Heterodoxia y ambig¨¹edad
Juventudes Mus¨ªcales de Madrid / INAEMIvo Pogorelich, pianista. Obras de Musorgski y Chopin. Auditorio Nacional. Madrid, 8 de junio.
Toc¨® una vez m¨¢s para las juventudes musicales de Madrid, el excepcional Ivo Pogorelich. Se llen¨® el Auditorio Nacional y aplaudieron con entusiasmo los 2.000 asistentes, despu¨¦s de escuchar los Cuadros de una exposici¨®n, de Musorgski, y los cuatro scherzi, de Chopin. Semejante programa, tan atractivo, concreto y exactamente equilibrado, parec¨ªa renuente a las propinas finales y as¨ª debi¨® pensarlo, coraz¨®n, el pianista de Belgrado.
Como Mauricio Ravel despleg¨® su inmenso talento orquestal al transcribir los Cuadros de una exposici¨®n, no ha faltado quien piense en la mayor debilidad de la versi¨®n original. Grave error, pues en rigor se trata de dos obras, o de dos formas de la misma obra igualmente geniales. Es m¨¢s, si Ravel instrument¨® los Cuadros, fue por la alt¨ªsima admiraci¨®n que sent¨ªa hacia ese piano heterodoxo, imaginativo, nuevo y dram¨¢tico. Tambi¨¦n Pogorelich es artista estupendamente heterodoxo, como fueron, son y ser¨¢n todos los grandes.
Nada mejor para un int¨¦rprete profundo y para la m¨²sica que nos transmite, que renovar su estreno, reinventar su capacidad de sorpresa. Lo que Pogorelich hizo en los Cuadros me parece algo fuera de serie, incluso algo ¨²nico, desde la misma concepci¨®n hasta la soluci¨®n que la idea exige de la t¨¦cnica. El piano se llenaba de colores y perspectivas y la variedad y riqueza de los ataques fabricaban en cada caso el sonido ideal, siempre diferente aunque integrado en la gran muestra sonora que el autor de Bor¨ªs Godunov dedic¨® al que hab¨ªa sido su amigo, V¨ªctor Hartmann.
Imaginaci¨®n
A prop¨®sito de la versi¨®n de Pogorelich, me gustar¨ªa establecer algo que no creo se entienda siempre con rectitud: la imaginaci¨®n, los nuevos puntos de vista, la acomodaci¨®n de los pentagramas a la sensibilidad que los asume, no s¨®lo conforma un proceso v¨¢lido, sino deseable, siempre y cuando no se advierta gratuidad, falta de justificaci¨®n, ni siquiera en los detalles. Todo cuanto hizo Pogorelich en los Cuadros me pareci¨® producto de un minucioso e importante an¨¢lisis y as¨ª lleg¨® la obra a todos, tan explicada como fascinante, tan sentida como glorificada.No percib¨ª igual c¨²mulo de justificaciones en muchos momentos de los scherzi chopinianos, lo que me extra?¨® conociendo, de otras veces, la forma de pensar Chopin de Pogorelich. No entiendo por qu¨¦ un pasaje constitutivo puede transformarse en una leve y fugitiva ornamentaci¨®n, eso s¨ª, tocada prodigiosamente; tampoco me sirven algunos tiempos, si me impiden escuchar la m¨²sica escrita.
Anoche tuvimos un Chopin que, a pesar de tantas bellezas sonoras, de tan interminable gama din¨¢mica, de las soberbias potencias y la escalofriante simultaneidad de los ataques y de la intenci¨®n trascendente, m¨¢s que heterodoxo podr¨ªa calificarse de ambiguo, lo que es bien distinto. Pero en fin, uno de los atractivos de la m¨²sica vivida directamente es saber que escucharemos algo literalmente irrepetible.
Como todos los conciertos extraordinarios de juventudes musicales madrile?as, desde que las preside Mar¨ªa Isabel Falabella, el de Pogorelich contribuye a la captaci¨®n de fondos destinados a becas para nuestros j¨®venes m¨²sicos.
Babelia
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