El juego de los errores
Massimo Ghirotto se impone en la etapa de transici¨®n prealpina
Primero, sobraba Berzin. El l¨ªder ruso se hab¨ªa colado de rond¨®n en una clase que no le correspond¨ªa. Llov¨ªa a mares y los corredores iban con chubasqueros. Se hab¨ªa producido un corte casi espont¨¢neo de unos 20 corredores a causa de lo quebrado del terreno. Berzin no iba de rosa. Cuando sali¨® el sol, 10 kil¨®metros despu¨¦s, el l¨ªder hizo en plan superman: se baj¨® la cremallera del chubasquero y sac¨® pecho, rosa.Ghirotto, ya activo en el kil¨®metro 120 de la etapa, hizo de portavoz del estupor general y se lo hizo saber de inmediato. "L¨¢rgate", le dijo. "Si no te vas, nuestra escapada no llegar¨¢ a ninguna parte. Tu puesto est¨¢ atr¨¢s y no en esta guerra, que s¨®lo es para ganar la etapa". "Lo siento, lo siento", le respondi¨® el l¨ªder. "Me he quedado delante sin darme cuenta. De todas formas, sois 20 y tampoco llegar¨¦is muy lejos". Y en ¨¦sas lleg¨® Chiappucci tirando del pelot¨®n y restableciendo la calma.
Lo contaban luego los protagonistas ri¨¦ndose. GhIrotto, feliz porque hab¨ªa ganado finalmente la etapa -se escap¨® con otros tres justo despu¨¦s de enviar a casa a Berzin-; Berzin, porque hab¨ªa pasado sin da?os un d¨ªa temido. Pese a ser ruso, no le gustan ni la lluvia ni el fr¨ªo. Fue de los pocos que lleg¨® a meta a¨²n vistiendo los manguitos largos. "Empezaron a acelerar delante y me fui para all¨¢ por prudencia, porque no sab¨ªa qui¨¦n iba. De todas formas, mejor. He hecho trabajar al Banesto y al Carrera y mi equipo ha podido descansar. Yo no me he cansado nada simplemente porque siempre fui detr¨¢s en la escapada. Nunca me puse a tirar. Siempre a rueda". Era un juego que llegaba poco despu¨¦s de un momento de nervios: un pinchazo del l¨ªder. "Tard¨® en llegar mi coche y perd¨ª tres o cuatro kil¨®rnetros".La comedia fue bonita. De los cuatro escapados, el m¨¢s veloz era Sorensen. Los otros tres -Ghirotto, Podenzana y Massi- lo sab¨ªan. Y cada uno utiliz¨® sus armas. Podenzana, la sinceridad, intentando huir sin m¨¢s a falta de 5 kil¨®metros; Massi, la sorpresa, haciendo ver que iba con la lengua fuera y saltando cuando nadie lo esperaba; y Ghirotto, la astucia. Gan¨® el zorro que enga?¨® a un Sorensen que no ten¨ªa m¨¢s remedio que salir a por los que quer¨ªan pirarse.
Despu¨¦s de las risas, el champ¨¢n y los juegos, llegaron las preocupaciones y las seguridades. Ambas, ofrecidas por el l¨ªder. "S¨ª, me preocupan las dos etapas alpinas, pero ?qu¨¦ puedo hacer?, no puedo cambiar el recorrido. S¨ª, me preocupa un ataque en los ¨²ltimos kil¨®metros del ¨²ltimo puerto. S¨ª, me preocupa el mal tiempo. S¨ª, me preocupa un ataque lejano de Chiappucci. No, no conozco los puertos, pero me parecen duros. No, no saldr¨¦ a por Chiappucci si ataca desde lejos para hacer de puente.
El Diablo, el due?o de la llave del Giro, seg¨²n el l¨ªder, no cesa de hablar con su compa?ero de habitaci¨®n: "Le he dicho que, ante todo, nada de miedo, que hay que ir a por todas. Ahora mismo firmaba que todo pasara como en el Mortirolo".
Indur¨¢in, tranquilo: "Tampoco es mal sitio el podio. Claro que si puedo ganar, mejor. Ha br¨¢ que intentarlo. El problema es que estos puertos le van mejor a Berzin que el Mortirolo: son duros porque son largos, no por las rampas. Y, adem¨¢s, hay mucho llano entre el Izoard y el ¨²ltimo. Demasiado para irse solo frente a un equipo que trabaja bien".
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