Se acabaron las fuerzas
Los teloneros sufren el descalabro de la etapa reina, que cubrieron a ritmo lento
En la etapa reina, De las Cuevas perdi¨® 20 minutos, Virenque lleg¨® desfigurado a la meta, Leblanc cay¨® nada m¨¢s cruzarla Pantani se puso tercero y le sac¨® minuto y medio a Indur¨¢in, un colombiano gan¨®... ?Qu¨¦ etap¨®n! Nada de eso. El pelot¨®n cumpli¨®, por primera Vez en este Tour, el horario m¨¢s lento previsto por la organizaci¨®n, apenas a 28 kil¨®metros por hora. Tan lento que se aplic¨® el baremo m¨ªnimo en el fuera de control -el 8% del tiempo del vencedor- y 58 corredores, todo el autob¨²s, llegaron tarde, a m¨¢s de 25 minutos. La organizaci¨®n no tuvo m¨¢s remedio que repescarlos. Tantos descalabros s¨®lo fueron consecuencia de la extenuaci¨®n que sufren los corredores, a los que se les ha acabado la gasolina. A todos menos a uno, Indur¨¢in, ajeno a cuanto acontece a su lado. El sigue yendo a lo suyo.A cinco kil¨®rnetros de la meta, a punto de alcanzar el techo del Tour 94 (2.275 metros), despu¨¦s de llevar ya acumulados 73 de escalada por las laderas de Glandon, Madeleine y Val Thorens, un pelot¨®n de veinte corredores persegu¨ªa a Caca¨ªto Rodr¨ªguez y Ugrumov. Lo llevaba haciendo desde hac¨ªa cuatro horas. Iban, camuflados en el grupo, gente como Van de Laer, Vanzella, Caritoux, Chioccioli o Sorensen, que son todo menos jovencitos escaladores. Por supuesto que viajaban a remolque de los hombres fuertes de la carrera, pero suced¨ªa que ¨¦stos iban ya con, la reserva del combustible encendida. Los combativos festina ten¨ªan r¨ªgidas las piernas, Pantani se hab¨ªa ca¨ªdo, hecho da?o en una rodilla y ten¨ªa, que medir el esfuerzo, aunque ¨¦l no se distingue precisamente como estratega, e Indur¨¢in se limitaba a seguir un ritmo que le resultaba id¨®neo, pues no le supon¨ªa gran desgaste.
Una etapa reina, corta, dura, la m¨¢s temida por Indur¨¢in cuando conoci¨® el recorrido de la carrera, que iba camino de la meta sin pena ni gloria: la consabida escapada del d¨ªa por delante y el pelot¨®n por detr¨¢s. Las in tenciones de la fuga eran suficientes para desencadenar la batalla, porque Ugrumov y Rijs -¨¦ste luego se qued¨®- pod¨ªan asomarse a puestos dignos en la clasificaci¨®n y Rodr¨ªguez, si le dejaban llegar, era candidato a gartar la etapa. Pero no hubo reacci¨®n entre los teloneros del Tour. Fue la evidencia de que Virenque, Leblanc y De las Cuevas ya est¨¢n con las fuerzas justas; el problema de Pantani era otro, porque la ca¨ªda se las hab¨ªa mermado.En cualquier caso, Pantani, el gran animador del Tour, antes muere que quedarse quieto en la bicicleta cuando ve la monta?a. Y ayer la hab¨ªa por doquier. En cuanto se recuper¨®, salt¨®. Se iba a coronar La Madeleine, Virenque le sigui¨® e Indur¨¢in aplic¨® un correctivo a los dos pasando primero por la cima. "Si ellos atacan, yo tambi¨¦n puedo ?o no?", dijo Indur¨¢in. Despu¨¦s volvi¨® la calma y tras poner el l¨ªder en fila india a todos los corredores, permiti¨® su agrupamiento.La escapada de Ugrumov, Rijs y Rodr¨ªguez empez¨® inquietar seriamente cuando alcanz¨® los cinco minutos. Lino se puso a tirar del pelot¨®n para que sus compa?eros Virenque y Leblanc siguieran so?ando con el podio en Par¨ªs, pero no estaba para muchos trotes. Pulnikov le relev¨®. Cuando no pudo m¨¢s, Indur¨¢in se encontr¨® con que all¨ª no hab¨ªa nadie con fuerzas para subir. ?l carg¨® con la responsabilidad, pero a su aire, a medi¨® gas. Eso fue demasiado para Pantani, que, dolorido, maltrecho y cansado, no pod¨ªa admitirlo. El ataque del te¨®rico mejor escalador del mundo, pero que ni es rey de la monta?a, ni a¨²n ha ganado ninguna etapa, mostr¨® la realidad del estado de quienes dej¨® atr¨¢s. Sac¨® minuto y medio a todos en apenas cuatro kil¨®metros -a Indur¨¢in porque quiso-, mientras los componentes de ese grupo que poco antes iban juntos, se distanciaron entre s¨ª hasta ocho minutos. Fue la demoledora sentencia.
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