Ese toreo que ya no se ve
Torrestrella / Mu?oz, Espartaco,Finito
Toros de Torrestrella, escasos de trap¨ªo excepto l? y 6?, 2? y 5?, chicos e inv¨¢lidos; sospechosos de pitones; flojos y de mediano juego. 6?, desangrado de un puyazo, fue apuntillado.
Emilio Mu?oz: bajonazo (oreja y petici¨®n de otra); bajonazo (dos orejas); sali¨® a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe. Espartaco: estocada y rueda de peones (ovaci¨®n y saludos); estocada (oreja). Finito de C¨®rdoba: dos pinchazos bajos, otro hondo ca¨ªdo y descabello (silencio); apuntillado el 6? al principio de la faena.
Plaza de la Maestranza, 21 de abril. 11? corrida de feria. Lleno.
JOAQU?N VIDAL
Emilio Mu?oz tore¨® al natural -ese toreo que ya no se ve- y sali¨® a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe. Loor al diestro sevillano de las muchas contradicciones y de los incontables altibajos, que se sinti¨® torero en lo profundo, y ahora mismo le llaman, con la intenci¨®n a que da pie el fasto, Pr¨ªnsipe de Triana.
Tore¨® al natural... Se dice, y no deber¨ªa hacer falta explicar m¨¢s pues el toreo al natural contiene todos los valores y todas las esencias del arte de torear. Bien es verdad que se llama toreo al natural cualquier cosa; basta con que coja uno la muleta con la izquierda y se ponga a pegar pases, as¨ª sean con el pico, poniendo la pierna contraria en la lejan¨ªa de all¨¢ por donde el toro pasa y apretando a correr para no encontr¨¢rselo all¨¢ por donde vuelve. Pero ese no fue el caso de Emilio Mu?oz, principalmente en su primer toro, al que tore¨® al natural.
Tore¨® al natural... Es decir ofreciendo el medio-pecho -seg¨²n ponderaban, muy gr¨¢ficamente, los revisteros cl¨¢sicos-, adelantando la muletilla breve, cargando la suerte en el embroque, embarcando suavemente la embestida y lig¨¢ndola con ganancia de terrenos. Y, adem¨¢s, desde la naturalidad, tal cual de manda tambi¨¦n la interpretaci¨®n de esta suerte fundamental, cuando se interpreta en pureza.
Cuatro tandas de naturales como cuatro soles, le sac¨® Emilio Mu?oz al toro noble aquel que abr¨ªa plaza, y luego los embruj¨® mediante una teor¨ªa de ayudados que lo dejaron sumiso y cuadrado para que el diestro, art¨ªsta y pr¨ªnsipe, le ejecutara la suerte del volapi¨¦. La faena hab¨ªa sido t¨¦cnica, inspirada y dialogante. T¨¦cnica por la ejecuci¨®n de los c¨¢nones, inspirada por el arte derramado, sonora porque el artista no paraba de hablar. Se le entend¨ªa todo y cuando los derechazos, profiri¨® una queja desgarrada: "Hay que ver, con la banderillita de los cojones". En realidad dijo co¨®ne y se refer¨ªan a los de la cara, tal cual cab¨ªa esperar de un artista consumado.
La tarde torera de Emilio Mufloz tuvo su continu aci¨®n en el cuarto toro, menos claro, m¨¢s problem¨¢tico por el pit¨®n izquierdo, y a¨²n as¨ª le ret¨® por ese lado y consigui¨® ligarle par de naturales de ensue?o. Los redondos fueron valerosos y mandones, y los ce?idos ayudados por alto dejaron a este toro tambi¨¦n a punto de caramelo Para la suerte suprema. Ocurri¨®, sin embargo, que a este toro y al otro los mat¨® Emilio Mu?oz de sendos bajonazos. ?Horror, el bajonazo! Coronar con bajonazos faenas de calidades excelsas, es como si Murillo, despu¨¦s de plasmar en el lienzo la Inmaculada, la hubiese pintado un mostacho de carabinero.
La afici¨®n desear¨ªa que no se concediera una oreja nunca, jam¨¢s, cuando muere un toro de bajonazo. Pero esto es la utop¨ªa, naturalmente y a Emilio Mu?oz le dieron tres. De donde se deduce que con dos bajonazos se pueden cortar tres orejas en la Real Maestranza, que habr¨ªan sido cuatro si el presidente llega a atender la petici¨®n clamorosa del p¨²blico, i¨®le la grasia!
Espartaco dio pases profesionales. A un toro, de escasa embestida, pocos, y a otro aplomadote muchos, con aut¨¦ntico pundonor e indudable m¨¦rito, provocando en los tendidos un sensacional alboroto de entusiasmo. A ambos los mat¨® por arriba, que es lo bueno y se gan¨® la oreja del quinto.
Los toros de Espartaco, chicos y desmedrados por la parte del pit¨®n, estaban inv¨¢lidos. Un detalle futil. A fin de cuentas, ninguno en la tarde sali¨® lo que se dice enterizo y astifino por la parte anat¨®mica referida, y como nadie protest¨® por ello, cabe suponer que no ya los bajonazos sino la propia naturaleza del toro importan a nadie, salvo a cuatro animalistas y cinco ingenuos aficionados.
El tercer toro carec¨ªa tambi¨¦n de trap¨ªo, mas Finito lo tore¨® destemplado y a disgusto. Al sexto le sobraba, y el torero cordob¨¦s lo lance¨® estupendamente a la ver¨®nica en los puros medios. Un mal puyazo desangr¨® al toro y hubo que apuntillarlo poco despu¨¦s. Mala suerte para el torero, aunque buena para la militancia mu?ocista y principesca, que ya estaba impaciente por rubricar el triunfo del titular de la causa. As¨ª que se tir¨® al ruedo, lo sac¨® por la Puerta del Pr¨ªncipe y a hombros lo llev¨® hasta el mism¨ªsimo puente de Triana.
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