Trece a?os despu¨¦s
Desde 1981 no se representaba Eugenio Onieguin en Madrid. Eran tiempos -no tan lejanos, por otra parte- en que para montar una ¨®pera rusa se invitaba a una compa?¨ªa completa de alg¨²n pa¨ªs del Este. Temirkanov y el Kirov de San Petersburgo mostraron entonces otra forma distinta de hacer ¨®pera a la que se practicaba aqu¨ª con m¨¢s asiduidad, volcada alrededor del divo de turno. Se valoraban con estas visitas otros factores: la labor de conjunto, la importancia de la orquesta...En 1986 y en 1990, el Teatro de la Zarzuela program¨® producciones "occidentales" de ¨®peras. rusas, aunque en ellas figurasen un elevado n¨²mero de artistas eslavos. Pero tanto el inolvidable Boris Godunov con Raimondi dirigido por Faggioni como La dama de picas eran productos art¨ªsticos m¨¢s cercanos, y adem¨¢s estaban interpretados por los cuerpos estables -orquesta y coros- de la casa.
Eugenio Onieguin
De Chaikovski. Director musical: Arturo Tamayo. Director de escena: John Cox. Escenograf¨ªa: Timothy O`Brien. Coreograf¨ªa: Adolfo Le¨®n. Con K. Mattila, Lola Casariego, Carlos ?lvarez, Sarah Walker. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 20 de febrero.
El Eugenio Onieguin que se present¨® anteayer es una coproducci¨®n de la Royal Opera House Covent Garden de Londres, la Opera de Montecarlo y el Teatro de la Zarzuela de Madrid, dirigida por el veterano John Cox. Se reparten costes esc¨¦nicos, como respuesta a la crisis econ¨®mica, y aun as¨ª la escenograf¨ªa no es en absoluto deslumbrante ni lujosa. Se debate entre lo conceptual y lo pl¨¢stico, con mayores aciertos en lo primero. Un cuadro, el del duelo, es magn¨ªfico. Del resto queda una serie de detalles: el efecto difuminado a lo Vermeer de las dos hermanas nada m¨¢s levantarse el tel¨®n, la eficacia y sobriedad de la escena de. la carpa, las sugerentes figuras enmarcadas en el vals, el juego de puertas abiertas y veladuras, la escena final. Cox mueve a los actores y grupos con buen oficio. Los a?adidos coreogr¨¢ficos son de urgente olvido, por su irrelevancia y vacuidad.
Austeridad
La austeridad de la escena se corresponde orquestalmente con un predominio de lo anal¨ªtico frente a lo rom¨¢ntico. Hay distancia, en lo visual y en lo musical, pero es una distancia buscada. Se contempla la obra reflexivamente, con perspectiva. Arturo Tamayo deja cantar, organiza con precisi¨®n los acompa?amientos instrumentales, juega con fuertes y ariscos contrastes din¨¢micos -un poco excesivos, a lo ruso-, y no da preferencia al amplio aliento mel¨®dico, po¨¦tico y sentimental del melodrama. Es su planteamiento: nada de desmelenamientos apasionados; intento de claridad a lo largo de toda la exposici¨®n. A algunos les parecer¨¢ fr¨ªo, pero nadie podr¨¢ objetar que el pulso dram¨¢tico se desvanezca.Con la escena de la carpa volvieron los bravos al Teatro de la Zarzuela. La finlandesa Karita Mattila se fue despu¨¦s hacia arriba para culminar con Carlos ?lvarez un d¨²o final de los que hacen afici¨®n y enloquecen los teatros. Ella es una artista espl¨¦ndida; ¨¦l estuvo colosal. La ¨®pera termin¨® en apoteosis.
Del resto del reparto vocal, muy equilibrado hasta el ¨²ltimo secundario, hay que subrayar la clase de Sarah Walker, como nodriza. El personaje de Olga tiene una tesitura demasiado grave para la bella voz y sutil l¨ªnea de canto de Lola Casariego. El tenor K. Kaludov anduvo titubeante en alg¨²n momento dentro de una correcci¨®n general. Fue muy aplaudido V. Matorin, a pesar de la monoton¨ªa de su canto. En cuanto al coro, sobre todo el femenino, hubo pasajes de mandarlos directamente a la UVI.
Tres a?os despu¨¦s de la visita del Kirov, Eugenio Onieguin se represent¨® en Madrid con un conjuntado reparto que incluye voces espa?olas incluso en cometidos protagonistas, con un director espa?ol que triunfa en el mundo, con una coproducci¨®n que implica que el Teatro de la Zarzuela est¨¢ metido en los circuitos internacionales, con sobret¨ªtulos para favorecer la comprensi¨®n y con un programa de mano espl¨¦ndido en documentaci¨®n y con un magn¨ªfico art¨ªculo introductorio de Jos¨¦ Luis T¨¦llez. No hay duda: la ¨®pera ha cambiado mucho en esta ciudad. Aunque todav¨ªa tiene que cambiar mucho m¨¢s.
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