"No me chille"
Manzanares deb¨ªa de creer que el primer toro estaba sordo y le hablaba a gritos. Pero el toro no estaba sordo, y le mug¨ªa: "No me chille, tenga la bondad". No todo el mundo sabe entender el lenguaje de los toros -Manzanares tampoco, evidentemente- y, sin embargo, es bien f¨¢cil: basta comprar el manual ?Quiere usted aprender a mugir en siete d¨ªa?, y leerlo con atenci¨®n. Luego, hacer pr¨¢cticas.Muchos creen que los toros est¨¢n sordos, o atontados de los tiros, y les hacen unas cosas extra?¨ªsimas. Victor Mendes, por ejemplo, para citar un par de banderillas al tercero, puso gesto terrible, levant¨® los brazos, se puso a gritar "?Oooh, ajo¨®, ajuj¨²!", y el torico bueno se fue de vareta, patas abajo.
Alcurruc¨¦n / Manzanares, Mu?oz, Mendes
Toros de Alcurruc¨¦n (4? y 5? sobreros, en sustituci¨®n de sendos inv¨¢lidos), discretos de presencia, muy flojos, encastados, manejables. Jos¨¦ Mari Manzanares: dos pinchazos y estocada ladeada (silencio); estocada y tres descabellos (escasa petici¨®n y vuelta al ruedo). Emilio Mu?oz: media perdiendo la muleta y descabello (silencio); bajonazo escandaloso, pinchazo y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio). V¨ªctor M¨¦ndes: estocada (vuelta al ruedo); estocada atravesada ca¨ªda (palmas y saludos). Plaza de la Maestranza, 23 de abril. Tercera corrida de feria. Cerca del lleno.
La faena sonora de Manzanares transcurri¨® tambi¨¦n movida y un tanto astrosa. Toda ella sobre la mano derecha, presentaba el trapo cuanto el brazo le daba de s¨ª, se pon¨ªa a gritar mientras pegaba el pase y, al terminar, al toro se le hab¨ªa levantado dolor de cabeza.
En. el cuarto toro grit¨® menos Manzanares y tore¨® m¨¢s. Suele suceder, igual en el toreo que en la vida misma: no por gritar mucho se tiene m¨¢s raz¨®n. Esta vez la faena gir¨® sobre la mano izquierda, en varias tandas-jaleadas, oleadas y musicadas -ayer s¨ª; la banda estaba dispuesta-, y aunque se colocaba fuera de cacho y unos pases resultaban embarullados, otros los cuaj¨® largos y hondos, con el empaque propio de la suerte al natural, bien hecha y mejor sentida, Unas trincherillas garbosas y un certero volapi¨¦ coronaron la obra, que ilumin¨® el Giraldillo y a la afici¨®n maestrante colm¨® de felicidad.
Ten¨ªa verdaderas ganas la afici¨®n de ver cosas buenas, y si no las ve¨ªa, hac¨ªa como si las viera. De forma que jijeaba ¨®les en cuanto ten¨ªa la menor ocasi¨®n. Incluso ole¨® a Emilio Mu?oz cuando le desbordaba la casta del segundo Alcurruc¨¦n, y s¨®lo pod¨ªa ofrecer de los pases un somero apunte, r¨¢pidamente quebrado por su propio instinto de conservaci¨®n, que le induc¨ªa a distanciarse raudo de la agobiante codicia del toro.
El diestro trianero intent¨® desquitarse con el quinto, aprovechando que embest¨ªa pastue?o y estaba inv¨¢lido, para lo cual lance¨® gustoso a la ver¨®nica y se esforz¨® en imprimir hondura a su muleteo. Tuvo m¨¦rito, no cabe duda, aunque a unas buenas tandas de redondos siguieron naturales desva¨ªdos y un bajonazo infamante, de esos que invitan a esconderse y no salir de casa en una semana.
Los "?Ooh, ajo¨®, ajuj¨²!" de Victor Mendes, tan aparatosos, no tuvieron el refrendo de la pureza banderillera. Antes al contrario, prendi¨® vulgarcillo, dio dos pasadas en falso, un par se qued¨® en la mitad, todo eso en el tercer toro, y al sexto lo banderille¨® sin mayor brillantez. No tiene importancia; esos mediocres tercios en nada desvirt¨²an su condici¨®n de banderillero seguro, demostrada tantas tardes de sol y moscas, reuniones de poder a poder y algarab¨ªa.
La sopresa -grat¨ªsima, por cierto- vino cuando cogi¨® la muleta y tore¨® con esa templanza que es patrimonio exclusivo de los artistas sevillanos y los finos toreros alicantinos. La afici¨®n se qued¨® perpleja: parec¨ªa que estuviera toreando Manzanares y acabara de poner las banderillas tambi¨¦n. Todo cuanto hizo Mendes con la derecha estuvo tocado de gracia y habr¨ªa obtenido un ¨¦xito si no llegan estropearlo sus desajustes con la izquierda. Al sexto, aplomado e inv¨¢lido, hubo de aplicarle un trasteo breve, y se acab¨®.
La afici¨®n recordaba aquellos excelentes redondos que V¨ªctor Mendes instrument¨® al tercero de la tarde. S¨®lo un poquito lo record¨®, pues el comentario general era para ponderar la finura que despleg¨® Manzanares en el cuarto. "Si este torero quisiera... ", se o¨ªa comentar en las improvisadas tertulias, junto a la Puerta del Pr¨ªncipe. En efecto, si quisiera. Pero no suele querer y muchas veces prefiere correr raudo, o pegar gritos. En fin, el toreo es arte y cada cual lo torea, lo grita o lo corre seg¨²n le parece.
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