La medida
Parec¨ªa impensable, pero lo han hecho. Se han arriesgado cuando ya cre¨ªamos que la pol¨ªtica no consist¨ªa en algo demasiado distinto del cuento de la vieja. Y, adem¨¢s, lo han hecho bien. La medida, la supresi¨®n del uso del coche en todo Madrid, se acompa?ar¨¢ con la inauguraci¨®n de una red de transportes p¨²blicos imaginativa y exacta.En los ¨²ltimos a?os pesaba sobre las sociedades occidentales una absurda congoja, una especie de c¨ªrculo vicioso con el siguiente enunciado: puesto que la industria de producci¨®n de autom¨®viles est¨¢ en crisis, lejos de intentar comprender cu¨¢les son las necesidades, inundemos el mundo de autom¨®viles para que no crezca el paro. Por fin, varios hombres y mujeres inteligentes, entusiastas, han roto el maleficio. Desde el Ayuntamiento, la Comunidad y el Gobierno se han puesto de acuerdo para llevar a cabo esta experiencia urban¨ªstica revolucionaria y, a la vez, en extremo sosegada: "Madrid sin coches".
Si la ciudad fue una conquista de la civilizaci¨®n, si en ella aprendimos la libertad, el respeto, la diversidad de culturas y de puntos de vista, despu¨¦s nos arrebat¨® a cambio tantas horas, tanta calma. Durante los pr¨®ximos meses, sin embargo, aquel primer sentido de lo urbano, de lo m¨²ltiple, nos ser¨¢ devuelto.
La medida es audaz. Pero ya est¨¢n dise?adas las l¨ªneas especiales de tranv¨ªas con rampas para carros de la compra y otros muchos ingenios. Se han formado comisiones mixtas con la participaci¨®n de los fabricantes de autom¨®viles. Numerosos profesionales eficientes, que malgastaban su talento con anuncios destinados a vender lo que ya no ten¨ªa utilidad, trabajan hoy en esa red de transportes p¨²blicos inobjetables, cuya creaci¨®n y mantenimiento absorber¨¢ los puestos de trabajo desaparecidos. Trenes, tranv¨ªas y trolebuses puntuales han de alcanzar el ¨²ltimo rinc¨®n del territorio; el metro, m¨¢s peque?o y luminoso, tendr¨¢ ascensores para ni?os y minusv¨¢lidos.
Los abundantes gastos que generaba el veh¨ªculo privado financiar¨¢n buena parte de la red. Habr¨¢ becas de transporte y el precio de algunos billetes aumentar¨¢. No obstante, los automovilistas, vi¨¦ndose liberados de las facturas, los golpes, el atasco, la b¨²squeda de un sitio que no existe, de los disgustos, en fin, pagar¨¢n complacidos cantidades mucho m¨¢s bajas, en conjunto, que sus gastos anteriores.
Ahora s¨®lo imagina Madrid con aceras y con ¨¢rboles, las plazas recobradas, tu ciudad recobrada, y no digas que es un sue?o.
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