Un modesto patrimonio
El modesto patrimonio de don Carlos Conde Duque, 200 millones de pesetas acumulados en 10 a?os, debe servir como ejemplo preclaro a tanto tarambana como anda por ah¨ª sin un metro cuadrado donde caerse muerto. El ex director general de la Polic¨ªa, y hasta hoy delegado del Gobierno en Castilla y Le¨®n, considera que su patrimonio est¨¢ incluso por debajo de sus posibilidades reales. Quiz¨¢ si no hubiera tenido que dedicar tantas horas a servir a la comunidad dirigiendo a los guardias, si hubiera podido dedicarse exhaustivamente a su vocaci¨®n frustrada de "experto inmobiliario.", el se?or Conde Duque tendr¨ªa hoy un patrimonio menos modesto, menos "por debajo de sus posibilidades". Hombre de talento y perseverancia, el se?or Conde Duque lleva trabajando desde los 18 a?os y tiene "lo que tendr¨ªa un se?or cualquiera de mi condici¨®n y situaci¨®n".Le¨ªdas sus anteriores declaraciones y manifestaciones, convencido de la alta condici¨®n y situaci¨®n de don Carlos, no niego que me gustar¨ªa haberme cola do en la conversaci¨®n que hace unos d¨ªas mantuvieron el mencionado Conde y el bic¨¦falo ministro Belloch. Una conversaci¨®n en la que el ex director de la Polic¨ªa se mostraba dispuesto a explicarle a su antiguo jefe el origen de su patrimonio y las inteligentes maniobras que llev¨® a cabo para conseguirlo. Es m¨¢s, pienso que ser¨ªa de absoluta justicia reproducir ¨ªntegramente en la prensa el contenido de esa conversaci¨®n por su car¨¢cter did¨¢ctico, por su condici¨®n de lecci¨®n magistral, de la que millones de sus conciudadanos podr¨ªan extraer gran aprovechamiento. Creo, por ejemplo, que a nadie le vendr¨ªa mal saber c¨®mo se puede comprar un piso modesto en la zona de Rosales por un mill¨®n y medio de pesetas y c¨®mo se consigue que unas simp¨¢ticas monjitas le alquilen a uno un piso amplio, confortable y muy econ¨®mico, desde el que dedicarse, sin agobios por el pago de la renta mensual, a su afici¨®n favorita: la especulaci¨®n inmobiliaria. Don Carlos reconoce -nadie est¨¢ limpio de pecado- que con lo del piso monjil de renta limitada cometi¨® una peque?a irregularidad, pues la ley proh¨ªbe disfrutar de renta, limitada cuando se posee otra vivienda en propiedad. Pero ya se sabe que es del todo imposible hacerse con un modesto patrimonio de 200 millones sin recurrir a peque?as infracciones, irregularidades m¨ªnimas que nunca podr¨¢n desempe?ar "la condici¨®n y la situaci¨®n" de una persona como don Carlos, que desde su sill¨®n de director general de la Polic¨ªa estaba tan ocupado haciendo que los dem¨¢s cumplieran la ley que, a veces, se olvidaba de cumplirla ¨¦l.
Conde Duque, con sus pisos madrile?os, sus fincas en Villanueva del Pardillo, su chal¨¦ de Cambados un lugar inmejorable para vigilar personalmente los avatares del narcotr¨¢fico-, su apartamento de Chiclana y sus 50 hect¨¢reas de secano en C¨¢ceres, es un hombre ejemplar, un patriota que siempre realiz¨® sus inversiones dentro del territorio nacional, no como otros de sus colegas, que prefirieron adquirir apartamentos y posesiones en Miami en connivencia con avispados empresarios del ramo de las tragaperras. A Conde Duque nadie le va a quitar lo suyo, porque, como ¨¦l dice, todo lo que tiene es fruto de su larga vida de trabajo, fruto de las peque?as chapuzas inmobiliarias realizadas en el escaso tiempo libre que le dejaban sus altas responsabilidades como servidor de la cosa p¨²blica.
Que, tras una larga vida de esfuerzo y dedicaci¨®n, unos periodistas mindundis quieran sacarle los colores y emborronar su impecable hoja de servicios es una peque?a muestra de la libertad de la que gozan los profesionales de la comunicaci¨®n en una democracia forjada y tutelada por hombres como don Carlos, que renunci¨® a su brillante carrera de especulador y dedic¨® los mejores a?os de su vida profesional a servir al Estado desde los d¨ªas de la transici¨®n, primero como director general de Obras P¨²blicas, luego como delegado del Gobierno en el ¨¢rea metro politana de Madrid, m¨¢s tarde como responsable de la polic¨ªa y por fin como delegado gubernamental en Castilla y Le¨®n. Ingratos y envidiosos, estos periodistas liberados muerden la mano de sus benefactores, se toman el brazo y arremeten contra los modestos bienes que don Carlos ha ido acumulando para tener una vejez digna. Cu¨¢nto mejor les vendr¨ªa ocupar sus ratos libres en forjarse una modesta fortuna personal en el tablero del monopoly urban¨ªstico en vez de andar expurgando maldades en los archivos con cicateras investigaciones. No aprender¨¢n nunca. Para eso, para que aprendan, yo le pedir¨ªa a don Carlos que desde la cumbre de su "condici¨®n y situaci¨®n" dedicara los ¨²ltimos a?os de su vida activa a la docencia, para ense?ar a tanto ignorante la forma de hacerse con un modesto patrimonio de unos cientos de millones de pesetas, fruto de una vida de trabajo y dedicaci¨®n, sin emponzo?arse con fondos reservados, prebendas clandestinas o dineros negros.
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