Terror cotidiano
Retorno al hogar
De Harold Pinter (1965)
Int¨¦rpretes: Juanjo Men¨¦ndez, Patricia Adriani, Modesto Fern¨¢ndez, Eduardo Fern¨¢ndez, Juan Calot y Javier C¨¢mara. Escenografia y vestuario: Andrea d'Odorico. Iluminaci¨®n: Josep Solbes. Direcci¨®n: Mar¨ªa Ruiz. Festival de Oto?o. Sala Olimpia. Madrid. Hasta el 6 de noviembre.
Retorno al hogar: el doctor en filosof¨ªa, a su casa del feo Londres, del sucio, brutal, fracasado Londres de la baja comedia -digo por contraposici¨®n a la alta-; y su joven esposa, que llega con ¨¦l, regresa al mundo sexual, al mundo sudoroso, vulgar, promiscuo: terminar¨¢ en la prostituci¨®n en un piso del Soho, rechazando la vida coqueta, dulce, de madre amante y esposa de sabio en EE UU.En 1965, cuando Pinter estren¨® esta obra, despu¨¦s de otras m¨¢s bien aterradoras y deliberadamente sucias el teatro iba por ese camino de la crueldad, del humor para espeluznarse en la butaca y mirar al vecino de al lado pensando que pudiera ser uno de estos personajes espantosos y cotidianos.
El p¨²blico espa?ol, no muy preparado ahora para esta clase de juegos teatrales -lo estuvo: esta obra se estren¨® hace muchos a?os en versi¨®n de Luis Escobar; la de ahora no est¨¢ firmada-, se encuentra en la situaci¨®n que quiere el autor: no saber en qu¨¦ momento debe re¨ªrse, y no saber si su risa es nerviosa, avergonzada. Y cuando aplaude, al final, lo hace un poco sobrecogido.
Crueldad y humor
Esto parece una prueba del acierto de Mar¨ªa Ruiz, que lo ha dirigido en el medio tono y en el realismo, muy enterada de esa crueldad y de ese sentido del humor. Y de las muchas claves que la obra va dando, lo cual no siempre es frecuente en la obra de Pinter, que tambi¨¦n estuvo, antes, en la busca perdida del teatro abierto o de la obra a la que el espectador debe a?adir algo, o terminar en su mente. ?sta es cerrada; incluso el cierre del tiempo y de la casa del suburbio de los fracasados -con el peor fracaso de todos, que es el de la esperanza unida al del recuerdo-, pintada en escena por Andrea d'Odorico, hasta el punto de tener algo de un existencialismo que a¨²n lat¨ªa fuerte hace 30 a?os.Daba aqu¨ª esta clave del terror sexual y de la elecci¨®n de la degeneraci¨®n, y de la busca personal de la ca¨ªda: lo que la verdadera protagonista de la obra, Ruth (Patricia Adriani, muy justa en su papel), tiene que elegir es, de una parte, el campus cari?oso y amable de una universidad en EE UU, con sus hijitos y su marido y esta carnalidad directa del Soho.
En esta excelente tragedia cotidiana de Harold Pinter, la elecci¨®n es la del naturalismo y la adopci¨®n inevitable del sistema brit¨¢nico del understatement, del decir tremendo de las cosas en un tono coloquial: hasta que va creciendo y llega al paroxismo -verbal- del fin: ah¨ª est¨¢ Juanjo Men¨¦ndez dando una lecci¨®n de c¨®mo se interpreta un personaje complejo y neur¨®tico, y su lecci¨®n penetra toda la escena.
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