Converger y competir
El concepto de convergencia hacia los pa¨ªses centrales de la Comunidad Europea (CE) admite dos significados complementarios. Por una parte, la convergencia puede ser entendida como aproximaci¨®n al nivel de vida superior de los ciudadanos de esos pa¨ªses -lo que se entiende por convergencia real- y, por otra, como el proceso de ajuste a los c¨¢nones de estabilidad financiera -la convergencia nominal- de que gozan sus econom¨ªas y que tiene su mejor exponente en el mantenimiento de bajas tasas de inflaci¨®n.El Tratado de Maastricht deja claro que s¨®lo los pa¨ªses que muestren un grado de convergencia nominal suficiente acceder¨¢n a Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), ya que un escaso grado de estabilidad monetaria -una tasa de inflaci¨®n demasiado elevada- podr¨ªa entorpecer el desarrollo del crecimiento real a medio y largo plazo de los dem¨¢s pa¨ªses. Est¨¢, pues, dentro de la l¨®gica del proceso de integraci¨®n que los pa¨ªses menos inflacionistas vigilen el grado de convergencia en inflaci¨®n y finanzas p¨²blicas, pues ¨¦stos valoran enormemente su estabilidad, conseguida tras d¨¦cadas de pol¨ªticas rigurosas y de consenso social en tomo a sus efectos positivos, a largo plazo, sobre el empleo y el bienestar social.
Oportunidad irrepetible
En definitiva, el proceso de convergencia en la transici¨®n hacia una uni¨®n monetaria debe contemplarse como una oportunidad hist¨®rica -quiz¨¢ irrepetible- para dar continuidad a la convergencia real iniciada con la incorporaci¨®n de nuestro pa¨ªs a la CE en 1986.
Sin embargo, en la medida en que los pa¨ªses centrales de la CE caminan r¨¢pidamente hacia la adopci¨®n de una moneda y una pol¨ªtica monetaria comunes -guiados por el objetivo de evitar los efectos negativos que eventuales episodios de inestabilidad cambiaria pueden tener sobre las econom¨ªas- es urgente la adopci¨®n en nuestro pa¨ªs de un consenso pol¨ªtico y social amplio en torno a dos elementos b¨¢sicos para asegurar una convergencia nominal sostenida. Estos elementos no son otros que el saneamiento y la disciplina presupuestaria de las administraciones p¨²blicas y las reformas estructurales que mejoren el funcionamiento de la econom¨ªa.
El consenso en torno a ambos deber¨ªa constituir la base para un amplio pacto de rentas, ¨²nica v¨ªa para la recuperaci¨®n -en el contexto de libre comercio y circulaci¨®n sin trabas de capitales que caracteriza hoy a la CE- de la competitividad y credibilidad perdidas por nuestra econom¨ªa en los ¨²ltimos a?os.
Tal recuperaci¨®n hace de la convergencia nominal, de la estabilidad financiera, una necesidad de supervivencia econ¨®mica. Lamentablemente, habr¨¢ que esperar hasta despu¨¦s de las elecciones, una vez enfriados los calores del debate electoral, para la b¨²squeda com¨²n de este consenso.
Ignacio Ezquiaga es socio-subdirector general de AFI.
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