'El s¨ªndrome del 10 de julio'
El mundo pol¨ªtico ruso sufre el s¨ªndrome del 10 de julio. Ese d¨ªa, en Bielorrusia y Ucrania, las dos rep¨²blicas eslavas vecinas, la vieja guardia, copia calcada de la que est¨¢ en el poder en el Kremlin, sufri¨® una sangrienta derrota electoral. El acceso al poder de nuevos presidentes en Minsk y Kiev tiende a confirmar que en Europa del Este se est¨¢ estableciendo una nueva regla: los hombres que est¨¢n en el poder desde la ca¨ªda del antiguo r¨¦gimen no sobreviven a la prueba de unas elecciones poscomunistas. Desde Lituania a Ucrania, pasando por Polonia y Hungr¨ªa, el escenario se repite. Tambi¨¦n en Mosc¨² el partido gubernamental perdi¨® las elecciones legislativas de 1993. Pero no se trataba m¨¢s que de un toque de atenci¨®n a Bor¨ªs Yeltsin, cuyo mandato no finaliza hasta junio de 1996. Hoy todo el mundo afila en Rusia las armas teniendo en cuenta esa fecha, lo que a?ade peso a los acontecimientos que tienen lugar en los pa¨ªses vecinos.El cambio m¨¢s espectacular ha tenido lugar en Bielorrusia, donde por primera vez se eleg¨ªa presidente mediante sufragio universal. En esa rep¨²blica de 10 millones de habitantes, Alexandr Lukachenko, un joven diputado de 39 a?os sin adscripci¨®n pol¨ªtica, obtuvo el 80,1 % de los sufragios, aplastando al primer ministro,Viatcheslav Kebitch, que contaba con el apoyo de todo el establishment. Lukachenko se dio a conocer en 1991 al votar, casi en solitario; contra los acuerdos firmados por Yeltsin, Kravchuk y Chuchkievitch (entonces jefe de Estado de Bielorrusia) en el pabell¨®n de caza de visones de Bialowiertza mediante. los cuales acabaron precipitadamente con la existencia de la URSS. Posteriormente, como presidente de la comisi¨®n parlamentaria anticorrupci¨®n, el joven diputado no salv¨® de sus investigaciones a Chuchkievitch, quien, seg¨²n ¨¦l, s¨¦ hac¨ªa construir villas y facilitaba el enriquecimiento de sus amigos. Derrocado a primeros de a?o por el Parlamento, el ex presidente contaba con las elecciones presidenciales para restablecer su reputaci¨®n. En la primera vuelta s¨®lo obtuvo un 8% de los votos y fue eliminado. Lukachenko pronunci¨® una frase lapidar¨ªa: "El primero de los visones acaba de ser abatido".
El segundo vis¨®n, el ucranio Leonid Kravchuk, se defendi¨® m¨¢s encarnizadamente. Primero hizo lo imposible para lograr un aplazamiento de las elecciones, pero el nuevo Parlamento, de mayor¨ªa nacional-comunista y agraria, hizo fracasar sus maniobras. Con fina t¨¢ctica, Kravchuk intent¨® entonces transformar el escrutinio del 10 de julio en un voto plebiscitario sobre la independencia, argumentando que su adversario, Leonid Kutchma, presidente de la Uni¨®n de Industriales y Empresarios de Ucrania, era un submarino de los rusos. Para ilustrar su tesis "revel¨®" que Kutchma no sab¨ªa, la lengua del pa¨ªs hasta 1992, en que la aprendi¨® tras ser nombrado, por poco tiempo, primer ministro. No era ni muy elegante ni h¨¢bil. La inmensa mayor¨ªa de la ¨¦lite ucrania se ha formado, como Kutchma, en escuelas y universidades de lengua rusa -que contin¨²an funcionando en Ucrania- y ha aprendido el ucranio en casa o en la calle. El Parlamento de Kiev es, adem¨¢s, biling¨¹e, y muchos diputados comienzan tranquilamente sus discursos en ucranio y luego se dejan llevar y pasan al ruso. Por otra parte, desde su discurso inaugural, Kutchma elev¨® el ruso a lengua oficial junto al, ucranio, que sigue siendo la lengua del Estado.
