El coraz¨®n de un gigante
Domingo Valderrama mide s¨®lo 1,62 metros, pero es la prueba palpable de que el toreo no entiende de estaturas. El toreo se lleva en el coraz¨®n, donde se esconden el valor, la disposici¨®n, el ¨¢nimo y las ganas de ser torero. El coraz¨®n de Valderrama debe ser el de un gigante, porque derrocha torer¨ªa, quietud, t¨¦cnica y pinturer¨ªa. Lleg¨® a Sevilla casi por la puerta falsa (tras su triunfo en Pamplona y porque la empresa no lleg¨® a un acuerdo con Pedrito de Portugal para que actuara en solitario), se enfrent¨® a una corrida muy dificil de Jos¨¦ Ortega, y dej¨® sobre el albero un olor a torero que perdurar¨¢ en el tiempo. Tiene 22 a?os y parece un ni?o. Pero s¨®lo lo parece cuando hace el pase¨ªllo. Por el contrario, cuando toma capote y muleta, se transforma en lo que es: un torero cuajado, pleno de t¨¦cnica y seguridad en s¨ª mismo. Su primero fue un manso integral, aculado en tablas, que lanzaba hachazos en cada descompuesta embestida. El ¨²nico tranquilo en toda la plaza era Valderrama.
Ortega / Punta, Valderrama, D¨ªaz
Toros de Jos¨¦ Ortega (el 1?, sobrero en sustituci¨®n de un inv¨¢lido), muy bi¨¦n presentados, flojos y mansos. Antonio M. Punta: media estocada (ovaci¨®n); dos pinchazos (silencio). Domingo Valderrama: pinchazo hondo y dos descabellos (ovaci¨®n); estocada (oreja). Joaqu¨ªn D¨ªaz: que tom¨® la alternativa: pinchazo y estocada baja (ovaci¨®n); cuatro pinchazos, media -aviso- y descabello (palmas).Plaza de toros de la Real Maestranza, 15 de agosto. Media entrada.
Su segundo fue un toro de impresionante trap¨ªo, el ¨²nico que cumpli¨® y apret¨® en varas, y lleg¨® a la muleta engallado y pidiendo guerra. El torero se fue al centro del ruedo y brind¨® al respetable. Desde all¨ª, cit¨® al animal y aguant¨® -las zapatillas enterradas en la arena- las acometidas violentas del burel. Antes de que el toro pudiera reaccionar, ya ten¨ªa otra vez la muleta en la cara y no le quedaba m¨¢s remedio que volver a embestir.
As¨ª consigui¨® Domingo Valderrama dos series emocionantes por la derecha y un par de naturales. A¨²n tuvo tiempo para unos adornos antes de perfilarse para entrar a matar. Es un espect¨¢culo ver c¨®mo mata Valderrama. El toro lo mira sorprendido, mientras el torero se agiganta, saca pecho, brazo, y, sobre todo, coraz¨®n. Se tir¨® encima del morillo y consigui¨® una estocada hasta la bola. Impresionante.
La corrida de Jos¨¦ Ortega fue muy mala en l¨ªneas generales: mansa, bronca y floja. A excepci¨®n del quinto y el sexto, un insulto a la caba?a brava.
Antonio Punta estuvo bien ante dos mansos bueyes. Muy decidido y pundonoroso, con una imagen, quiz¨¢ tard¨ªa, muy distinta a su apat¨ªa de otras tardes. Tomaba la alternativa el utrerano Joaqu¨ªn D¨ªaz. Muy ilusionado en su primero, un toro soso que le propin¨® una voltereta impresionante; se afligi¨®, sin embargo, en el sexto, el ¨²nico que permit¨ªa cierto desahogo.
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