Keynesianismo 'hidra¨²lico' imperfecto
?Qu¨¦ m¨¢s se puede decir sobre la econom¨ªa espa?ola? Quiz¨¢ reflexionar sobre un intangible que queda fuera de los cuadros macroecon¨®micos, el papel de las expectativas empresariales en el nivel de actividad econ¨®mica. Hasta tal punto importantes que, para Keynes, es la incertidumbre y no la escasez, lo que define el objeto de la econom¨ªa.El aumento de la incertidumbre por la situaci¨®n internacional se suma en Espa?a a la que provoca la actuaci¨®n del sector p¨²blico, dise?ado parad¨®jicamente por Keynes como el elemento compensador de la debilidad y miedo de los empresarios privados. Desgraciadamente, el abuso del gasto p¨²blico por nuestros gobernantes, transformado en instrumento de compra de votos, nos impide utilizarlo ahora, cuando es m¨¢s necesario.
Estados Unidos y Espa?a son un buen ejemplo de lo que quiero decir. Nada se parece m¨¢s a la pol¨ªtica econ¨®mica de Reagan que los a?os de pol¨ªtica econ¨®mica del PSOE, desde 1987 hasta el estallido del SME. Con dos diferencias; la primera, que Reagan consolida un d¨¦ficit p¨²blico de primera magnitud, en parte por bajar impuestos, mientras en Espa?a las enormes subidas de impuestos han ido de la mano con una crisis fiscal sin precedentes desde la guerra civil.
La segunda diferencia es todav¨ªa m¨¢s grave. Incluso los defensores en el Gobierno del keynesianismo hidr¨¢ulico, como el ministro Borrell, que defienden el gasto p¨²blico como forma de afrontar tambi¨¦n esta recesi¨®n, deber¨ªan reconocer la incongruencia que supone, por una parte, aumentar el gasto p¨²blico y, por otra, retrasar los pagos a las empresas a las que se contrata. Porque incluso para los keynesianos hidr¨¢ulicos deber¨ªa estar claro que el objetivo ¨²ltimo de Keynes fue siempre mejorar las expectativas empresariales.
Los retrasos en los pagos de todas las administraciones p¨²blicas (uno m¨¢s entre los factores que afectan a las expectativas) se han convertido, en mi opini¨®n, en un factor clave para explicar el desplome de esas expectativas empresariales y, en consecuencia, la recesi¨®n y el desempleo. Porque, adem¨¢s, el no pagar a los suministradores sale del terreno de la moderna pol¨ªtica econ¨®mica y supone la vuelta al mundo previo de la indigencia p¨²blica, o el acercamiento a los modelos sudamericanos, seg¨²n se quiera buscar un ejemplo de lo que nos est¨¢ pasando en nuestra propia historia o en la contempor¨¢nea iberoamericana.
Desde el Tract on Monetary Reform hasta su Treatise on Money y finalmente su Teor¨ªa General, el pensamiento keynesiano se modific¨® profundamente. Pero, desde su primera obra te¨®rica hasta la ¨²ltima, Keynes tuvo claro que el papel de la pol¨ªtica econ¨®mica era mantener la actividad de los empresarios en el nivel adecuado. Hizo insistencia durante muchos a?os en que los tipos de inter¨¦s ten¨ªan que ser suficientemente bajos; despu¨¦s matiz¨® que se trataba de los tipos de inter¨¦s reales; en un momento posterior, sugiri¨® que eran las expectativas empresariales el determinante b¨¢sico del nivel de inversi¨®n; finalmente, hizo su aparici¨®n la demanda efectiva con el nivel de inversi¨®n p¨²blica y privada como factor clave para determinar el nivel de actividad y empleo de una econom¨ªa.
Pero siempre mantuvo la necesidad de mejorar las expectativas empresariales, ¨²nica forma de conseguir una situaci¨®n de equilibrio sin excesivo desempleo.
En este sentido, me gustar¨ªa profundizar en las consecuencias que tiene la decisi¨®n de retrasar los pagos a los suministradores de bienes y servicios que han tomado -descoordinadamente- la mayor¨ªa de las administraciones. (Porque se retrasan, o incluso no pagan, tanto el Estado, como los ayuntamientos y las comunidades aut¨®nomas). Consecuencias en dos niveles; en el puro de la pol¨ªtica econ¨®mica y en la vuelta atr¨¢s que supone desde un punto de vista hist¨®rico, reafirmando el car¨¢cter autoritario de nuestras instituciones p¨²blicas.
Creo que un buen ¨ªndice para saber qu¨¦ es importante para cualquier instituci¨®n o empresa es observar qu¨¦ se paga y qu¨¦ no se paga en situaciones dif¨ªciles. En Espa?a, las administraciones p¨²blicas pagan religiosamente los sueldos de los funcionarios, las pensiones, el desempleo, los intereses de la deuda y, con algunos matices, los alquileres. Dejan de pagar la luz, el tel¨¦fono, el agua, los, suministros corrientes, las obras p¨²blicas, las subvenciones a las empresas.
Con lo cual, el mensaje que reciben los empresarios es n¨ªtido: su trabajo no se respeta; en caso de dificultades lo primero que se hace es ignorar el mundo empresarial, que "bastante tiene con el privilegio de haber contratado conmigo, la autoridad".
