LA ARQUITECTURA P?BLICA.
Urbanistas y pol¨ªticos se exculpan de los fallos en las obras singulares del Ayuntamiento y la Comunidad
?Construyen mal los organismos p¨²blicos? Los recientes fallos en las obras de dos arquitectos muy dispares, aunque de gran trascendencia -en el ruedo de Francisco Javier S¨¢enz de Oiza y en el Faro de Moncloa proyectado por Salvador P¨¦rez Arroyo-, han puesto de relieve las tirantes relaciones de arquitectos y pol¨ªticos. Los profesionales consideran a la Administraci¨®n su peor cliente, el que m¨¢s prisa mete y el que menos exige. Tambi¨¦n protestan porque son los funcionarios los encargados de dirigir las obras "s¨®lo para poder controlar el presupuesto, que no la construcci¨®n". Los pol¨ªticos arremeten contra los excesos est¨¦ticos de los arquitectos y critican (aunque se aprovechan de ello) los presupuestos abaratados con que las constructoras intentan ganar los concursos p¨²blicos.
El lado oscuro de los edificios con firma
Las grietas sufridas por el ruedo obligan a rescatar lo que dijo Miguel ?ngel Pascual, ex gerente del Instituto de la Vivienda de la Comunidad, cuando se inaugur¨®: "Quer¨ªamos casas en las que se compaginara la calidad y la arquitectura. Estaba en nuestra mente quitarnos la espina heredada del franquismo en viviendas sociales, que se ven¨ªan abajo en pocos a?os".La responsabilidad de que a S¨¢enz de Oiza se le hayan abierto grietas en los ladrillos de una pared curva del ruedo -un emblem¨¢tico edificio de viviendas sociales promovido hace tres a?os por el Ivima- est¨¢ por dilucidar. El autor, por si acaso, ha sorprendido incluso a sus ac¨®litos al defender como posible causa del suceso una "reciente propiedad" de la cer¨¢mica de los ladrillos: "la dilataci¨®n potencial a largo plazo". El arquitecto concede que "el escaso apoyo del ladrillo en la estructura de la planta, si bien perjudica, tampoco parece ser factor determinante".
Las pruebas encargadas por el Ivima a una empresa de control de materiales han sido esclarecedoras: "El coeficiente de dilataci¨®n de un ladrillo nuevo es todav¨ªa mayor que el de los del ruedo. El ladrillo, a la intemperie y en condiciones normales, no tiene por qu¨¦ dilatar", explica Miguel Palmero, gerente del Ivima.
Apurar la normativa
Palmero piensa que S¨¢enz de Oiza ha apurado la normativa y el riesgo en muchos ingredientes: "Las juntas de dilataci¨®n est¨¢n, cada dos portales en la zona donde da el sol, y cada tres, en la curva umbr¨ªa; las ventanas son muy peque?as y, por tanto, mayor es la masa de ladrillo, y, adem¨¢s, el forjado es curvo".
Varios arquitectos, incluso declarados disc¨ªpulos del maestro Oiza, se han extra?ado de sus argumentos. "Las juntas de dilataci¨®n se suelen situar cada 25 metros, y ah¨ª est¨¢n cada 40". "Todo el mundo sabe que el ladrillo no se expande". Otros prefieren no opinar: "El problema es un mal menor que s¨®lo precisa reparar las grietas".
"Hay una doble moral para las viviendas p¨²blicas, porque hace un a?o y medio pas¨® lo mismo en la casa que est¨¢ junto al ruedo, unos bloques privados tambi¨¦n en curva, y nadie dijo nada", comenta Fernando Mac¨ªas, jefe del departamento de Edificaci¨®n Deficiente.
