El hielo que quema

En el continuo revival del rock, este legendario cuarteto sueco supone la querencia, sin m¨¢s, por el garage sound, sin ninguna gana de evolucionar hacia la siguiente estaci¨®n, el grunge. O sea, m¨¢s de los a?os sesenta y menos de los setenta. As¨ª qued¨® demostrado en una vibrante actuaci¨®n, destinada a acallar al principal demonio de los conciertos en directo, hoy por hoy, en Espa?a: el aburrimiento.Durante m¨¢s de hora y cuarto, estos vikingos fascinados por el rock el¨¦ctrico, rico en decibelios, dieron un buen repaso a los temas m¨¢s potentes de su extensa discograf¨ªa, sin dejar un minuto de descanso al pu?ado de aficionados que se empe?aban en mantener con vida la pr¨¢ctica de bailar pogo a base de empujones.

I'm out of it, But vibes, Surfin's in the bars o Fire & brimstone son canciones apoyadas en la resoluci¨®n de un rotundo y efectivo riff de guitarra, por lo que, a no ser que el grupo salga dormido a escena, siempre funcionan y contagian de diversi¨®n energ¨¦tica al p¨²blico. Era la premisa n¨²mero uno del punk. De ah¨ª que tambi¨¦n sonaran cl¨¢sicos del g¨¦nero, v¨ªa Damned, Dictators y Wipers. Tal vez sea la incendiaria voz de Nick VahIberg, educada en el estilo de Joey Ramone. O la guitarra de Hans Ostlund, utilizada como arma mort¨ªfera. O quiz¨¢ el secreto est¨¦ en una secci¨®n r¨ªtmica que no deja el m¨ªnimo espacio a sutilezas. El caso es que hay fuego en el coraz¨®n de estos n¨®rdicos, empe?ados en demostrar a sus fans latinos que el hielo tambi¨¦n puede quemar.