Fotograf¨ªas con m¨²sica
El documental, como g¨¦nero, comienza a existir a ra¨ªz del gran ¨¦xito de Nanuk, el esquimal (1922), de Robert J. Flaherty. Desde entonces, y de vez en cuando, un documental, siempre con un alto grado de exotismo, que describe la vida de grupos de personas en parajes remotos de gran belleza visual, disfruta de distribuci¨®n internacional y es recibido con agrado por el p¨²blico.Durante los a?os ochenta circulan por el mundo dos documentales id¨¦nticos, Koyaanisqatsi (1983) y Powaqqatsi (1988), de Godfrey Reggio, que encierran un nuevo concepto del g¨¦nero. La habitual voz de fondo e incluso los ruidos han desaparecido para ser sustituidos por una m¨²sica grandilocuente, y todo gira en tomo a una colecci¨®n de excelentes fotograf¨ªas de ex¨®ticos lugares, sistem¨¢tico empleo de las denominadas "c¨¢mara lenta" y, sobre todo, "c¨¢mara r¨¢pida", y dentro de una tem¨¢tica muy ecol¨®gica.
Baraka
Director y fot¨®grafo: Ron Fricke. Guionistas: Genevieve Nicholas, Constantine Nicholas, Ron Fricke. M¨²sica: Michael Stearris. Estados Unidos, 1992. Estreno en Madrid: cine Imperial
Con un equipo que en gran parte colabora en los dos documentales anteriores y un realizador y director de fotograf¨ªa, Ron Fricke, responsable de la fotografia de Koyaanisgatsi, no es de extra?ar que Baraka -una palabra sufi, que significa aliento o esencia de vida dentro del proceso de la evoluci¨®n- sea una directa derivaci¨®n de aqu¨¦llos. Aunque hay que destacar que todav¨ªa lleva m¨¢s lejos el concepto de fotograf¨ªas con m¨²sica en que se apoyaban.
Muy bien rodada y con una excelente fotograf¨ªa, Baraka revuelve im¨¢genes tomadas en 24 pa¨ªses, cuyo ¨²nico punto en com¨²n es su particular belleza, con m¨²sica de Michael Stearns. El realizador Ron Fricke no puede ocultar que ante todo es un fot¨®grafo, y llega al extremo de hacer posar, de situar fijos ante la c¨¢mara mir¨¢ndola, a la mayor¨ªa de sus personajes. Y luego ordena sus im¨¢genes con arreglo a una muy elemental asociaci¨®n de ideas, saltando sin el menor pudor de un tema a otro, de un lugar a otro del mundo, para insistir, al parecer, en esa tem¨¢tica ecol¨®gica del hombre enfrent¨¢ndose a la naturaleza.
Entre sus bellas im¨¢genes destacan las de los pozos de petr¨®leo ardiendo en Kuwait tras la guerra del Golfo y la tan elemental como eficaz escena que alterna im¨¢genes donde las personas y los autom¨®viles se mueven a gran velocidad en las calles de Nueva York con el funcionamiento de una modern¨ªsima granja av¨ªcola. Todo esto estar¨ªa muy bien si en lugar de durar 96 minutos s¨®lo durase 20 o 30.
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