unos 90 metros el cuerpo del peat¨®n David Olivar, que falleci¨® cuatro d¨ªas despu¨¦s del accidente.
Francisco Javier (el conductor) y Mario Alberto (su acompa?ante) se contradijeron durante la vista respecto a la bebida ingerida aquel d¨ªa y la velocidad a la que viajaban. Para el fiscal, ambos hab¨ªan bebido en exceso y circulaban a gran velocidad.
La versi¨®n del conductor se bas¨® en que ¨¦l y su acompa?ante se dirig¨ªan a casa tras haber tomado unas copas y en que cuando transitaban, "no muy deprisa", por el paseo de Extremadura se les ech¨® encima "un bulto negro". "Pens¨¦ que se traba de un cubo de basura, por eso no par¨¦", declar¨® al juez. Prosigui¨® la marcha pese a que la luna delantera estaba muy destrozada y el cap¨® seriamente abollado: tuvo que sacar la cabeza por la ventanilla para ver la carretera.
El procesado no dio parte del accidente a su compa?¨ªa de seguros y entreg¨® la reparaci¨®n del autom¨®vil a un conocido, de ah¨ª la dificultad en seguir esa pista y a pesar de que la polic¨ªa rastre¨® todos los talleres de chapa y pintura de la zona.
El chivatazo a la polic¨ªa de un conocido de ambos puso fin, a finales de diciembre pasado, al calvario que ha vivido durante este tiempo la madre de David. Manuela Castro, durante los dos largos a?os de incertidumbre, ofreci¨® un mill¨®n de pesetas a quien facilitase un pista certera sobre los ocupantes del veh¨ªculo: el dinero tiene ya destinatario, seg¨²n confes¨® antes de empezar la vista.
"S¨®lo quiero justicia, que se pudra en la c¨¢rcel como mi hijo se pudre en el cementerio", dec¨ªa ayer, todav¨ªa enlutada, Manuela Castro, al tiempo que mostraba un pa?uelo impregnado, dijo, de "la ¨²ltima gota de sangre que limpi¨¦ a mi hijo".
M¨ªnimas pistas
La madre Francisco Javier, e? procesado, tambi¨¦n sali¨® ayer en defensa de su hijo. Acus¨® a Manuela Castro de chantaje y de comerciar con el siniestro del fallecido. "?C¨®mo puede decir eso de una madre que ten¨ªa cinco hijos y ya s¨®lo le quedan cuatro", refut¨® Castro entre Sollozos.
Los abogados defensores pidieron la absoluci¨®n, y el abogado de Manuela Castro, 12 a?os de c¨¢rcel para el conductor y dos para el acompa?ante.
Las pocas pistas iniciales (un Fiat Uno blanco) no desalentaron a los investigadores, animados constantemente por la madre de David. Por eso una mujer le dijo un d¨ªa a uno de ellos en la calle: "?Es que quiere usted comprarme el coche?". Y el hombre que observaba la parte delantera de aquel Fiat Uno blanco respondi¨® enseguida: "No, no, disculpe". Era Rafael Mozo, el juez instructor de la causa.
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