El lejano Oeste

La parte oeste de la ciudad de Mostar, dominada por los croatas, parece sin guerra. Pero s¨®lo parece. El pasado mi¨¦rcoles, un breve tiroteo provoc¨® al menos un muerto y un herido. Sin embargo, las terrazas de los bares est¨¢n llenas, pero de milicianos del HVO desarmados, a los que de vez en cuando se acerca un combatiente con armas hasta los dientes para comentar las incidencias del d¨ªa.En el oeste hay coches circulando, tiendas abiertas y luz el¨¦ctrica. Los bares sirven copas y la basura est¨¢ en contenedores, pero s¨®lo dos calles m¨¢s abajo est¨¢ lo que por ahora ha dejado de ser la guerra y las paredes conservan los impactos de los disparos, primero serbios y luego musulmanes.

Cualquier cosa cuesta un dineral. Una cerveza, "12.000 dinares" (unas 300 pesetas). Una tableta de chocolate, "5.900 dinares". Por eso la mitad de los que pasan la ma?ana en el bar lo hacen s¨®lo con el tabaco y una cerveza para echar el d¨ªa. Adem¨¢s, la mayor¨ªa son combatientes a los que el alto el fuego ha dejado mano sobre mano. Muy cerca de la l¨ªnea de conflicto se est¨¢ instalando un puesto de patrullas espa?ol, en el que no hay ni una sola construcci¨®n y s¨ª mucho blindado y mucho contenedor para montar literas. Es una antigua pista de carts rodeada de alambre de espino y bloques de vecinos, desde el que los ni?os se divierten intentando vender cintas en espa?ol de Danny Daniel.