Las obras del ruedo las dirigieron Francisco Javier S¨¢enz de Oiza, padre e hijo, por lo que, en este caso, no sirve la disculpa que esgrime P¨¦rez Arroyo cuando surgen desperfectos en sus muchas obras encargadas por el municipio de Madrid: Rock¨®-dromo de la Casa de Campo, Planetario, Faro de Moncloa, aparcamiento de la Casa de la Villa... El arquitecto protesta: "?Por qu¨¦ se empe?a el Ayuntamiento en no permitir su ejecuci¨®n a los autores del proyecto?".
El dilema es clave. La legislaci¨®n vuelca en la figura del director de obra toda la responsabilidad de una construcci¨®n. El pasado 9 de agosto, cuatro placas de acero de 65 kilos se desprendieron del Faro porque estaban mal sujetas. ?Qui¨¦n hubiera cargado con la responsabilidad si una de esas l¨¢minas fulmina a una persona? En este caso, dos funcionarios municipales actuaron de directores de obra.
El autor se ha exculpado. El edificio estaba en garant¨ªa y la constructora, Entrecanales y Tavora, ha sufragado la reparaci¨®n. Algunos compa?eros de P¨¦rez Arroyo entienden que colocar sobre el fuste de hormig¨®n del faro chapas de acero inoxidable no es ninguna innovaci¨®n, pero s¨ª un detalle suficientemente importante como para especificar claramente en el proyecto el tipo de sujecci¨®n.
El Ayuntamiento de Madrid suele encargar el proyecto a un arquitecto y la ejecuci¨®n a otro profesional municipal. Este funcionario asume con su firma unas graves responsabilidades civiles, y en la mayor¨ªa de los casos es visto por el autor como un comisario. De paso, el Ayuntamiento se ahorra pagar el 1,5% del presupuesto que, como media, habr¨ªa cobrado el arquitecto no funcionario por la direcci¨®n de obra.
Los cr¨ªticos de este sistema cuestionan que este funcionario pueda interpretar y modificar la obra que ha pensado otra persona. Oswaldo Rom¨¢n, viceconsejero de Pol¨ªtica Territorial de la Comunidad, entiende que la responsabilidad es tan excesiva con relaci¨®n a la n¨®mina que el funcionario puede relajarse en su control. "Adem¨¢s, se le da una v¨ªa de escape al que redact¨® el proyecto", dice Rom¨¢n. Es partidario de una direcci¨®n compartida. Palmero sostiene que el Ivima tiene un buen equipo de t¨¦cnicos, "pero para la supervisi¨®n administrativa de las normas".
Tanto Fernando Mac¨ªas como P¨ªo Garc¨ªa Escudero, jefe del departamento de Rehabilitaci¨®n de la Empresa Municipal de la Vivienda, mantienen posturas contradictorias. Su profesiones liberales les llevan a defender la inviolabilidad de 1a propiedad intelectual" de los arquitectos. Por sus experiencias en la Administraci¨®n, justifican que el Ayuntamiento quiera durante la ejecuci¨®n de un proyecto "aproximarlo" a la idea original de los responsables pol¨ªticos al convocar el concurso.
Aurelio Escallada, responsable del Servicio Municipal de Infraestructuras, afirma: ".El dinero es del Ayuntamiento y debe ser administrado por un funcionario". Rom¨¢n apostilla: "Yo, Administraci¨®n, soy el que pago y tengo que mandar".
Andr¨¦s Perea, restaurador del palacio de Maudes, rechaza el poder omn¨ªmodo del dinero sobre la arquitectura: "El proyecto es s¨®lo una fase intermedia donde se documenta una creaci¨®n".
Funcionarios sobrecargados
tecto y del director de obra son bien distintas: "Hay grandes proyectistas que no tienen ni idea de construcci¨®n". Los hay m¨¢s conciliadores: "Una buena partitura puede ser interpretada por muchos m¨²sicos. Es posible la ejecuci¨®n de un buen proyecto por otro arquitecto. Todas las obras sufren modificaciones importantes durante su construcci¨®n, y ah¨ª es mejor que intervenga el autor".
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