Ser de HB ya no es gratis
"El sentimiento de culpabilidad, las dudas, la angustia cotidiana de no poder identificarme (apaciguarme) con ninguna referencia colectiva [ser¨¢] lo que probablemente me llevar¨¢ al autoaniquilamiento". Joxe Agust¨ªn Arrieta, autor de las l¨ªneas anteriores, diputado de Herri Batasuna (HB) en el Parlamento vasco, poeta y novelista en lengua euskera, particip¨® hace unos meses en el programa televisivo de Mercedes Mil¨¢. De su Intervenci¨®n se recordar¨¢ aquello de que los vascos llev¨¢bamos 16.000 a?os en el mismo sitio, y su llamamiento a romper el abismo de incomprensi¨®n entre los vascos y los espa?oles, que atribuy¨® a la tergiversaci¨®n de los medios y a la inercia centralista.Ahora duda, y nada es m¨¢s respetable. Asegura que no es miedo "al qu¨¦ dir¨¢n y a las miradas fr¨ªas y despectivas" de sus compa?eros lo que le retiene. Un estudio sobre Violencia y ansiedad en el Pa¨ªs Vasco, dirigido por el soci¨®logo Ruiz de Olabuenaga y publicado en 1985, conclu¨ªa que en Euskadi era el sector identificado con Herri Batasuna el que ten¨ªa m¨¢s interiorizado el sentimiento del miedo. ?Ser¨ªa exagerado considerar que la angustia de no poder identificarse con un colectivo -la p¨¦rdida del sentido de pertenencia- es una posible definici¨®n de miedo?
Su motivo de disidencia es pol¨ªtico, no moral. ETA estar¨ªa provocando el "enfrentamiento civil entre vascos", algo que puede ser inevitable en el "proceso de liberaci¨®n nacional", pero que la "actual correlaci¨®n de fuerzas" desaconseja por el momento. Hace ocho a?os, Juan Aranzadi pronostic¨®, en un art¨ªculo aparecido en la revista Ideas y Debate, que no habr¨ªa fin de la violencia pol¨ªtica en Euskadi hasta que la existencia de una polic¨ªa auton¨®mica no trasladase el enfrentamiento al interior de la comunidad nacionalista, rompiendo as¨ª el pacto impl¨ªcito de solidaridad intracomunitaria que hab¨ªa presidido la refundaci¨®n del nacionalismo vasco en los a?os sesenta.
Lo que emparenta la carta de Arrieta con otros pronunciamientos que se han producido estas ¨²ltimas semanas en Euskadi es la a?oranza de una violencia que no rozaba a los nacionalistas, la abyecta nostalgia de ek¨ªntzas (acciones) limpias: aquellas en las que s¨®lo ca¨ªan guardias y polic¨ªas (es decir, espa?oles: ellos). Atribuir la dificultad de comprender esa distinci¨®n a inercias centralistas revela un coraz¨®n de pedernal.
Lo m¨¢s sintom¨¢tico de la carta-de su redacci¨®n literaria, para la posteridad, y de su difusi¨®n restringida, pero tambi¨¦n de la posterior descalificaci¨®n de quienes pretendan tom¨¢rsela en serio- es que refleja la dificultad de seguir manteniendo la equidistancia: entre los secuestradores y los secuestrados jatorras (castizos), entre los terroristas y los que conceden las subvenciones al euskera, entre ETA y los directores de cajas de ahorro amenazados. La dificultad, en fin, de ser reconocido al mismo tiempo como hereje y como cofrade de pleno derecho. Pero que sea dificil no significa que algunos desistan de seguir intent¨¢ndolo. Aunque sea pat¨¦ticamente.
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