"Me muero, Morocha, me muero"
"Me muero, Morocha, me muero. Que no se rompa la familia. Estad todos unidos". Con una hemorragia en el cuello, Carmen Carvallo Jueguen sent¨ªa que se le iba la vida y entrecortadamente trataba de transmitir el ¨²ltimo deseo a su hija ?ngeles, a la que todos llaman Morocha.Al lado, moribundo, yac¨ªa su esposo Manuel Baulo Trigo, de 62 a?os. S¨®lo unos minutos antes, ambos se dispon¨ªan a desayunar cuando tres individuos irrumpieron en la casa haci¨¦ndose pasar por polic¨ªas.
Como su marido, Carmen -que ahora se encuentra en estado grave y puede quedar parapl¨¦jica- tambi¨¦n se dio cuenta de que iban a por ellos y cay¨® desmayada antes de que disparasen.
Os Caneos eran una familia en casa y en los negocios. Baulo -que resid¨ªa en una vivienda ins¨®litamente sobria para alguien que se supone metido en las alturas del narcotr¨¢fico- nunca pareci¨® preocupado por alejar a sus nueve hijos de los turbios asuntos que se tra¨ªa entre manos.
Tres de ellos han sido detenidos en los ¨²ltimos a?os y uno, Daniel, a¨²n permanece en prisi¨®n. Carmen tampoco quer¨ªa quedarse al margen: en octubre de 1991 tuvo que declarar ante el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n, acusada de colaborar en el traslado de una tonelada de coca¨ªna desde Colombia a Espa?a.
M¨¢s que un padre, Baulo era un patriarca. En eso, Os Caneos se parecen much¨ªsimo a los Charlines, sus enemigos en esta historia: cada vez que hay una redada de la polic¨ªa caen padres, hijos, esposas y nueras.
Carmen Carvallo ya ven¨ªa de una familia acostumbrada a ese tipo de negocios. Su hermano Manuel fue uno de los primeros jefes del contrabando del tabaco en Galicia.
El pasado mi¨¦rcoles se dej¨® ver en el entierro de su cu?ado, el segundo al que asiste en pocos meses por el mismo motivo: su hijo Danielito tambi¨¦n cay¨® abatido en otro ajuste de cuentas.
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