Valle-Incl¨¢n, 9; Carrero, 2
En la Historia de Madrid del marqu¨¦s de Mond¨¦jar se dice que Murcia es la provincia espa?ola en que m¨¢s se ama a Madrid. Y esto que ¨¦l escrib¨ªa en 1895 -o sea, dos a?os- antes de que se fundara el primer equipo de f¨²tbol de Madrid, aquel m¨ªtico Madrid Foot-Ball Sky, el embri¨®n del hoy fetal Real Madrid-; esto, digo" se sigue cumpliendo en pleno febrero de 1994. Abro el libro de poemas Jard¨ªn meridional, del murciano Ignacio Fontes, y ya la primera p¨¢gina est¨¢ dedicada a la calle del General Or¨¢a. No hay nada que m¨¢s deteste en prensa que ver unas comillas para abrir y cerrar una cita, puesto que las comillas son un frenazo en seco en la aceleraci¨®n con que leemos la prensa y, al menos, a m¨ª autom¨¢ticamente me quitan las ganas de seguir leyendo el art¨ªculo. Y, sin embargo, por tratarse de un poeta, no queda m¨¢s remedio que citar su texto literalmente y, en consecuencia, recurriendo a las comillas, porque siempre tengo presente aquello de estirpe irritable la de los poetas, que dijo Horacio, y la verdad es que estos sensibles ciudadanos se cabrean much¨ªsimo cuando alguien les altera media coma. Vayan aqu¨ª, pues, por delante y por detr¨¢s en la pr¨®xima cita no s¨®lo Comillas c¨¢ntabras -e incluso con su Universidad, regentada por los jesuitas-, sino hasta la Universidad Pontificia de Salamanca y todas las dem¨¢s universidades de la Iglesia, sin, por supuesto, excluir la del Opus de mi natal Navarra. Dice Fontes en su poema Jornada nocturna: "Madrid, calle / del general Or¨¢a: v¨®mitos, disparos, explosiones, / sirenas, murci¨¦lagos, peleas, / etc¨¦tera en la noche claroscura: / mil formas, disfraces, apariencias / con que se pasean / la luz y la tiniebla: dictados de la luna / y las cosas que pasan". Y, como las triqui?uelas del lenguaje son mi pasi¨®n -por ejemplo, a primera vista detect¨¦ en el maravilloso Libro rojo de la publicidad, de Luis Bassat, un error sint¨¢ctico de juzgado de guardia en el anuncio de la p¨¢gina 20, donde dice as¨ª juntitos, da gloria de verlos, en lugar del correcto da gloria verlos (una pura met¨¢stasis del c¨¢ncer ¨¦se del "digo de que"); lo primero que me llama la atenci¨®n de este texto de Fontes, digo, es que Or¨¢a lleve un acento gr¨¢fico en la primera acuando es una palabra llana acabada en vocal, cuyas dos'¨²ltimas vocales no pueden formar diptongo, y, en consecuencia, no debe acentuarse. Dec¨ªa Ortega que la poes¨ªa es hacer peque?as erosiones a la gram¨¢tica y, en consecuencia, se podr¨ªa pensar que Fontes, al acentuar Or¨¢a, utilizaba un truco de poeta para hacer poes¨ªa. Pero, como incluso el fant¨¢stico callejero de bolsillo de Madrid, editado por Neguri, y sin el que no bajo ni al buz¨®n del portal a recoger la correspondencia, e igualmente otras gu¨ªas tambi¨¦n acent¨²an Or¨¢a, hay que pensar que esta acentuaci¨®n an¨®mala no se debe a razones po¨¦ticas, sino a sutiles causas pol¨ªticas. Cuando no entiendo algo, como en este caso, siempre me acuerdo de los Fueros de mi Navarra -que incluso hoy sigue siendo la ¨²nica Comunidad Foral de nuestro Estado- porque los Fueros de Navarra nunca logr¨¦ entenderlos por m¨¢s que me los explicaban con detalle hasta los cronistas deportivos que le¨ªa en la infancia. En consecuencia, saco la conclusi¨®n de, que este acento del general debe de ser foral, porque don Marcelino Or¨¢a -hoy tambi¨¦n yo acent¨²o como un poeta-, que tanto se distingui¨® en la primera guerra carlista luchando del lado de las tropas cristinas, no en vano hab¨ªa nacido en el pueblo navarro de Beri¨¢in, y, aunque machac¨® a muchos paisanos suyos en la mencionada guerra, por nacimiento tuvo de por vida los privilegios que conllevan los Fueros.Y en fina consonancia con las explosiones de las que habla Fontes en su poema y de los ballestazos del general contra los carlistas, en esta misma calle, hasta hace apenas un a?o, tambi¨¦n vivi¨® Marisol El¨ªzari, la concejal pamplonesa que fue la primera mujer navarra que dispar¨®, hace unos a?os, el cohete que anuncia los sanfermines. Aunque lo realmente incendiario de esta calle es la vecindad de Valle-Incl¨¢n y Carrero Blanco. Recientemente cruzaba por all¨ª cuando vi una placa; colocada en el n¨²mero 9 en 1964 por la
ociedad General de Autores, que informa de que Valle-Incl¨¢n hab¨ªa vivido en aquella casa. La placa no dec¨ªa -ni tampoco ten¨ªa por qu¨¦ decirlo- que en esa misma casa hab¨ªan vivido tambi¨¦n C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano y el marqu¨¦s de Lozoya. A 25 metros est¨¢ la casa de Carrero Blanco, en Hermanos B¨¦cquer, 6, aunque yo en el t¨ªtulo futbol¨ªstico de este art¨ªculo diga Valle-Incl¨¢n, 9; Carrero, 2, porque tampoco es tan injusto rebajarle los humos anul¨¢ndole cuatro goles a un hombre que en su ascensi¨®n a los cielos tuvo la osad¨ªa de competir nada menos que con Jesucristo. Y desde esta vecindad hasta tiene m¨¢s gracia que Valle escribiera ese Tirano Banderas, que hoy triunfa en los cines, blindado por si acaso con seis premios Goya, de la mano de Garc¨ªa S¨¢nchez y Rafael Azcona.
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