S¨®lo las armas tienen la palabra
La capital de Ruanda, Kigali, rodeada por los rebeldes tutsis vive una guerra de desgaste y aqu¨ª s¨®lo las armas tienen la palabra despu¨¦s de las matanzas ¨¦tnicas que han transformado la ciudad en un cementerio.Las calles ya no aparecen cubiertas de cad¨¢veres, enterrados en fosas comunes, pero de algunas casas a¨²n se escapa el olor de la muerte. Los que iban a ser asesinados ya han muerto o han huido a las provincias, en donde las matanzas contin¨²an.
Kigali contaba con 300.000 habitantes hace s¨®lo unas semanas. Hoy est¨¢ pr¨¢cticamente vac¨ªa. Los que se han quedado est¨¢n refugiados en los centros para desplazados, islotes de vida expuestos a los obuses y a salvajes ajustes de cuentas que han producido 200.000 muertos. Son rehenes de los beligerantes. Los tutsis, en las zonas gubernamentales, y los hutus, en territorio rebelde, est¨¢n todos amenazados. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Jos¨¦ Ayala-Lasso, ha pedido su evacuaci¨®n.
Para ello no s¨®lo es preciso contar con las fuerzas gubernamentales y con los rebeldes del Frente Patri¨®tico de Ruanda (FPR,) sino tambi¨¦n con milicianos que se han convertido en comandos paramilitares hutus, que han colocado barricadas en las calles de Kigali. Inspeccionan los veh¨ªculos, abren las puertas de los blindados de la ONU para escrutar el interior en busca de "enemigos de la naci¨®n".
Esos milicianos colaboran con el Ej¨¦rcito, que les adiestra y proporciona armas. Con el kalashnikov en bandolera y granadas en la cintura, estos paramilitares afirman que luchar¨¢n hasta la muerte para impedir que los rebeldes del FPR tomen Kigali.
Las fuerzas gubernamentales resisten en la capital, pero la iniciativa parece que contin¨²a estando del lado del FPR, integrado por soldados entrenados en la t¨¦cnica de la guerrilla y decididos a seguir su ofensiva militar para negociar desde una posici¨®n de fuerza. Muchos de ellos son hijos de tutsis que huyeron de Ruanda en 1959 y al principio de los a?os sesenta, cuando los hutus, que representan el 85% de la poblaci¨®n, tomaron el poder. El Gobierno ruand¨¦s acusa a Uganda de apoyar militarmente al FPR, lo que niega el Gobierno de Kampala.
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