El poso amargo de un recital para el olvido
La sexta llegada de Scorpions a los escenarios madrile?os se top¨® con circunstancias adversas que minaron las se?as de identidad de esta veterana formaci¨®n germana. Las anteriores visitas hab¨ªan demostrado su innegable buena voluntad esc¨¦nica, entendida como m¨¢xima entrega y energ¨ªa sobre las tablas. En la presente oportunidad la decepci¨®n por el escaso espacio f¨ªsico del escenario de la Canciller II ech¨® abajo la tradicional garra del quinteto.Durante la d¨¦cada de los ochenta, el hard rock de Scorpions ha logrado millonarios ¨¦xitos comerciales con el apoyo fundamental de baladas sencillas, pero efectivas al m¨¢ximo, con las que los duros llegaron a todos los p¨²blicos. No fueron los ¨²nicos y la consecuencia negativa a extraer es la saturaci¨®n por exceso. Es meritorio que, pese a la sobreexposici¨®n al l¨ªmite, el voluntarioso grupo alem¨¢n mantenga un m¨¢s que estimable nivel de aceptaci¨®n despu¨¦s de tanto abuso. El p¨²blico le sigue manteniendo la fidelidad: la actual gira de presentaci¨®n de su ¨²ltimo disco, Face the heat, se desarrolla en pabellones deportivos de capacidad media.
Scorpions
Klaus Meine (voz), Rudolf Schenker (guitarra), Matthias Jabs (guitarra), Ralph Rieckermann (bajo), Herman Rarebell. M¨²sico invitado: Michael Schenker (guitarra ac¨²stica). 1.100 espectadores. Precio: 3.500 pesetas. Sala Canciller Il. Madrid, 27 de octubre.
En Espa?a, con la excepci¨®n de su presencia en San Sebasti¨¢n, la banda germana afront¨® sus conciertos en salas cuyo aforo se sit¨²a en torno a 2.000 espectadores. En Madrid, donde los locales cubiertos de capacidad media o alta constituyen un problema no resuelto, ni siquiera se agot¨® el papel en una sala alejada del centro y no habitual de presentaciones de grupos de este nombre y calibre.
Sin pasi¨®n
Scorpions, que no supieron sobreponerse a estas perspectivas, se limitaron a dejar correr el repertorio sin el menor atisbo de entusiasmo o pasi¨®n. A priori, uno de los alicientes de este recorrido europeo es la presencia de Michael Schenker, guitarrista tan prestigioso por su t¨¦cnica como maldito por su escasa suerte profesional.El hermano menor de Rudolf particip¨® en la fundaci¨®n del grupo que ahora le invita y, siendo a¨²n adolescente, asombr¨® en su andadura junto a UFO, combo brit¨¢nico que alcanzar¨ªa las m¨¢s altas cotas durante esa etapa. En los ochenta su proyecto MSG termin¨® languideciendo. Su aparici¨®n sobre las tablas coincidi¨® con el bloque de canciones interpretadas ac¨²sticamente, pero aquel mocet¨®n rubio de anta?o presenta ahora una imagen cuasifantasmal, que a?adi¨® un poso amargo a un concierto sin alma. La concurrencia entreg¨® a ratos el escaso af¨¢n de una noche para olvidar.
Babelia
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