Una 'silla' en el cielo
lonesco fue un mordisco profundo del teatro universal de todos los tiempos. Con Las sillas y media docena de obras m¨¢s, matasell¨® la historia de la escena. Ni absurdo, ni gaitas. Teatro, sin m¨¢s. Beckett, en el mismo periodo de los a?os cincuenta y sesenta mayormente, y hasta que muri¨®, en la pasada d¨¦cada, jubil¨® su vida sin cesar para que todo fuera teatro: como sus personajes pordioseros y fantasmag¨®ricos, ¨¦l muri¨® en un asilo de ancianos en donde ingres¨® voluntariamente.lonesco, siempre de la mano de sus criaturas esc¨¦nicas -farsantes de la desmesura-, era un ¨¢ngel, ingenuo, bueno, perverso y pat¨¦tico. Habl¨¦ telef¨®nicamente con ¨¦l la pen¨²ltima vez. Yo estaba en Estrasburgo y me comunicaron al final del d¨ªa la muerte de Georges Brassens, el poeta-cantante de la guitarra y los mostachos. Por ninguna raz¨®n l¨®gica se me ocurri¨® llamar a Ionesco a su casa del bulevar Montparnasse, colindante, con el legendario restaurante de La Coupole, donde algunos burguesillos de los tiempos del gaullismo abucheaban a Jean Paul Sartre cuando iba a comer, porque el fil¨®sofo arengaba a los obreros.
Nunca jam¨¢s se me ha olvidado el di¨¢logo que mantuvimos entre Estrasburgo y Par¨ªs:
-Se?or lonesco, le llamo por algo que quiz¨¢ usted desconoce aun...
-?Qu¨¦ es lo que ocurre?
-Pues acaba de saberse que ha muerto Brassens.
(lonesco me cort¨® en seco, casi bruscamente ... ).
-?Y cu¨¢ntos a?os ten¨ªa Brassens ... ?
Le dije que alrededor de los 70; y durante los minutos que conversamos reconoci¨® sin gran entusiasmo que lo admiraba como cantante. Yo me atrev¨ª a decir que la letra de sus canciones me parec¨ªa poes¨ªa. Y le interrogu¨¦: "?No merecer¨ªa la academia por sus poemas? ?Ah, no, no! Era un buen cantante, pero nada m¨¢s". Ionesco, por entonces, ya pertenec¨ªa a la academia francesa de Los Inmortales.
Ionesco siempre me pareci¨® eso que se llama un individuo libre. Hace pocos a?os a¨²n, lo tropec¨¦, y ya nunca lo volv¨ª a ver, en un bar delicioso llamado La Palette, ubicado en la rue de Seine, precisamente muy cercano a la academia. Es un bar del siglo en Par¨ªs: ?qui¨¦n no habr¨¢ intentado ligar en La Palette tomando un caf¨¦? Charlaba en esta ocasi¨®n con un amigo que tambi¨¦n me conoc¨ªa por haberme visto un par de veces en un programa de la tele; me sent¨¦ cinco minutos con ellos y lo encontr¨¦ deca¨ªdo, temeroso de algo, de la muerte sin duda, y me dijo que de tanto en tanto "cuando salgo de la academia de Los Inmortales pas¨® por aqu¨ª". Su amigo coment¨®: "Monsieur Ionesco siempre tiene una silla en el cielo y otra aqu¨ª".
Babelia
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