Torremolinos, en el juzgado
La ¨²nica urbanizaci¨®n de Torremolinos que respetaba el estilo arquitect¨®nico andaluz se hunde. Sus vecinos reniegan de vivir en Pueblo Blanco. Su cotizaci¨®n inmobiliaria ha ca¨ªdo en picado. Ocupa 3.000 metros cuadrados, en los cuales se han instalado en poco tiempo m¨¢s de treinta bares y discotecas. Muchos carecen de licencia, otros ni siquiera disponen de lavabos. Los vecinos presentar¨¢n el lunes, ante ¨¦l juzgado de guardia, una denuncia contra el Ayuntamiento.
La letrada F¨¢tima Cortes Leotte daba ayer los ¨²ltimos toques al escrito de denuncia que va a presentar en el juzgado de guardia de Torremolinos contra el Ayuntamiento de la localidad en nombre de las asociaciones de vecinos de la Roca, Nogalera y Pueblo Blanco. Requerir¨¢ al juez para que tome declaraci¨®n a los ediles sobre el cumplimiento de las ordenanzas municipales sobre el horario del cierre de locales de ocio, licencias de apertura, condiciones higi¨¦nicas, niveles de ruido y actuaciones contra la salud p¨²blica.La decisi¨®n de acudir al juzgado es el ¨²ltimo recurso de los vecinos en su particular batalla por conseguir que el barrio recupere su estado original: un pl¨¢cido rinc¨®n para el paseo sosegado en medio del.proceloso bosque de apartarnentos levantados ca¨®ticamente en la estrecha franja que separa la playa de la, monta?a.
Las casas de Pueblo Blanco no superan las tres alturas y est¨¢n separadas por calzadas peatonales. Cuando se construyeron, hace unos dieciocho a?os, eran lo mejorcito de Torremolinos. El conserje Paco Canela lo recuerda con nostalgia: "Muchos extranjeros compraron apartamentos y pisos por cinco o seis millones de pesetas. Era precioso y el ¨²nico lugar tranquilo de la zona para pasear o comer en alguno de sus restaurantes". Durante el horario de trabajo de Canela ya no se ven turistas callejeando por Pueblo Blanco. No hay escaparates. Los locales est¨¢n provistos de persianas met¨¢licas y rejas feas amarradas con candados dando a entender que protegen las mercanc¨ªas de alto rango. Nada de eso.
Se trata de locales ¨ªnfimos con apenas espacio. De la noche a la ma?ana, esta zona residencial y comercial -en horario laboralse ha convertido en foco de la movida de la Costa del Sol, pr¨®xima a la capital. Desde que Torremolinos logr¨® su independencia de M¨¢laga en 1989, Pueblo Blanco ha ido dando acogida a la mayor concentraci¨®n de bares, pubs y discotecas que pueda darse. En los 3.000 metros cuadrados que ocupa se han instalado en los ¨²ltimos a?os m¨¢s de 48 locales de esas caracter¨ªsticas. La zona se ha hecho famosa y ha llenado de oro los cajeros de estos establecimientos, pero a los vecinos les han hundido. Unos han optado por marcharse. Los que se resinten libran una ardua batalla en el ayuntamiento para recuperar la paz que disfrutaron inicialmente.
La mayor parte de los locales carece de licencia de apertura, no respetan los niveles admisibles de ruido, algunos no disponen de agua corriente y los hay sin lavabos. M¨¢s bien parecen ventanillas de expedici¨®n de bebidas a un p¨²blico que deambula por las calles de dominio p¨²blico.
Un informe pericial remitido al Ayuntamiento ha medido a las tres de la madrugada en un primer piso 64 decibelios con la ventana cerrada, 83 en una habitaci¨®n con las ventanas abiertas y 90 en la terraza. La OMS fija en 65 el l¨ªmite m¨¢ximo admisible para la salud humana. Estos ruidos que los residentes en estos apartamentos soportan de noche equivalen al paso constante de una moto o el despegue de un avi¨®n (80 decibelios).
As¨ª llevan varios a?os. Los vecinos dicen que el Ayuntamiento no se atreve a frenar estos abusos por miedo a rebeliones como las de C¨¢ceres. Uno de ellos, preso de la irritaci¨®n, arroj¨® lej¨ªa sobre los j¨®venes que paseaban bajo su balc¨®n e hiri¨® con el l¨ªquido abrasivo a una pareja de Madrid.
Las peleas callejeras son constantes, y de ello dan fe las decenas de denuncias ante la policial municipal. Los restaurantes del barrio, algunos de los cuales gozan de mucho prestigio, se ven abocados al cierre ante la mala fama que ha adquirido la zona y la imposibilidad de utilizar sus tradicionales terrazas, al ser invadidas por los j¨®venes coperos. Los apartamentos, antes muy cotizados, han reducido su precio a la mitad.
El concejal responsable, Juan Carlos Mora L¨®pez, asegura que la bronca de Pueblo Blanco le trae de cabeza. "No tenemos medios para mantener una patrulla especial que exija el cumplimiento de las ordenanzas. Es dificil conciliar las, necesidades de descanso de unos con la b¨²squeda de entretenimiento de otros". Una lista remitida por el edil sobre la situaci¨®n legal de 48 de estos locales arroja este balance: 12 carecen de licencia de apertura, 8 han sido apercibidos de cierre por vulnerar las ordenanzas, s¨®lo dos de ellos ha sido precintado.
El Defensor del Pueblo andaluz tiene abierto un expediente sobre el caso. En una recomendaci¨®n cursada a la alcald¨ªa recuerda su obligaci¨®n de clausurar aquellos locales que incumplan las ordenanzas municipales. Ante las reiteradas quejas, sugiere el Defensor que el ayuntamiento elabore unas ordenanzas medioambientales.
A partir del lunes, el juzgado de guardia tiene la palabra.
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