La campa?a de Kravchuk no hizo m¨¢s que inflamar las pasiones nacionalistas de Ucrania occidental, que hasta 1939 perteneci¨® a Polonia y se distingue por su hostilidad hacia Rusia. Se lleg¨® hasta a levantar barricadas para impedir que se celebraran los m¨ªtines de Kutchma. No es de extra?ar, por tanto, que en Lvov, capital de la regi¨®n, Kutchma s¨®lo obtuviera un 4% de los sufragios. Las secuelas de tal batalla electoral no desaparecer¨¢n as¨ª como as¨ª. Kutchma, elegido con ventaja frente a Kravchuk (con un 52%, frente al 45% de los votos), se niega a crear una federaci¨®n de las dos Ucranias porque teme que ello desemboque en un drama como el de Yugoslavia. Est¨¢ convencido de la necesidad de una Ucrania unificada, y para apaciguar los ¨¢nimos cuenta con la mejora ,de la situaci¨®n econ¨®mica y con la ayuda del Parlamento. Su tarea, terriblemente dif¨ªcil, exige tiempo, pero felizmente los nacionalistas de la Ucrania occidental no son secesionistas y no piensan en una "Galicia independiente". Por otra parte, su actual alianza con Kravchuk, al que odiaban durante el tiempo en que estuvo en el poder, prueba que su humor es vers¨¢til.
Lo que m¨¢s sorprende en las elecciones de Ucrania -y tambi¨¦n en las de Bielorrusia- es lo pac¨ªfico de su desarrollo, sin incidentes y sin cuestionar los resultados, hechos p¨²blicos con la mayor celeridad, como en cualquier democracia ya rodada. La afluencia a las urnas (m¨¢s del 70% de los votantes) se sit¨²a en un buen nivel europeo y sobrepasa con mucho la registrada en Rusia o en Polonia. La alternancia, tanto en Kiev como en Minsk, se verifica sin problemas.
Los dos vencedores tienen en com¨²n haber trabajado en el sector econ¨®mico y no, como los salientes, en el, aparato pol¨ªtico e ideol¨®gico del PCUS. Alexandr Lukachenko fue presidente de un sovj¨®s y su paso por el Komsomol y el partido fue puramente formal. Leonid Kutchma volaba m¨¢s alto: obtuvo el Premio Lenin por su contribuci¨®n a la construcci¨®n de los misiles SS-18 y SS-20, y despu¨¦s dirigi¨® la mayor f¨¢brica sovi¨¦tica de armas bal¨ªsticas, situada en Dnieproprietovsk. Ambos, cada uno a su manera, est¨¢n a favor de un acercamiento a Rusia, aunque no de un alineamiento con su pol¨ªtica actual. Lukachenko lo dice con el ardor del ne¨®fito que desear¨ªa acabar de un plumazo con la inflaci¨®n y frenar las privatizaciones generadoras de corrupci¨®n. El centrista Kutchma se expresa con mayor moderaci¨®n. Habla de restablecer el espacio econ¨®mico de la ex URSS, pero seg¨²n el modelo de la Uni¨®n Europea ("si la palabra uni¨®n os da miedo elegid otra", dice). Ucrania entrar¨¢ en la moribunda CEI para que ¨¦sta pueda servir de marco a dicha uni¨®n. Durante la campa?a electoral, los adversarios de Kutchma le acusaban de ser un idealista "que cree que los rusos le har¨¢n una rebaja en el petr¨®leo por su cara bonita" Pero el nuevo presidente no tiene previsto ir a Mosc¨² para mendigar. Su objetivo es convencer a los rusos de que necesitan el mercado ucranio para frenar la ca¨ªda de su producci¨®n y de que deben desembarazarse de esa mentalidad pueblerina que les empuja a buscar ventajas comerciales inmediatas. ?No vemos, insiste, c¨®mo se crean en todos los continentes agrupamientos regionales, incluso entre pa¨ªses que no se han desarrollado juntos como. los de la ex URSS? Sin embargo, esa uni¨®n no es una panacea y no se realizar¨¢ de un d¨ªa para el otro; Kutchma es el primero en reconocerlo. Mientras tanto, se dedica a convencer a los dirigentes de la econom¨ªa de que "primero hay que trabajar para el Estado, para el pa¨ªs, y despu¨¦s, cada uno para s¨ª".
