Se impuso la casta
?El toro de casta, a?oraba la afici¨®n? Pues sali¨® al fin, y pudo apreciarse que los toreros no pod¨ªan con ¨¦l. El toro de casta impon¨ªa su seriedad en el ruedo. No ya la seriedad de su presencia -que la ten¨ªan- sino de sus embestidas agresivas. Hab¨ªa embestidas que parec¨ªan el arrebato de un tigre de Bengala. Los toreros se pon¨ªan al hilo del pit¨®n mostrando oblicua la muleta para que el toro s¨®lo viese el pico y se marchara por la periferia... El toreo moderno, ya es sabido. Pero el toro (como la virgen) lo ve¨ªa todo, pegaba una arrancada terror¨ªfica cual si le hubiesen metido dinamita en el trasero, y el torero se quedaba perplejo, sin entender por donde hab¨ªa entrado y por donde salido aquella exhalaci¨®n.Hubo, no obstante, algunos pases de cierto tono (Norte), una faena con naturales largos (Higares), pero para eso hizo falta que a los toros correspondientes les claudicara la patita. El segundo se desplom¨® en las dobladas y ese ya era s¨ªntoma de que val¨ªa para el toreo moderno. Norte le di¨® un mont¨®n de derechazos progesivamente atemperados, una tanda de naturales en la que el toro se revolvi¨® presto, nueva sesi¨®n de derechazos con cierta enjundia y ce?imiento, rodillazos, manoletinas... El toreo a destajo, que llaman; y le vali¨® una oreja.
Cebada / Frascuelo, Norte, Higares
Toros de Cebada Gago, terciados con trap¨ªo y desarrolladas defensas, encastados. Frascuelo: estocada atravesada -aviso- y tres descabellos (aplausos y saludos); pinchazo, estocada ca¨ªda a paso banderillas y aviso mientras dobla el toro (algunos pitos). Julio Norte: estocada y rueda de peones (oreja); pinchazo, media trasera -aviso-, 10 descabellos y se tumba el toro (algunos pitos). ?scar Higares: estocada baja (dos orejas); estocada y rueda de peones (vuelta); sali¨® a hombros.Plaza de Colmenar, 31 de agosto. 5? corrida de feria. M¨¢s de media entrada.
El tercer toro estaba inv¨¢lido, acab¨® pastue?o, y se lo hubieran rifado las figuras. Le correspondi¨® a ?scar Higares, que no tiene semejante categor¨ªa (aunque podr¨ªa alcanzarla, si persevera en su af¨¢n) e hizo el toreo que le caracteriza: no dar pase por perdido, tirar del toro, embeberlo en el enga?o, rematar lejos y engancharlo de nuevo. La envergadura de ?scar Higares, sus largu¨ªsimos brazos y piernas, provocan que cuando procede seg¨²n qued¨® dicho y remata rumbo a Getafe estirando el cuerpo cuanto le da de s¨ª, la trayectoria del muletazo ocupa cuarto de redondel.
El muletazo es de seguro efecto, el ol¨¦ que lo corea dura tres o cuatro veces m¨¢s que los normales, y si bien determinados autores advierten cierto ventajismo del diestro al abusar de sus desmesurados miembros, lo que trae, gu¨ªa y desembarca en los aledaflos de Getafe, es un toro, y lo lleva encelado en su muleta. Le dieron dos orejas a ?scar Higares, que algunos aficionados protestaron por parecerles premio excesivo teniendo en cuenta la invalidez del toro, las desigualdades de la faena, lo bajita que dej¨® la estocada.
El sexto ya fue el toro largo, serio y encastado, que ve¨ªa la muleta y se lanzaba a su captura con la ferocidad del tigre. ?scar Higares tuvo problemas para capear aquel vendaval y lo atribu¨ªa la afici¨®n a su inexperiencia.
No es muy seguro que tal fuera la causa, pues Frascuelo, un diestro maduro, con clasicismo, oficio y pundonor, tampoco pudo con los encastados toros de su lote. En el primero a¨²n se justific¨®, mientras el cuarto, al que recibi¨® con una larga cambiada y unos torer¨ªsimos lances a la ver¨®nica, le trajo luego de cabeza. Un mal trago que era habitual cuando sal¨ªan encastados los toros. La lidia transcurr¨ªa entonces s¨®rdida o bella, seg¨²n catadura de las reses o maestr¨ªa de los diestros. Pero siempre emocionante, enjundiosa y amena, como esta inesperada e ins¨®lita corrida de la feria de Colmenar.
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