La selva negra
"Este mundo ha cambiado. Y no ha cambiado para mejor. En los setenta, entre la gente que trat¨¦, hubo algunos que me gustaban y otros a los que detestaba, pero era buena gente... Y ahora (en los ochenta) ten¨ªamos que tener detectives dentro de los despachos para asegurar que no hubiese escuchas, que las l¨ªneas telef¨®nicas no estuviesen pinchadas, que no se practicasen interferencias electr¨®nicas en nuestras oficinas, y deb¨ªamos mirar si hab¨ªa c¨¢maras ocultas cuando entr¨¢bamos y sal¨ªamos de nuestras reuniones. Han arruinado mi vida. Es como si estuvieses en el arroyo, como si alguien est¨¢ apilando mierda sobre ti y tienes que luchar para mantenerte a flote". Aunque esta pincelada podr¨ªa evocar la trama de las escuchas de Barcelona, est¨¢ inspirada en otra historia: lo dice uno de los entrevistados en el libro de la periodista Connie Bruck El baile de los depredadores, el retrato m¨¢s fidedigno del Wall Street de la ¨¦poca dorada de los bonos basura de Michael Milken.Aunque se mantiene el secreto del sumario, una voz autorizada se?ala: "Existen ya en manos del juez Eduardo Navarro documentos en los que se acredita que la red de escuchas reportaba al Cesid". Seg¨²n los datos existentes, la contrataci¨®n del coronel del Centro Superior de Investigaci¨®n de la Defensa (Cesid) Fernando Rodr¨ªguez Gonz¨¢lez como asesor de seguridad de La Vanguardia, en julio de 1993, permiti¨® el desembarco directo de una personalidad que ya manten¨ªa el hilo directo con sus antiguos compa?eros capitaneados por Miguel Legarza Egu¨ªa, El Lobo. Tras supervisar, pues, una fase de la actividad de la red, Rodr¨ªguez Gonz¨¢lez salt¨® al ejercicio activo.
La investigaci¨®n en curso trata de conocer el funcionamiento de la doble trama, en la que se mezclaban las tareas encomendadas por el propietario y editor de La Vanguardia, Javier God¨®, por una parte, con el aprovechamiento, por otra parte, de dicha informaci¨®n, espionaje del propio contratante incluido, a fin de nutrir de datos al Cesid. Otra l¨ªnea de productos de la doble trama era la comercializaci¨®n de sus averiguaciones ilegales con otras empresas de seguridad, que constituyen el mercado natural de este tipo de informaciones, al que se han incorporado, tambi¨¦n, medios de comunicaci¨®n.
El trastocan¨²ento del mapa de medios de comunicaci¨®n en Espa?a durante el periodo en que han tenido lugar los procedimientos de la red era de inter¨¦s tanto privado como p¨²blico. La penetraci¨®n de dichos medios por entidades financieras, la rivalidad entre los grupos, hab¨ªa sido objeto de una preocupaci¨®n sistem¨¢tica por parte del Gobierno, seg¨²n atestiguan gestiones, comentarios y entrevistas. La posibilidad de cambios en el capital de La Vanguardia, por ejemplo, provoc¨® una movilizaci¨®n del Gobierno en el ¨²ltimo trimestre de 1991 y los primeros meses de 1992, proceso que culmin¨® con la ruptura, por iniciativa del editor catal¨¢n, de sus contratos con el presidente de Banesto, Mario Conde.
La existencia de un mercado negro de informaci¨®n sensible, a partir de la contrataci¨®n de personal reclutado en canteras como la Brigada de Interior de la Polic¨ªa o el Cesid, ha sido un producto de los a?os de boom y operaciones financieras espectaculares. Ahora, en la crisis, con la desestabilizaci¨®n de propietarios y equipos de gesti¨®n a la orden del d¨ªa, dicho mercado ha crecido a¨²n m¨¢s. El hecho de que a las redes contratadas por empresas privadas, alimentadas con agentes procedentes de los aparatos de seguridad oficiales, se les superpongan, como parece ser el caso de La Vanguardia, los servicios del Estado, ha contribuido a descomponer a¨²n m¨¢s la situaci¨®n, dando lugar a una verdadera selva de informaci¨®n negra en este pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Escuchas telef¨®nicas
- Cesid
- Ministerio de Defensa
- Opini¨®n
- Intromisi¨®n intimidad
- Servicios inteligencia
- Ministerios
- Espionaje
- Fuerzas armadas
- Fuerzas seguridad
- Prensa
- Seguridad nacional
- Espa?a
- Administraci¨®n Estado
- Telecomunicaciones
- Delitos
- Medios comunicaci¨®n
- Sucesos
- Comunicaciones
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Defensa
- Comunicaci¨®n
- Justicia