La Administraci¨®n incumple 'su' prohibici¨®n de fumar
Nubes de humo rodean los carteles de prohibici¨®n en hospitales, ministerios y juzgados de primera instancia
Encender un cigarrillo en plena Delegaci¨®n del Ministerio de Hacienda en la calle de Guzm¨¢n el Bueno de Madrid (ene distrito de Cuatro Caminos) no s¨®lo es perfectamente posible, incluso hay ceniceros para tirar las colillas.Y, adem¨¢s, hay un flamante estanco que vende tabaco dentro del propio edificio. Ni los funcionarios, ni los ordenanzas, ni los guardias de seguridad pondr¨¢n objeci¨®n alguna a aqu¨¦l que saque de su cajetilla un cigarrillo y lo encienda con deleite. A pesar de los carteles en azul chill¨®n que expresan claramente que est¨¢ prohibido fumar dentro del recinto.
Algo muy parecido ocurre en los juzgados de primera instancia de la plaza de Castilla y en los grandes hospitales que dependen del Ministerio d e Sanidad. Tampoco se salvan los centros sanitarios privados. La habitual imagen del esposo de la mujer parturienta consumiendo pitillo tras pitillo hasta el feliz desenlace est¨¢ muy lejos de desaparecer.
La Administraci¨®n echa humo por los cuatro costados en claro incumplimiento de sus propias normas, dictadas en 1988. Los fumadores encienden sus cigarrillos impunemente en los pasillos de los edificios p¨²blicos. Y casi nunca se les llama la atenci¨®n para que los apaguen, como pudieron comprobar dos periodistas de este diario.
En Gran Breta?a, sin ir m¨¢s lejos, si alguien enciende un pitillo en el tren, una amable funcionaria se acercar¨¢ inmediatamente a advertirle de que lo apague sin demora. Y si no lo ha hecho, a los cinco minutos, se lo recordar¨¢ de nuevo de una forma mucho m¨¢s contundente: le anunciar¨¢ la elevad¨ªsima multa, de 50 libras (unas 10.000 pesetas), que le van a imponer en el acto.
De vuelta a Espa?a, lo primero que se encuentra el ciudadano al entrar en la Delegaci¨®n de Hacienda es una m¨¢quina detectora de metales y un estanco. Eso s¨ª, junto al establecimiento hay un cartel que especifica que en ning¨²n caso se vender¨¢ tabaco a menores de 16 a?os, seg¨²n un apartado de un real decreto de 1988. Ni rastro de la prohibici¨®n del consumo dentro del edificio.
Ya en la sala de espera para entregar la declaraci¨®n de la renta, donde el viernes por la ma?ana se agolpaban unas 200 personas, al menos 20 se hallaban fumando a la vez. En una cola compuesta por tres personas, frente a registros, dos de ellos fumaban. Una incluso tir¨® su colilla, sin reparo alguno, al suelo.
Fumar nervioso
La contradicci¨®n entre el real decreto de 1988 que prohibe fumar en lugares p¨²blicos y los h¨¢bitos es patente. Suele haber ceniceros a los pies de los escasos letreros de prohibido fumar que cuelgan en las paredes de las sedes de los organismos del Estado. En la Consejer¨ªa de Salud de la Comunidad de Madrid, el viernes pasado, una de las funcionarias que atienden la recepci¨®n del edificio se fumaba un ducados.
El vest¨ªbulo de la Consejer¨ªa est¨¢ lleno de humo. Al menos cinco personas consumen tabaco nerviosas. Al otro lado de la pared se halla la sala de espera de la unidad de cuidados intensivos del hospital Gregorio Mara?¨®n. Fuman cerca de la escalera, porque es un sitio de paso y no molesta demasiado. El "Sea paciente, aqu¨ª no fume", que cuelga a escasos metros, queda muy decorativo, porque respeto apenas lo despierta.
En todas las plantas donde hay pacientes ingresados hay una aut¨¦ntica sala fumadero, seg¨²n se observa en una simple comprobaci¨®n. La Asociaci¨®n para la Defensa de la Sanidad P¨²blica lo denuncia cada a?o. Pero no es escuchada.
Precisamente los organismos p¨²blicos son carne de denuncia con bastante frecuencia, en las oficinas de la Consejer¨ªa de Salud, por parte de los no fumadores que se sienten desprotegidos. Curiosamente, los 46 juzgados de primera instancia de la plaza de Castilla baten marcas a la hora de aparecer en los papeles. De hecho, echan humo como una chimenea. La tensi¨®n all¨ª est¨¢ a flor de piel y los procesados, testigos y letrados queman los nervios a golpe de calada en los pasillos.
Las aproximadamente 15 denuncias mensuales de ciudadanos indignados por el humo que se registran en la Consejer¨ªa de Salud (donde no cuentan con datos concretos) se refieren en muchas ocasiones a estos juzgados. El resto de las reclamaciones son telef¨®nicas y no pasan de la mera queja, aunque los cruzados de la causa antitabaco tambi¨¦n se hacen notar con profusi¨®n.
La ¨²ltima gesta corre a cargo de una mujer convencida de su misi¨®n antitabaco. Su empe?o le hizo llevar su causa hasta el Tribunal de Estrasburgo. Y consigui¨® su cometido: la prohibici¨®n de fumar en cualquiera de los pasillos del metro de Madrid.
Pero las multas, que podr¨ªan llegar a alcanzar 80.000 pesetas, a¨²n est¨¢n por venir. La prohibici¨®n tambi¨¦n se incumple en estaciones de tren, autobuses y aeropuertos.
Un ojo morado
La Consejer¨ªa de Salud registra las denuncias m¨¢s rocambolescas: hace dos semanas registr¨® la reclamaci¨®n de un no fumador que se hab¨ªa enfrentado a un fumador empedernido. El resultado de su arranque quijotesco por preservar su aire y el de los dem¨¢s le cost¨® un ojo morado. Con la celebraci¨®n del D¨ªa Mundial Sin Humo se esperan m¨¢s quejas, seg¨²n cuenta un funcionario.
El Ayuntamiento de Madrid ha tardado tambi¨¦n en ponerse quisquilloso con los fumadores impenitentes. Dentro de casa, es decir, en las dependencias municipales, se han plagado las paredes de carteles de "Prohibido fumar", muy recientemente, seg¨²n explica el concejal de Sanidad y Consumo, Sim¨®n Vi?als. Adem¨¢s se han dado instrucciones a los conserjes de que adviertan de la prohibici¨®n de encender un pitillo, e incluso de que lo impidan, extremo que hasta la fecha no hab¨ªa ocurrido.
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