Retrato fallido
Pese a las tribulaciones que han venido agobiando su andadura reciente, el madrile?o C¨ªrculo de Bellas Artes parece recuperar, felizmente, un mayor dinamismo, regularidad y ambici¨®n en su programa de exposiciones. Tras el atolondrado batiburrillo dedicado a la crisis que abri¨® temporada, muestras como la del aniversario de la Revista de Occidente o la de los becarios de Banesto y la dedicaci¨®n de la sala Goya como plataforma para nombres nuevos -una v¨ªa inaugurada con una interesante individual de Mateo Mat¨¦- acercan el espacio del C¨ªrculo a su perfil m¨¢s adecuado. En ese sentido deber¨ªamos entender, en principio, la pertinencia de un proyecto como el que se propuso esta Galer¨ªa de retratos. El tema del retrato delimita un fen¨®meno espec¨ªfico, de indudable atractivo, en el panorama del arte espa?ol de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas.
Galer¨ªa de retratos
C¨ªrculo de Bellas Artes. Marqu¨¦s de Casa Riera, 2. Madrid. Hasta finales de abril.
En el marco de determinadas apuestas, tanto singulares como colectivas, que abarcan desde el entorno del debate pop y las figuraciones o las tendencias conceptuales de los setenta hasta la equ¨ªvoca fragmentaci¨®n del contexto m¨¢s reciente, el retrato encuentra una f¨¦rtil proyecci¨®n, ya sea como base de una reflexi¨®n en torno a los estereotipos del g¨¦nero en nuestra memoria cultural o como mecanismo que encuentra su funci¨®n ideal en aquellos trabajos que parten de materiales biogr¨¢ficos, que ironizan sobre la figura del artista o mitifican un entorno generacional. Centrada en el mismo periodo y en el rumor de fondo de esas cuestiones, la exposici¨®n re¨²ne un conjunto de ejemplos que incluye, sin duda, un buen n¨²mero de piezas atractivas. Sin embargo, el resultado global decepciona, y por muy diversas razones.
Renuncias
De entrada, se ha renunciado a toda reconstrucci¨®n rigurosa de esa memoria del papel del retrato en nuestro arte reciente, que debiera haberse articulado en torno a las obras y series clave que definen su itinerario hist¨®rico o, cuando menos, en una secuencia estrat¨¦gica de ejemplos, capaz de hacernos inteligible la evoluci¨®n de su sentido. Por el contrario, parece haberse optado por una recopilaci¨®n aleatoria de obras relacionadas con la cuesti¨®n, sin excesivo orden ni concierto, que presenta finalmente manifiestas descompensaciones. En primer lugar, la selecci¨®n incluye tanto retratos como autorretratos -dos temas complementarios, la mirada reflexiva y el enfrentamiento a la imagen del otro, a la vez distintos e igualmente apasionantes-, pero no deja muy claras las fronteras entre uno y otro, ni el sentido que adquieren, o justifica su elecci¨®n en cada caso.
Hay, a su vez, graves desequilibrios, como el que se manifiesta, por ejemplo, con la presencia de dos extensas series de Curro Gonz¨¢lez, frente a una ¨²nica tela de Arroyo que, para m¨¢s inri, no hace justicia a una trayectoria donde, como sabemos, el juego del retrato ocupa un lugar esencial.Junto a ¨¦l, otros nombres clave para esta historia se encuentran tambi¨¦n representados de modo muy deficiente. Los casos m¨¢s flagrantes, en este sentido, son para m¨ª el de Manolo Quejido y, muy en especial, el de Guillermo P¨¦rez Villalta.
Y, por ¨²ltimo, la generosa presencia de nombres donde la incursi¨®n en el retrato no pasa de ser una rareza epis¨®dica hace a¨²n m¨¢s clamorosas algunas omisiones inexcusables. Dejando aparte la cuesti¨®n de la pr¨¢ctica total ausencia de realismos, me limitar¨¦ a recordar, aunque hay otros muchos, algunos olvidos que afectan a episodios claves de esta historia.As¨ª, desde luego, resulta evidente el del Equipo Cr¨®nica; pero tambi¨¦n el de Miquel Barcel¨® -y no s¨®lo el ¨²ltimo- o el del mismo Carlos Pazos de los setenta, con ese juego mordaz y melanc¨®lico sobre la propia imagen estelar, que sigue representando, en el tiempo, uno de los episodios m¨¢s jugosos de la Barcelona conceptual.
En definitiva, esta muestra viene a ser una buena oportunidad frustrada. En esos t¨¦rminos, la muestra podr¨¢ verse con agrado, pero desperdicia la ocasi¨®n de contarnos una historia de inter¨¦s y atractivo indudables, que no era, por a?adidura, dif¨ªcil de articular de un modo cabal.
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