Torer¨ªsimo
Hubo un torero en plaza.
Un torero en plaza, cuando vivimos tiempos de pegapases, profesionales del derechazo, virtuosos de la postura ca?¨ª, constituye todo un acontecimiento. Y si adem¨¢s resulta que ese torero en plaza era ¨²nico espada para seis toros seis, la mayor¨ªa dificultosos, y estuvo lidiador con ellos, despleg¨® un rico repetorio, cuaj¨® faena a los toros boyantes y ret¨® a los renuentes, ya fue para tirar cohetes. Y pues de la fiesta brava se trataba, sacarlo a hombros por la puerta grande. Y eso sucedi¨®. Joselito, torer¨ªsimo toda la tarde, se gan¨® a ley ese triunfo m¨¢ximo, que recompensaba sus m¨¦ritos, y al paso celebraba la amplia muestra de toreo aut¨¦ntico que se pudo ver en el ruedo de Las Ventas.
Seis ganader¨ªas / Joselito
Toros de Juan Pedro Domecq, con trap¨ªo, casta y nobleza; La Cardenilla, regord¨ªo, inv¨¢lido, aplomado; Manuel ?lvarez, devuelto por inv¨¢lido; Baltasar Ib¨¢n, sin trap¨ªo, flojo, manso; sobrero, de Branco Nuncio, con trap¨ªo, flojo, top¨®n; Victorino Mart¨ªn, terciado, flojo, de mala casta; El Torero, serio, manso, bronco. Joselito, ¨²nico espada: estocada corta baja y descabello (oreja); pinchazo bajo y estocada corta perdiendo la muleta (aplausos y sajudos); estocada ladeada, rueda de peones y descabello (palmas y saluda); pinchazo, estocada trasera, descabello barrenando -aviso- y descabello (oreja con algunas protestas); media (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada a toro arrancado y tres descabellos (ovaci¨®n); sali¨® a hombros por la puerta grande.Asisti¨® la Infanta Do?a Elena, en representaci¨®n del Rey. Plaza de Las Ventas, 17 de junio. Corrida de Beneficencia. Lleno.
?Pudo sacar Joselito m¨¢s partido al estupendo primer Dornecq? Los taurinos profesionales y quienes padecen contagio de su mentalidad pegapasista se lo preguntaban al concluir la corrida, y coincid¨ªan al afirmar que ese toro ten¨ªa 20 pases m¨¢s sobre las varias docenas que el diestro le dio; incluso 24 pudo tener, seg¨²n testimonio de los que acudieron :al coso asistidos de calculadora electr¨®nica. La matem¨¢tica y el exprimidor aplicados a medir las faenas de muleta, ?oh, qu¨¦ trascendental aportaci¨®n al arte de C¨²chares!
Cualquier aficionado entiende, sin embargo, que aquel toro ten¨ªa 20 pases menos (o incluso 24), porque el toreo en plaza no es precisamente un tentadero. Y si el diestro ha de construir cinco faenas m¨¢s, lo que dicta la experiencia es administrar las fuerzas, de manera que las lidias sucesivas vayan en progresi¨®n creciente, siempre que el toro sea consentidor.
Y as¨ª hizo Joselito. Solo que ya en el primer toro tir¨® de repertorio y se tem¨ªa que hubiera de repetirse despu¨¦s, con el consiguiente desencanto de quienes gustan del toreo variado y las emociones fuertes. Pero no hubo tal repetici¨®n. La riqueza de suertes que emple¨® Joselito fue, sencillamenmte, asombrosa. Pr¨¢cticamente toda la tauromaquia estuvo desgranando toro a toro. Lances a la ver¨®nica en su distintas modalidades, abierto el comp¨¢s, juntas las zapatillas, del delantal, embarcando de costadillo... Chicuelinas tambi¨¦n dio, y navarras, y tijerillas, y gaoneras, con una versi¨®n renovada de esta modalidad capotera llamada orticina, barroca y deslumbrante, aleteando en serpentina el percal para cambiarlo de mano, que dej¨® asombrado al p¨²blico y lo puso en pie.
Debi¨® haber en esos lances algo del b¨² gallero propio del otro Joselito, el cl¨¢sico, que ¨²nicamente conocemos por fotograf¨ªa, y era variante del arte de gallear, en el cual gozaba fama de ser consumado especialista, pues por algo le llamaban Gallito. Un maestro, aquel Joselito el Gallo, a quien quisieran aproximarse cuantos sienten en lo m¨¢s profundo del alma su vocaci¨®n torera. "?Joselito!", le gritaron una vez a Antonio Bienvenida en tarde gloriosa de seis toros, y le sent¨® a c¨¢ntico celestial. Son los dos modelos a seguir en estas corridas de tanto compromiso, y algo de ellos hab¨ªa en el pundonor con que Joselito afront¨® el suyo. Algo de ellos en la fidelidad al toreo puro, que desarroll¨® lidiando sus toros e instrumentando seis faenas diferentes.
Los toros de La Cardenilla y de Ib¨¢n eran dificultosos y los porfi¨® pases en distintos terrenos. Al de Branco le hizo una faena preciosa, culminada con cuatro naturales de frente y toda la teor¨ªa de los ayudados, los cambios de mano y los pases de pecho. Al Victorino lo recibi¨® con una larga cambiada, y aunque el toro, de fea l¨¢mina y mala casta, no merec¨ªa ni ese alarde ni ning¨²n otro, le desafi¨® hasta embarcarlo en algunos redondos y naturales de gran hondura. Y al Domecq ¨²ltimo, de trap¨ªo y estampa, le pis¨® los terrenos pese al peligroso sentido que desarrollaba. Se los pis¨® desesperadamente, buscando la faena emotiva que redondeara su actuaci¨®n. Pero no hac¨ªa falta pues el triunfo ya era suyo. La torer¨ªa que derram¨® fue propia de los maestros en tauromaquia; un t¨ªtulo que a¨²n no han podido alcanzar los dem¨¢s toreros de su generaci¨®n.
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