Tal y como est¨¢n las cosas en Kiev, y todav¨ªa m¨¢s en Mosc¨², la eficacia de tal llamamiento parece dudosa. El famoso "n¨²cleo dirigente" ha aprendido en los ¨²ltimos tres a?os a hacer negocios por su cuenta, entre otras cosas fundando provechosos bancos que sirven tambi¨¦n para exportar capitales hacia para¨ªsos fiscales. En tomo a ese n¨²cleo se ha formado una capa de aut¨¦nticos ricos que se protege colaborando con la mafia y que lo ¨²nico que pide al Estado es que mantenga el statu quo. ?Es capaz de hacerlo? En Ucrania y Bielorrusia, la movilizaci¨®n del aparato estatal para apoyar a los candidatos salientes no ha dado ning¨²n resultado, ni siquiera recurriendo a una masiva propaganda radiotelevisiva. Esto es lo que ha provocado en Mosc¨² el s¨ªndrome del 10 de julio, pues es f¨¢cil pensar que tambi¨¦n en Rusia esas armas tendr¨¢n un efecto bumer¨¢n.
Tras la ca¨ªda de los dos visones en las rep¨²blicas hermanas, la perspectiva de futuro del tercero, Bor¨ªs Yeltsin, parece sombr¨ªa. Aunque ha sido agasajado en N¨¢poles por los miembros del G-7, en Rusia es contestado como nunca porque, para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n inmersa en la desesperaci¨®n, la causa de que el pa¨ªs est¨¦ en crisis es "el pecado original" de diciembre de 1991.
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"La URSS no deber¨ªa haber muerto de este modo", clama a diario Alexandr Solzhenitsin, poco sospechoso de tener nostalgia del pasado. Desde hace cinco semanas hace un periplo, de Vladivostok a Mosc¨², para conocer en qu¨¦ estado se encuentra. Rusia, y en cada pueblo o ciudad juzga negativamente los acuerdos de Bialowierza y la pol¨ªtica seguida desde entonces. Sin pronunciar el nombre de Yeltsin, le acusa de haber transformado, en una tarde de diciembre de 1991, a los 25 millones de rusos del "extranjero pr¨®ximo" en ap¨¢tridas. La prensa da cuenta puntual de sus imprecaciones, pero en el Kremlin nadie se presta voluntario para responderle. Para ,colmo, ha sido gracias a los votos de los diputados comunistas que la Duma ha aprobado una invitaci¨®n a Solzhenitsin para que pronuncie un gran discurso, en el mes de octubre, en el Parlamento! Es un signo de los tiempos, como tambi¨¦n lo es el que todo pol¨ªtico que se respete denuncie en Mosc¨² la corrupci¨®n, y los abusos, como hicieron Lukachenko en Bielorrusia y Kutchma en Ucrania.
Para atacar esos males, Yeltsin otorg¨® mediante decreto poderes ilimitados a las fuerzas de represi¨®n para atacar esos males, provocando la indignaci¨®n de dem¨®cratas y oposici¨®n. Antiguos disidentes como Sergu¨¦i Kovalev, consejero del presidente, han puesto el grito en el cielo diciendo que ni bajo Br¨¦znev se tomaban tales libertades con el derecho. Pero nadie cree que ese decreto liberticida pueda ser aplicado. El presidente se comporta como un monarca que no tiene en cuenta las votaciones del Parlamento ni la opini¨®n de la gente de su entorno, pero como no cuenta con un Ejecutivo nacional fiable ni eficaz trabaja en el aire. Para que pueda sobrevivir pol¨ªticamente, sus nomenklaturistas han propuesto retrasar dos a?os las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1996. Fue Vlad¨ªmir Chumeiko, presidente de la C¨¢mara alta y segunda personalidad del Estado, quien lanz¨® esta idea. Reconoce que es inconstitucional, pero piensa que ser¨¢ adoptada por los senadores y diputados porque a ellos tambi¨¦n les permite prolongar dos a?os su mandato. Este globo sonda, lanzado de acuerdo con el Kremlin, ha reanimado el debate y la prensa est¨¢ llena de art¨ªculos sobre el tema. Incluso as¨ª, parece dif¨ªcil que el proyecto pueda ponerse en marcha. Se parece demasiado a las maniobras dilatorias de Kravehuk en Ucrania, y ya se sabe cu¨¢les fueron sus resultados. Pero el hecho mismo de que en el Kremlin se consideren los plazos electorales como facultativos dice mucho sobre la naturaleza del r¨¦gimen ruso. Hasta el momento, en el extranjero se ha mantenido silencio sobre la tempestad provocada por la iniciativa de Chumeiko. Sin duda, para poder seguir obstin¨¢ndose en presentar a Yeltsin como el garante de la democracia en Rusia.
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