Del autocar a la oficina
El modesto Talavera se dio un paliz¨®n, pero elimin¨® al Racing
Siete horas en autocar con par¨®n obligado para comer. Tres, haciendo tiempo por las calles de Santander sin una habitaci¨®n donde descansar un poco. Dos, jugando al f¨²tbol. La cena, otra eternidad en el viaje de vuelta. Ya en Madrid, la jornada habitual en el Ayuntamiento de Getafe. Todo un paliz¨®n, s¨ª, pero con la satisfacci¨®n de haber eliminado de la Copa al Racing. Es la rutina de Loren. En realidad, es la historia de los componentes del Talavera, un club de la Segunda Divisi¨®n B con bajo presupuesto anual (83 millones de pesetas) y sueldos m¨ªnimos (de uno a tres millones).Llegar a Santander result¨® cansado, aunque las incomodidades fueron amenizadas por los jugadores con pel¨ªculas de v¨ªdeo, partidas de cartas y alg¨²n que otro ronquido. Luego, la pesadez de las horas muertas hasta el comienzo del partido con una peque?a sala de un hotel para dejar las bolsas y un par de calles por las que estirar las piernas. Volver a Madrid tambi¨¦n fue fastidioso. Sin tiempo para dormir un rato, un caf¨¦ y al trabajo o a la academia. Siempre hay una actividad que hacer al margen.
El entrenador, Eduardo Caturla, y 15 jugadores, entre los que figuran algunos conocidos (Julio Prieto y Mor¨®n), residen en Madrid. Un autocar los recoge en el paseo de la Florida cuando hay viajes. S¨®lo cuatro viven en Talavera de la Reina (Toledo). Los entrenamientos, por consenso, se dividen entre las dos localidades: mi¨¦rcoles y viernes en la capital, en las instalaciones de tierra de Cotorruelo, y martes y jueves en Talavera, a 150 kil¨®metros. Para amortizar los desplazamientos, que el club no financia, los madrile?os se dividen en tres coches seg¨²n las zonas.
Los de la sur (Ma¨ªto, Enrique, Soto, Gallego y Ca?adas), que se citan en una gasolinera de M¨®stoles, y los de Vallecas (Loren, Mor¨®n, Pasco, Roberto y ?scar), que quedan junto al campo del Rayo Vallecano, se turnan para llevar el autom¨®vil. Los del centro siempre van en el de Julio Prieto. Coinciden en un pub, detr¨¢s del estadio Calder¨®n, propiedad de Prieto, al que le dan 4.000 pesetas al mes para la gasolina.
Estos no son los ¨²nicos gastos que la austeridad del club no permite cubrir. Tampoco el material deportivo (dos uniformes de entrenamiento para todo el a?o y un ch¨¢ndal de viaje), ni la lavander¨ªa (cada uno se lava la ropa en casa), ni las sesiones de masajes para los lesionados (2.500 pesetas). La entidad no ha logrado mejorar ni siquiera la calidad de los autocares. A Loren, por la costumbre, le basta como cama la ¨²ltima fila. Ya puede pasar un avi¨®n a su lado que no se despierta. Peor lo llevan los lud¨®patas, que juegan al p¨®ker sobre una tabla y semitumbados. Solicitaron al club un autob¨²s con mesa, pero sin ¨¦xito.
El Talavera cuenta con su r¨¦gimen interno de multas: 1.000 pesetas por minuto de retraso y 15.000 por ausencia de un entrenamiento. Se gastan en una cena. En realidad, invita Moris, el m¨¢s inpuntual de la plantilla. Ya lleva acumuladas, cree, unas 30.000 pesetas. Son los grandes detalles de los equipos peque?os.
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