Epitafio borroso
Este edificio residual, a punto de desaparecer arrasado por los bulldozer, es el Teatro del Fantasma. "Un fantasma recorre el mundo...", dec¨ªan las primeras l¨ªneas del Manifiesto de Marx y Engels,: se citan, y ya se sabe de qui¨¦n es el fantasma: el del comunismo. Es, por mor de la dramaturgia y la met¨¢fora, el fantasma de N¨¦stor, su fundador, macho de las dos mujeres, locas de este Chaillot, que sobreviven en las ruinas. Las ruinas del teatro, las ruinas del comunismo. Progresismo, dir¨ªa yo m¨¢s bien, oy¨¦ndolas hablar entre ellas en un lenguaje de t¨®picos caricaturales, imitaci¨®n pobre de la "jerga del partido" -evidentemente, c¨®mica hasta en su tiempo-, recuerdos de "la lucha", de la clandestinidad y hasta de la revoluci¨®n sovi¨¦tica. Es muy posible que los queridos progres de las viejas salas muertas o conquistadas, o de las c¨¢rceles y las persecuciones y los a?os de peregrinaje, no merezcan ya m¨¢s que una burla con toques de ternurismo: el que pierde, ya se sabe.El mundo moderno avanza; ellas se momifican. No las dos: mientras una envejece, la otra rejuvenece, y recupera su piel fresca y sus ¨ªmpetus (in¨²til decir que ¨¦ste es el papel de Nuria Espert): oscuro s¨ªmbolo de no s¨¦ qu¨¦, de un renacimiento, de una esperanza revolucionaria. Es la amante, no la esposa del macho creador, cuya muerte fue tambi¨¦n simb¨®lica: quiz¨¢ dej¨® escrito un texto an¨®nimo llamado El sitio de Leningrado, en el que hab¨ªa previsto ya el final de toda revoluci¨®n, de todo comunismo: el desencanto, la ca¨ªda. Un derrotismo, en su ¨¦poca. Y quiz¨¢ por eso le mataron al hacerle caer desde un telar. ?Los suyos? ?Los oficialistas, los carrillistas duros, los estalinistas: Carlos Sempr¨²n, Jim¨¦nez Losantos, Mu?oz Suay?
El cerco de Leningrado
De Jos¨¦ Sanch¨ªs Sinisterra.Int¨¦rpretes: Mar¨ªa Jes¨²s Vald¨¦s y Nuria Espert. M¨²sica de Jorge Valc¨¢rcel. Escenograf¨ªa y vestuario de Toni Cort¨¦s. Direcci¨®n: Omar Graso. Teatro Mar¨ªa Guerrero, 12 de octubre de 1994.
Todos los quiz¨¢s, todos los interrogantes, obedecen a que nada se sabe. Como es una obra cobarde, donde la dramaturgia est¨¢ hecha para oscurecer las cosas de antes y las de ahora; como estas locas de Chaillot o de la calle de Cadarso se dedican, sobre todo, a la comicidad y su di¨¢logo oscila entre la amnesia, el disparate y el chiste gordo, all¨ª no se entiende nada. All¨ª nadie dice nada de lo que pas¨® y pasa. El recurso es indigno. Y pienso yo que los progres, comunistas como estas dos pobres mujeres, o socialistas o ¨¢cratas, o simplemente rojas, podr¨ªan tener un epitafio mejor. La ternurilla, el lirismo entremetido entre el rid¨ªculo, no es bastante para estas fracasadas, hundidas, amantes solas, viudas de un solo hombre o de un solo ideal. Ni para el teatro, que se ve ah¨ª caer: que parece el miembro directo de la met¨¢fora. En un a?o he visto hundirse fisicamente tres teatros en escena: parece que es una obsesi¨®n. Otro miedo.
Obra larga
La obra larga, lenta, morosa, basada en el di¨¢logo de las dos primeras actrices espa?olas, que afortunadamente no est¨¢n en ruina, o que renacen de todos los incendios, de progresismos y de franquismos de su pasado, aburre y cansa. A m¨ª, personalmente, me irrita la falta de arranque, el miedo a decir las cosas: el exceso de, digamos, dramaturgismo -?por qu¨¦, cuando puedo, evito la palabra dramaturgia para referirme a los efectos teatrales acumulados, cuando es el arte propio del escritor dram¨¢tico?-, de golpes, de disfraces y ca?ones de guardarrop¨ªa, de ruidos y efectos, para sustituir a una claridad y a una limpieza. Aburre. Salvo que, pese a todo, Sanch¨ªs Sinisterra sigue siendo uno de los mejores escritores de teatro que hay en Espa?a; ha dado y dar¨¢ obras mejores. Un respeto.La salvan, hasta donde pueden, dos actrices a las que antes he llamado hist¨®ricas: una es Mar¨ªa Jes¨²s Vald¨¦s, primera actriz retirada por una boda con el m¨¦dico de Franco (Vipente Gil), en el teatro Espa?ol, junto a otra gran y bella primera actriz, Elena Salvador, retirada por el matrimonio con otro m¨¦dico, Puigvert. Dos glorias de aut¨¦ntica belleza y arte.
Grandes mujeres
Mar¨ªa Jes¨²s Vald¨¦s vuelve ahora: la trajeron ya Seoane y nuestro Jos¨¦ Luis Alonso, y ahora tiene el mejor papel de su regreso, y trae su escuela, su manera de decir. Y Nuria Espert, que tambi¨¦n trabaja a su manera, que pone el mayor grado de comicidad: es la que recibe m¨¢s atenci¨®n del dramatugista en cuesti¨®n de disfraces, agitaci¨®n y chistes; lo cual no la hace superior a Mar¨ªa Jes¨²s Vald¨¦s.A m¨ª me gusta verlas juntas en escena, haciendo teatro a la gran manera, a la del fantasma. Por ahora, y aqu¨ª, apenas sale otra.
Fue para ellas el ¨¦xito, el salto del espectador de la butaca a ponerse en pie, los gritos de bravo, las ovaciones: la ausencia del autor hizo m¨¢s evidente esta adhesi¨®n. Hay razones para felicitar a estas dos mujeres.
Babelia
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