El caso belga
Con el fin de fomentar la cada m¨¢s d¨¦bil participaci¨®n extranjera en Arco, se ha ideado este a?o potenciar la presencia e un pa¨ªs determinado, que ha ido invitado a trav¨¦s de sus galer¨ªas con el apoyo econ¨®mico de patrocinadores. De entrada, la experiencia parece positiva en arios aspectos: lo es desde el punto de vista del arte, que perm?te realizar una especie de exposici¨®n monogr¨¢fica sobre la creaci¨®n de un pa¨ªs concreto, y lo puede ser tambi¨¦n desde el punto e vista comercial, ya que cualquier feria debe pretender la apertura de nuevos mercados. En esta primera experiencia, el pa¨ªs elegido ha sido B¨¦lgica, que se presenta en la feria con 10 galer¨ªas seleccionadas y asesoradas por Jan Hoet, director del Museo Van Hedendaagse Kunst de Gante y ¨²ltimo comisario de la Documenta de Kasiel. Se podr¨ªa esperar que la uni¨®n de los intereses de los galeristas invitados y la supuesta experiencia te¨®rica del pomposo comisario dieran como resultado un determinado panorama del arte belga actual o una visi¨®n de sus tendencias m¨¢s representativas, pero la sorpresa ha sido generalizada, ya que gran parte de las obras de los artistas-belgas que se exhiben en esta secci¨®n de Arco o son aburridas, por su falta de originalidad, o carecen de cualquier tipo de excelencia que las haga admirables. Pero lo m¨¢s lamentable es que algunas de las galer¨ªas invitadas, en vez de intentar presentar lo mejor de los creadores de su pa¨ªs, han venido con obra de artistas internacionales ajenos a la vida, cultural deB¨¦lgica. Sobre las paredes de estas galer¨ªas se pueden ver obras de On Kawara (Jap¨®n), Allan McCollum (Estados Unidos), Pistoleto (Italia), Thomas Huber (Alemania), Rodney Graham (Canad¨¢) e incluso de Dal¨ª, que han llegado hasta aqu¨ª apoyadas por el dinero de los patrocinadores. Para contemplar estas obras no era necesaria la figura de un comisario ni el esfuerzo del patrocinio, que ofrece una ventaja a estas galer¨ªas frente a las que acuden por sus propios medios.Lenguaje metaf¨®rico
En cuanto a la participaci¨®n de los artistas belgas, podemos descubrir una tendencia a la utilizaci¨®n de un lenguaje metaf¨®rico conseguido a trav¨¦s del assemblage de objetos. ?ste es el caso de Annemie van Kerchkoven, Luc Deleu, Jan Vos y del indiscutible maestro de la instalaci¨®n, Guillaume Bill, que est¨¢ representado con dos obras interesantes. Frente a ¨¦stos se pueden destacar los dibujos minimalistas de Willy de Sauter, unas pinturas al ¨®leo de inquietantes habitaciones vac¨ªas d¨¦ Guy van Bossche, los artefactos de Didier Vermeiren y uno de los sobrios Tombeaux, especie de mudo mueble negro, de Jan Vercruysse, presentado junto a una impecable tortuga de bronce que empuja una esfera. Las obrasen las que m¨¢s se detiene el p¨²blico, sin embargo, son unas torpes esculturas del polifac¨¦tico Jan Fabre, cuyo inter¨¦s visual no pasa de lo meramente anecd¨®tico: el haber sido construidas con escarabajos irisados de los utilizados en bisuter¨ªa.
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