La oportunidad de la reforma
Las elecciones de 1992 confirmaron algo que ya estaba muy claro: los sistemas mayoritarios castigan, la divisi¨®n. La oposici¨®n no es de un s¨®lo partido, sino de dos: los liberal-dem¨®cratas han demostrado, en los comicios locales y parciales de la pasada primavera, que est¨¢n en alza y que, en el superpoblado sur ingl¨¦s, ellos son la alternativa a los conservadores. Mientras los partidos de John Smith y Paddy Ashdown se disputen los votos anticonservadores, los tories tendr¨¢n ventaja. La soluci¨®n obvia es la alianza. Pero, hasta ahora, no ha habido forma de acercar posiciones: las bases locales laboristas y liberal-dem¨®cratas se detestan mutuamente.S¨®lo un gran proyecto com¨²n justificar¨ªa un "pacto liblab". Y la reforma constitucional podr¨ªa ser ese proyecto. Los liberal-dem¨®cratas son viejos defensores de la redacci¨®n de una constituci¨®n escrita para el Reino Unido y quieren introducir criterios de proporcionalidad en la ley electoral. En su conferencia de Torquay, Paddy Ashdown situ¨® de nuevo la "gran reforma" como centro de su programa. A la semana siguiente, John Smith le hizo eco: los laboristas quer¨ªan tambi¨¦n un texto constitucional que garantizara los derechos de ciudadanos y trabajadores.
Cuando Smith gan¨® su envite contra los barones sindicales, los tories minimizaron su victoria. "Pol¨ªticamente, Smith sigue de rodillas ante los sindicatos", afirm¨® John Major. Los liberal-dem¨®cratas se mostraron llamativamente complacidos: "Es una muy buena noticia para toda la sociedad brit¨¢nica", declar¨® su presidente Paul Kennedy.
Durante este curso parlamentario habr¨¢ que observar a los dos partidos de oposici¨®n. Los laboristas saben que, despu¨¦s de cuatro derrotas consecutivas, necesitan ganar las pr¨®ximas elecciones. Les va en ello la supervivencia. Los liberal-dem¨®cratas saben a su vez que, sin pacto, s¨®lo un milagro podr¨ªa llevarles al poder. La gran cuesti¨®n es si sus respectivas necesidades pueden forzarles al pacto.
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