Los tres adversarios del comp¨¢s
La calidad tropieza con las prisas, los proyectos poco definidos y los bajos presupuestos de las obras
Los arquitectos espa?oles rezuman descontento cuando trabajan para la Administraci¨®n. La mayor¨ªa critica que las prisas de los pol¨ªticos les impiden definir correctamente los proyectos. Estos, adem¨¢s, son constantemente modificados con el fin de ajustar los presupuestos. Los profesionales tambi¨¦n consideran que la Administraci¨®n es un mal cliente porque,, exige poco", lo que redunda en una falta de control y propicia alg¨²n "disparate". Contra estas opiniones, los pol¨ªticos aseguran que su misi¨®n es salvar al erario p¨²blico de los "caprichos" de estos artistas.
Salvador P¨¦rez Arroyo enumer¨®, en un art¨ªculo publicado en EL PMS el pasado martes, las dificultades que se ciernen sobre el arquitecto. Existen "fuertes presiones econ¨®mica y pol¨ªticas, bajas econ¨®micas de hasta el 50%, fechas pol¨ªticas de inauguraci¨®n", dec¨ªa. Se refer¨ªa a los plazos reducidos y los presupuestos recortados con los que trabaja la Administraci¨®n. El arquitecto Javier Garc¨ªa Alba resume as¨ª las consecuencias: "Las bajas econ¨®micas van en detrimento de la calidad y las prisas, de la buena ejecuci¨®n". - -
Los presupuestos a la baja son moneda corriente en los concursos p¨²blicos, sobre todo desde que la crisis atenaza el sector de la construcci¨®n. Seg¨²n el informe de la Asociaci¨®n de Empresas de Obras P¨²blicas de ?mbito Nacional (Seopam), las empresas han pasado de ofrecer, en 1990, precios con rebajas del 15,6% sobre el presupuesto inicial a presentarse a los concursos con bajas del 32,4%.
Las empresas necesitan conseguir obras para evitar su defunci¨®n, justifican las constructoras, y las administraciones, alguna m¨¢s que otra, se aprovechan de ello. "El Ayuntamiento de Madrid es especialmente desagradable en esa cuesti¨®n de adjudicar a la baja", explica un arquitecto.
Oswaldo Rom¨¢n, viceconsejero de Pol¨ªtica Territorial de la Comunidad, plantea "una manera m¨¢s razonable de contratar desde las administraciones y una regulaci¨®n de la baja temeraria". "Con 10 puntos por debajo de la oferta media ya no se puede hacer la obra y tenemos que rechazarla", indica. En el Ayuntamiento, te¨®ricamente, este rechazo se produce cuando las constructoras se presentan con bajas inferiores en un 12% al presupuesto. Pero del dicho al hecho... Responsables de ambas administraciones reconocen, sin embargo, que est¨¢n contratando con bajas del 25%, y que las empresas hacen estas ofertas simplemente por imagen y por no tener las m¨¢quinas paradas.
Miguel Palmero, responsable del Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima), pretende establecer otros baremos de contrataci¨®n: "En el futuro definiremos un precio y, a partir de ah¨ª, que las constructoras nos ofrezcan calidad". La experiencia del Ivima sit¨²a los costes de "la no calidad" a largo plazo y por vicios ocultos en un 1% de la inversi¨®n realizada. El Instituto de la Vivienda construye entre 3.000 y 4.000 viviendas al a?o, con inversiones superiores a los 30.000 millones de pesetas.
Modificar el proyecto
"Es un error adjudicar a la baja porque, al final, nunca se cumple la oferta que se present¨®. Durante la construcci¨®n siempre pasan cosas que alteran el presupuesto", explica Francisco Jurado, el arquitecto que est¨¢ restaurando el acueducto de Segovia. "Siempre que se hace una baja del 30% supone una modificaci¨®n del proyecto original", comenta Garc¨ªa Alba. "El Faro de Moncloa se adjudic¨® con una baja de ese importe, pero ya hab¨ªa habido una modificaci¨®n: el fuste, que iba a ser de acero corten, se hizo finalmente de hormig¨®n revestido de acero inoxidable".
