Un rinc¨®n del desastre ruso
En 1990, un cincuent¨®n ruso, con aspecto de campesino socarr¨®n y lleno de ganas de pasarlo bien en la vida, llamado Vitali Kanlevski, salt¨® a la fama con una apasionante pel¨ªcula con t¨ªtulo raro: Quieto, muere, resucita. Pero m¨¢s rara que el t¨ªtulo es la carrera de su realizador, un cineasta que hizo esta su opera prima cuando ten¨ªa nada menos que 55 a?os. Es decir, que un aprendiz comenzaba a dar sus primeros pasos a la edad en la que los de su oficio ya se las saben todas y est¨¢n en condiciones de hacer sus trabajos de madurez.Kanievski padeci¨® en su infancia y adolescencia el estalinismo m¨¢s brutal y comenz¨® a aprender cine en 1966 en Mosc¨². No dur¨® mucho su primer periodo de aprendizaje. Su fichaje como disidente le gast¨® la mala pasada de endosarle un delito de violaci¨®n del que era inocente y que dio con sus huesos en la c¨¢rcel hasta 1974, a?o en que reemprendi¨® la segunda fase de sus estudios de cine. En 1977 y 1981 hizo dos cortometrajes y luego, apoyado por el gran Alex¨¦i Guerman, comenz¨® en San Petersburgo la preparaci¨®n de ese su admirable primer filme autobiogr¨¢fico, con que el su nombre -tras ganar el cotizad¨ªsimo Premio Camara de Oro en el Festival de Cannes de 1990- dio r¨¢pidamente la vuelta al mundo.
Una vida independiente
Direcci¨®n y gui¨®n: Vasili Kanlevski. Fotograf¨ªa. VIad¨ªmir Bryliakov. M¨²sica: Bor¨ªs Rychkov. Rusia, 1992. Int¨¦rpretes: Pavel Nazarov, Dinara Drukarova, Toshihiro Vatanabe, Elena Popova, Liana Jvanla. Estreno en Madrid: cines Renoir.
Ahora reaparece Kanievski con la continuaci¨®n de esa autobiograf¨ªa: Una vida independiente, que tambi¨¦n obtuvo un importante premio en el ¨²ltimo festival de Cannes. Una notable, extra?a, fascinante y, aunque formalmente est¨¦ algo desequilibrada, buen¨ªsima pel¨ªcula que, con algunos altibajos en lo que se refiere a la intensidad del ritmo, representa en forma de met¨¢fora una premonici¨®n del desastre -con proporciones infernales, apocal¨ªpticas- de la historia de la Rusia contempor¨¢nea. La singularidad con que Kanievski mira hacia atr¨¢s y encuentra en u pasado algunas im¨¢genes inexplicablemente explicativas del laberinto ruso no tiene precedentes en el cine moderno, ni su cine se parece al de ning¨²n otro. Es un cineasta isla, y su sorprendente mezcla de ligereza, agilidad y fuerza corrosiva le proporcionan una de las escas¨ªsimas identidades de verdadero autor con que hoy cuenta el cine europeo.
Vertedero ir¨®nico
La atm¨®sfera f¨ªsica y moral, al mismo tiempo una pesadilla y una insoportable realidad, en que se mueven los personajes que representa Kanievski en Una vida independiente parece ajena al mundo, pero, a medida que los ojos se van familiarizando con ella, se descubre que no s¨®lo est¨¢ compuesta con im¨¢genes de este mundo, sino que estas im¨¢genes son una radiograf¨ªa singularmente precisa, despiadada y llena de humor sombr¨ªo de ¨¦l. Algo nuestro, y algo muy ¨ªntimo, se mueve y agoniza en ese mundo convulso y desolado: una cloaca de este tiempo, que permanec¨ªa escondida en la memoria de un hombre de enorme talento expresivo, y que ahora sale a la luz y emerge como met¨¢fora negra del tiempo que vivimos.Pel¨ªcula con rasgos duros y herm¨¦ticos, de original¨ªsimo estilo y una composici¨®n brillante y bien armada, Una vida indepenente es de las que hay ver y volver a ver con mucha atenci¨®n y esfuerzo, afrontando la incomodidad que Kanlevski crea al espectador, que pese a ello, y pese tambi¨¦n a que se le escapa la trastienda de muchas de las cosas que ve, no puede apartar, como si ¨¦sta tuviera un im¨¢n invisible, la mirada de la pantalla. Un gran y entra?able cineasta, que no se anda con componendas y que hace cine puro y duro, cuando a su alrededor se sigue mansamente la corriente de hacer cine blando y domesticado.
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