Una actitud tan autoritaria, tan despreciativa de todo lo que no signifique la satisfacci¨®n inmediata del Propio personal de las administraciones p¨²blicas y de los grupos de supuestos votantes, tiene una doble trascendencia. La primera, de calidad; las empresas no son importantes. La segunda, de cantidad. Porque cuando el 50% del gasto en Espa?a es p¨²blico, los h¨¢bitos de las administraciones afectan econ¨®micamente, no s¨®lo psicol¨®gicamente, a toda la actividad del pa¨ªs.
Los retrasos en los pagos de las administraciones p¨²blicas han producido ya un cambio de actitud muy profundo en las empresas. De ser envidiadas, las empresas que tienen el grueso de su actividad con el servicio p¨²blico, han pasado a ser compadecidas. El papel de algunas administraciones ha dejado de ser descontado autom¨¢ticamente por la banca. Los analistas financieros y burs¨¢tiles califican negativamente a las empresas que venden una proporci¨®n excesiva de sus bienes o servicios a las administraciones. Todas las empresas saben que las subvenciones a que tienen derecho se cobran, cuando se tiene ¨¦xito, a un plazo promedio de tres a?os.
?De cu¨¢nto estarnos hablando? Posiblemente de una cifra cercana a los dos billones de pesetas; entre 2 y 3 puntos del PIB de gasto p¨²blico, de mayor endeudamiento, en parte recogido en las cuentas p¨²blicas y en gran parte no recogido.
Con ser grave esta situaci¨®n lo es todav¨ªa m¨¢s por la modificaci¨®n de las costumbres mercantiles de las empresas: retrasar los pagos se ha convertido en una forma de financiaci¨®n. "Si a m¨ª no me pagan yo tampoco lo hago", "en esta empresa s¨®lo se paga dos veces al ines". En un pa¨ªs como Espa?a, con empresas poco capitalizadas, dependientes extremadamente del cr¨¦dito bancario, el retraso en los pagos se ha convertido en una receta insuperable para la desaparici¨®n de empresas y la destrucci¨®n de empleo. Agravado, adem¨¢s, porque el sector financiero tiene instrucciones concretas de la autoridad monetaria de limitar la financiaci¨®n a su grupo de empresas (clave para explicar el desarrollo de las crisis bancarias), por el riesgo de morosidad y porque tiene la alternativa suprema de invertir en deuda p¨²blica, sin riesgos, sin necesidad de gesti¨®n, al 10%.
Por m¨¢s que la cifra de impagados sea importante para nuestro pa¨ªs, que viene de una tradici¨®n terriblemente. autoritaria pero paternalista, encontrarse con que las administraciones desprecian la actividad econ¨®mica productiva, ha sido un golpe en el bazo de todo el que tiene responsabilidades en la creaci¨®n o mantenimiento del empleo.
?Por qu¨¦ no se soluciona ya este problema? Es evidente que el actual Gobierno, que sigue siendo monocolor, del PSOE, tendr¨ªa que confesarse y reconocer ese mayor gasto y endeudamiento. El d¨¦ficit p¨²blico de 1993, que se encamina con decisi¨®n a superar el 7% del PIB, subir¨ªa todav¨ªa m¨¢s. La alarma que causar¨ªa en los inversores extranjeros ser¨ªa considerable. El diferencial de intereses por riesgo / pa¨ªs podr¨ªa aumentar. A pesar de todo, creo que es positivo econ¨®micamente hacer frente a la situaci¨®n. Incluso podr¨ªa pensarse en una financiaci¨®n heterodoxa con el Banco de Espa?a (con la consiguiente realimentaci¨®n de las tensiones inflacionistas). Pero creo que peor es ignorar que el gasto ya se ha producido, que el diferencial de inflaci¨®n est¨¢ solamente pospuesto. Ya oigo los gritos escandalizados de los supuestamente ortodoxos. Dir¨ªan: "No hay garant¨ªas de que aunque las administraciones se pongan al d¨ªa en sus pagos la situaci¨®n no se repita". "No hay forma de controlar a los pol¨ªticos". "Mejor atarlos corto, sabiendo que no hay un duro".
Hasta ahora han tenido raz¨®n, porque el autoritarismo del Estado nacional espa?ol ha encarnado en las nuevas administraciones p¨²blicas y pocas respetan, porque ni siquiera se les ocurre, la actividad productiva de las empresas. Si comenzaran a hacerlo ser¨ªamos modernos, en el sentido europeo del t¨¦rmino. Habr¨ªamos comenzado a separar lo p¨²blico de lo privado, respetando la autonom¨ªa e independencia del mundo econ¨®mico productivo, al margen de la autoridad.
?Es ¨¦ste un problema de pol¨ªtica econ¨®mica? Creo que encarar lo que supone para las expectativas empresariales los retrasos en los pagos de las administraciones es, incluso, m¨¢s importante que decidir si el d¨¦ficit p¨²blico para el 94 ser¨¢ del 5% o del 6%. Es un problema pol¨ªtico. Es un problema econ¨®mico. Ser¨ªa reconocer que el nivel de inversi¨®n, de renta y de ocupaci¨®n dependen de la confianza que inspire la pol¨ªtica econ¨®mica de los empresarios. Es lo que queda del keynesianismo. ?Podr¨ªa ser, por ventura, parte del cambio del cambio susurrado s¨®lo a los creyentes?
es t¨¦cnico comercial del Estado.
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