Los arquitectos tambi¨¦n se quejan de las prisas que imponen los pol¨ªticos. Los ritmos de la Administraci¨®n impiden que se entreguen proyectos definidos al 100%, "algo impensable en otros pa¨ªses, donde se prev¨¦ hasta el ¨²ltimo tornillo".
"Al autor se le debe exigir la completa definici¨®n de los elementos de todo el proyecto de ejecuci¨®n", explica un arquitecto. "Pero los plazos que imponen las administraciones lo hacen imposible y obligan a trabajar sobre la marcha. Hoy defines la carpiter¨ªa, ma?ana el revestimiento... ".
"La Administraci¨®n es un mal cliente"
Rafael Moneo, que proyect¨® la nueva estaci¨®n de Atocha, introdujo hace dos semanas otro elemento de discusi¨®n en la pol¨¦mica entre arquitectos y pol¨ªticos. En un coloquio celebrado en Palma de Mallorca, Moneo arremeti¨® contra la desidia de la Administraci¨®n, que "encarga obras sin mediar una reflexi¨®n profunda sobre su programa de uso". Moneo coment¨® que al amparo de esa impunidad "se han hecho aut¨¦nticos excesos y disparates". "El cliente privado", asegur¨®, "sabe mucho m¨¢s lo que quiere".Oswaldo Rom¨¢n, viceconsejero de Pol¨ªtica Territorial de la Comunidad, defiende un equilibrio en el debate entre el esteticismo y la funcionalidad de los proyectos: "Tiene que haber innovaci¨®n sin caprichos, porque la Administraci¨®n no debe dar becas para que el arquitecto pase a la historia a costa del dinero p¨²blico". Rom¨¢n cree que un buen arquitecto debe construir bien y bonito por 50.000 pesetas el metro cuadrado, precio en el mercado para vivienda social. "No se puede hacer cada vez en cada obra una vivienda singular en casas sociales. Hay que hacer un esfuerzo de simplificaci¨®n", dice.
Miguel Palmero, responsable del Ivima y arquitecto, expone: "Tal vez la vivienda social no deba destacar por su singularidad arquitect¨®nica. Se debe hacer buena y digna vivienda social a un precio razonable, aun a costa de no brillar en la arquitectura".
El arquitecto Andr¨¦s Perea, autor de la rehabilitaci¨®n del palacio de Maudes y de la sede de Telef¨®nica en la Gran V¨ªa, tiene otra visi¨®n: "Un edificio tiene que costar un precio razonable, debe estar bien calculado y no caerse. En las casas debe entrar bien la luz y funcionar el agua. Pero hasta ah¨ª no ha llegado a¨²n la arquitectura si no se propone un discurso propio y cultural".
El viceconsejero Rom¨¢n mantiene que el problema est¨¢ "en que la construcci¨®n en Espa?a es bastante artesanal, con poco control, poca industrializaci¨®n y pocos materiales prefabricados". Aboga, adem¨¢s, por proyectos m¨¢s definidos, hasta el ¨²ltimo detalle, como se redactan en Estados Unidos o Alemania.
Perea admite que en Espa?a "no se hacen proyectos afinados, pero fundamentalmente porque hemos estado trabajando con unos plazos enloquecidos para los que no estamos preparados porque no hay soporte tecnol¨®gico".
Los arquitectos remachan que las prisas las imponen los pol¨ªticos por razones sociales o electorales. Luis Fern¨¢ndez-Galiano, director de la revista Arquitectura Viva, trasciende los fallos apreciados en el ruedo de la M-30 y el faro de Moncloa hacia una autocr¨ªtica general: "Se est¨¢ pecando de una. falta de compromiso con la obra hasta el final, y no s¨®lo est¨¦tico, sino t¨¦cnico y econ¨®mico". Fern¨¢ndez-Galiano sostiene como Moneo que "el cliente p¨²blico es malo porque deja demasiada libertad a los arquitectos y les exige poco".
Fernando Mac¨ªas, jefe del departamento municipal de Edificaci¨®n Deficiente, recuerda en este sentido una teor¨ªa de Jos¨¦ Calavera, presidente de Intemac, el instituto de calidad de mayor prestigio de Espa?a: "El 50% de los arquitectos o de los ingenieros trabajamos para solucionar los experimentos en las obras del otro 50%".
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