Una nueva hornada discreta

El nivel de los premiados de este a?o se ha mantenido en una t¨®nica de discreta correcci¨®n, y al final de la noche de anuncio de galardones no hubo patadas ni abucheo como en la edici¨®n anterior. La velada de laureados discurri¨® como una funci¨®n normal de danza moderna, algo larga y con pocos saltos emocionales, corroborando que habr¨¢, dentro de unos a?os, nuevos core¨®grafos locales a los que referirse. Otra cosa es que este certamen est¨¢ agotado como f¨®rmula o que no guarde relaci¨®n directa con el estado de la danza contempor¨¢nea espa?ola.La obra del brasile?o afincado en Sevilla Fernando Lima es algo as¨ª como un fragmento de otra pieza m¨¢s larga, pues no hay una buena estructura ni baile alentador, y s¨ª un cierto lirismo doloroso y visceral, una poes¨ªa escatol¨®gica trufada de surrealismo que mueve a la risa: hay imaginaci¨®n, pero m¨¢s con la puesta en escena que con la danza.

Emilio Guti¨¦rrez (Barcelona, 1971) es un buen int¨¦rprete, adem¨¢s de demostrar sensibilidad y buen uso del sonido contempor¨¢neo. El solo inicial con que abre su obra fue de lo mejor en toda la noche, y su personaje, una especie de Peer Gynt que sufre el desplazamiento del grupo, es capaz de tansmitir ternura y un cierto mensaje de amor.

El primer galard¨®n fue para Mikel Aristegui (San Sebasti¨¢n, 1968), que ha desarrollado su formaci¨®n en la prestigiosa escuela de Essen, lo que se nota en la textura y ritmo del trabajo, un paso a dos convertido en tr¨ªo por la participaci¨®n del m¨²sico, esta vez como mimo. La pieza est¨¢ bien construida, muy alemana en su tristeza ambiental y sus logradas escenas de fuerte significado sexual. En Aristegui hay madera de core¨®grafo.

La noche la cerr¨® el brasile?o Bebeto Cidra con la ampliaci¨®n de la pieza ganadora en 1993.