Imprevistos en el centro de Europa
La primera impresi¨®n tras la llegada a Vilna, la capital de Lituania, es problem¨¢tica. Sobre todo si coincide con un d¨ªa de visita del Papa. Ayer, en concreto, preocupada sobre todo por los rumores sobre un posible atentado que el Vaticano desech¨® en d¨ªas atr¨¢s como exageradas, la flamante polic¨ªa de esta rep¨²blica hab¨ªa bloqueado las carreteras de acceso al aeropuerto y, por tanto, las posibilidades razonables de salir de la zona.Fue as¨ª como muchos de los ocupantes de un avi¨®n que lleg¨® una hora antes que el del Pont¨ªfice se vieron abandonados a la alternativa de quedarse a recibirle o buscar una improbable salida. Debido a exigencias del trabajo, quien ¨¦sto escribe opt¨® por tomar un taxi, un Volga con las suficientes d¨¦cadas a cuestas como para caerse a pedazos. Su conductor se hab¨ªa comprometido a alcanzar la ciudad como fuera.
Y all¨ª empez¨® un trajinar por campo abierto y h¨²medo de las lluvias ca¨ªdas, en el que el taxi hubo de sortear la furia de dos perros guardianes y la pereza de una vaca acostada, para saltar luego entre los socavones de un camino sembrado de escombros y basuras. Y todo aquello en una ciudad que se encuentra precisamente a 25 kil¨®metros al sur del centro geogr¨¢fico de Europa.
Pero era s¨®lo la primera impresi¨®n, ya que, al cabo de unos 20 minutos, el camino de marras dio paso a una carretera correcta, la cual desemboc¨® pronto en una capital tranquila, adornada de campanarios y c¨²pulas barrocas, y en un hotel ni mejor ni peor que los que pueden encontrarse en cualquier ciudad de s¨®lida tradici¨®n capitalista.
Un fallo t¨¦cnico por el que el discurso de bienvenida al Papa que pronunci¨® Algirdas Brazauskas, el presidente de Lituania, result¨® completamente inaudible en la transmisi¨®n directa televisiva, vino a recordar que las cosas del pa¨ªs est¨¢n mal, seg¨²n rezan las estad¨ªsticas. Sobre todo por la cara de iron¨ªa que los funcionarios del centro de prensa pusieron ante el incidente. Eran la expresi¨®n de una especie de fatalismo resignado que otros llaman desmoralizaci¨®n social y explican como una secuela psicol¨®gica de la anterior etapa pol¨ªtica.
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