La naturalidad de Pepe Luis Gallego
El salmantino Pepe Luis Gallego, quien fue el ¨²nico de la terna que revaloriz¨® el cartel que ya tra¨ªa por sus buenas actuaciones en 1993, prendi¨® la llama expansiva del toreo con doble naturalidad. Por un lado, toreando profusamente, y bien, con la mano izquierda, albricia que constituye acontecimiento t¨¢urico de portada en estos tiempos posmodemos y derechazosos. Por otro, con sus f¨¢ciles, gr¨¢ciles y suaves formas, alumbradas de continuo en la tarde.Ya elev¨® al cotarro a la antesala de la gloria con las ver¨®nicas de alhel¨ª con que mostr¨® sus credenciales a su primer enemigo. En lo poco que mantuvo el bicorne su reservona embestida, Gallego ya subi¨® al p¨²blico a la gloria con sus naturales de arrobadora belleza, perfectamente abrochados con pases de pecho y adornos muy camperos.
Guadamilla/Ni?o del Tentadero, Gallego, Ortiz
Novillos de La Guadamilla, muy bien, presentados, mansotes y nobles. Ni?o del Tentadero: -aviso antes de entrar a matar-, estocada desprendida atravesada, pinchazo sin soltar, estocada corta -segundo aviso- y descabello (silencio); estocada al encuentro (silencio). Pepe Luis Gallego: metisaca y estocada (ovaci¨®n); pinchazo, media y estocada (ovaci¨®n). Ricardo Ortiz: pinchazo y estocada (palmas); estocada y descabello (silencio). Plaza de Las Ventas, 13 de marzo. Casi media entrada
Volvi¨® a iluminar la tarde con el quinto, frente al que se produjo tambi¨¦n en redondos mandones y largos cual despedida de enamorados. A?adi¨®, a su pesar, la emoci¨®n de quedarse colgado unos eternos instantes entre las afiladas astas del bicho, por fortuna sin otra consecuencia que apretarnos el coraz¨®n a todos los presentes. Su subalterno Javier Gil hubo de destocarse tras dos magn¨ªficos pares de banderillas al segundo animal.
Tanta inspiraci¨®n no alcanz¨® a sus compa?eros. Sus novillos fueron de similar catadura: gran trap¨ªo, badanudos, enmorrillados, de amplios cuartos traseros y c¨¢rdenos, muy en el tipo asaltillado-santacolome?o; pero algo bajos de casta, aunque nobil¨ªsimos. Destac¨® la ag¨®nica pelea con la muerte de ese segundo, cuando demostr¨® una bravura ausente durante su lidia.
Sin embargo ni el Ni?o ni Ortiz lograron el unguento m¨¢gico, el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s del triunfo que les lance. El primero, fatalmente auxiliado por su cuadrilla, anduvo voluntarioso, pero sin diquelar ni dome?ar a sus enemigos, que llegaron a la pa?osa sabiendo lat¨ªn, griego, c¨¢lculo infinitesimal y logaritmos neperianos. Ortiz s¨®lo brill¨® con los rehiletes, que reuni¨® en una moneda de peseta, ?de las nuevas! El resto fue ambrollera e insustancial entrega.
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