El arte de sobrevivir a la realidad
Los a?os cuarenta fueron muy dif¨ªciles para las artes en toda Europa, pero para Espa?a y su cultura resultaron ser particularmente duros. Ahora, cuando se pretende una exposici¨®n en la que mostrar obras de aquella ¨¦poca, produce una tremenda l¨¢stima y tristeza contemplar el panorama art¨ªstico de hace 50 a?os. Es, sin embargo, absolutamente necesario enfrentarse con este pasado pr¨®ximo, sobre todo ahora, cuando la novedad art¨ªstica, el espect¨¢culo de la cultura y la tiran¨ªa de la moda nos inducen al olvido de lo inmediatamente pasado.La atenci¨®n que prestamos al presente nos hace despreciar lo caducado; pero los a?os cuarenta no pueden ser vistos como una moda afortunadamente pasada, porque son una importante p¨¢gina de la historia de nuestra cultura que es necesario estudiar con profundidad y rigor y difundir a trav¨¦s de textos y exposiciones. Las obras de arte que se exhiben en esta exposici¨®n, como im¨¢genes de la sociedad que las gener¨®, reflejan claramente el esp¨ªritu de su ¨¦poca, es decir, son directa consecuencia del aislamiento cultural que se vivi¨® en la posguerra, de la desidia oficial y del desinter¨¦s por el arte en la militarizada sociedad franquista.
Arte para despu¨¦s de una guerra
Sala de la Comunidad de Madrid. Plaza de Espa?a, 8. Madrid. Hasta el 23 de enero.
Como es bien sabido, una gran parte de los artistas espa?oles se exiliaron, y otros fueron muertos durante la contienda o encarcelados al finalizar ¨¦sta, mientras que los que quedaron en Espa?a intentaron sobrevivir a unas circunstancias que fueron particularmente adversas para una actividad como el arte contempor¨¢neo, que resultaba sospechosa.
La total ausencia de conceptos te¨®ricos condujo a una regresi¨®n academicista que fue incapaz siquiera de forjar un estilo oficial franquista; simplemente se trat¨® de un desprecio por la innovaci¨®n modernizadora producido por un recelo cuartelario a lo incontrolado. El aislacionismo y la voluntad de hacer de la necesidad virtud condujeron a la dolorosa gestaci¨®n de una escuela espa?ola caracterizada por una miseria en el estilo, entre anacr¨®nico y metaf¨ªsico, y por unos temas alejados de cualquier compromiso, como los idealizados paisajes de Ortega Mu?oz, Caneja o Vaquero Palacios, de una desesperante pasividad.
En el reverso de todo esto destaca la figura de Solana con sus escenas s¨®rdidas, con esos rostros que miran sin esperanza; las formalistas aportaciones vanguardistas de Angel Ferrant y las incipientes propuestas innovadoras de artistas que comenzaban entonces su carrera, como Cuixart, Chillida, Jos¨¦ Guerrero o Palazuelo.
Presentar este panorama es el prop¨®sito de esta exposici¨®n, pero no se ha conseguido totalmente; hubiera sido conveniente reunir m¨¢s y, sobre todo, mejores obras, que las hay, y ordenarlas con alg¨²n criterio historiogr¨¢fico para ayudar a comprender un fen¨®meno de nuestra historia del arte conocido s¨®lo t¨®picamente.
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