La generaci¨®n perdida
La marcha del empleo en Europa no deja de causar p¨¢nico. La cifra de cuatro millones de parados en Alemania es espectacular, pero no lo ser¨¢ menos la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA) espa?ola, que se conocer¨¢ pronto. En una parte del mundo desarrollado se asiste a una etapa de bajo crecimiento, alto desempleo, inflaci¨®n moderada y bajos tipos de inter¨¦s. Es decir, a un mapa econ¨®mico distinto del tradicional, que necesita de otras respuestas.El empleo estable y bien pagado est¨¢ comenzando a ser un arcano de la historia; aumenta el n¨²mero de parados de larga duraci¨®n y, sobre todo, se disipan las esperanzas de que nuestros hijos, para los que quisi¨¦ramos una vida mejor que la de ahora, tengan trabajos como los que han existido, incluso si no hubiera recesi¨®n econ¨®mica: crecen la inestabilidad, la temporalidad y los contratos parciales, y el trabajo pierde la centralidad que tuvo. La hip¨®tesis de una generaci¨®n perdida para el empleo se convierte tal vez en una certeza.
Los pol¨ªticos se alarman -?por fin!- ante esta bomba at¨®mica que pronostican los t¨¦cnicos. As¨ª se debe interpretar que el presidente Clinton convoque por primera vez una cumbre del empleo de los siete pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo, bajo la filosof¨ªa de que "si concertamos las pol¨ªticas que cada uno aplicamos en casa para luchar contra este problema, no solamente facilitaremos el crecimiento, sino que conseguiremos que la expansi¨®n econ¨®mica se traduzca en la creaci¨®n de m¨¢s empleo en Estados Unidos y en el resto del mundo".
Tambi¨¦n en la ¨²ltima reuni¨®n de ministros de Asuntos Exteriores de la CE se constat¨® que la principal preocupaci¨®n de los ciudadanos -pase lo que pase en Bosnia- es el desempleo. Pero despu¨¦s de la cumbre de Bruselas, el plan Delors (una mezcla de ortodoxia liberalizadora del mercado de trabajo y de keynesianismo continental inversor) olvid¨® la utop¨ªa de crear 15 millones de nuevos puestos de trabajo hasta el a?o 2000 y lleg¨® a la conclusi¨®n de que su objetivo era, apenas, mantener los niveles de empleo donde est¨¢n (el paro en la CE asciende a 17 millones de personas). El problema es que en Europa tanto los buenos como los malos tiempos conviven con una tasa de paro muy alta, lo que debe interpretarse como que, por diversos motivos, mientras los pol¨ªticos quieren ganar puestos de trabajo, los empresarios desean perderlos.
La situaci¨®n es otra en Estados Unidos, donde se est¨¢ saliendo de la recesi¨®n creando empleo (6,4% de tasa de paro), a costa de disminuciones de los salarios reales o de una flexibilidad laboral casi total. Muchos de los puestos de trabajo creados en Estados Unidos en 1993 (2,5 millones) ser¨ªan rechazados en Europa (excepto por los emigrantes) por su falta de garant¨ªas.
?Significa ello que que el capitalismo anglosaj¨®n est¨¢ ganando la batalla al capitalismo renano, considerado hasta ahora superior? ?Es irremediable (por favor, aparquemos por un momento las ideolog¨ªas) que para que aumente el trabajo -arrinconado el pleno empleo- haya que renunciar a derechos adquiridos?
Y mientras tanto, ?qu¨¦ ocurre en Espa?a?: que tendr¨ªan que crearse cuatro millones de puestos de trabajo (adem¨¢s de los 12 millones que hay) para tener un nivel de empleo tan cr¨ªtico como el que existe en Europa; que actualmente traba a el mismo n¨²mero de personas que hace 25 a?os, cuando el pa¨ªs contaba con cinco millones menos de ciudadanos; que de cada cien personas en edad laboral, s¨®lo trabajan 45, mientras que en la CE lo hacen 61, en Estados Unidos 70 y en Jap¨®n 75. ?C¨®mo no entender que nuestras dificultades son a¨²n mayores y que no se puede ser conservador para salir de ellas?
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