"Soy el catal¨¢n m¨¢s querido de Madrid"
Cuando levanta un vaso, invoca siempre a la madre que nos pari¨® a todos. Es el brindis favorito de Bigas Luna (Manresa, 1946), el hombre que, despreciando la eficacia de lo subliminar, abre con sus pel¨ªculas un surtido de apetitos. Salud, sexo y comida son tres t¨¦rminos para una trilog¨ªa de cine: Jam¨®n jam¨®n, Huevos de oro y, ahora, La teta y la luna, una historia felliniana y sentimental, c¨®mica y decidida sobre los xarnegos, axanetas, senyeras, castellers y beb¨¦s con barretina. Hay una maestra oronda apodada Caball¨¦, un pa amb tom¨¢quet que dice ?c¨®meme!, un combate Vichy Catal¨¢n versus Perrier y la ventosidad elevada a la categor¨ªa de arte.Pregunta. ?Conviene ir cenado a ver sus pel¨ªculas?
Respuesta. Para m¨ª es un ¨¦xito que salgas con hambre del cine. Quiero que mis pel¨ªculas generen ganas de comer, de viajar y de hacer el amor. Ganas, en definitiva, de vivir. Yo estoy enamorado de la vida, y sin sexo ni comida no hay continuidad.
P. ?Disfruta con la gastronom¨ªa madrile?a?
R. Much¨ªsimo. Lo malo es que siempre estoy a dieta. Empiezo con agua y verdurita y termino comiendo callos de media en media raci¨®n. El cocido es otro plato maravilloso. El hombre se termina pareciendo a lo que come. Analizando esos platos, entiendes a los madrile?os.
P. Llamarle a uno callo no es un piropo.
R. No me refiero al aspecto, sino, por ejemplo, a cierta dureza en la forma de expresarse, que igual est¨¢ en la comida. Veo los platos y veo a la gente. Las v¨ªsceras, por ejemplo. Comer gallinejas es s¨ªntoma de cultura, demuestra que se sabe aprovechar lo que otros tiran. Eso los americanos lo ignoran. Espa?a no ser¨ªa lo mismo si se comieran menos ajos.
P. Dicen que en su pel¨ªcula hay mucha teta y poca luna.
R. En el cine y en la vida, la luna es un s¨ªmbolo espiritual. Los otros dos grandes mundos ser¨ªan el animal y el intelectual. El concepto de luna y su existencia no da para m¨¢s. La teta cunde: es la alimentaci¨®n, la mujer y el erotismo.
P. Su relaci¨®n con Madrid, am¨¦n de lo gastron¨®mico, ?es buena?
R. Excelente. Siempre digo que soy el catal¨¢n m¨¢s querido de Madrid. Mi madre vivi¨® en Madrid mucho tiempo; ten¨ªa la boca tan grande que la llamaban el buz¨®n de Carretas. Durante un a?o entero, la habitaci¨®n 506 de este hotel [el Suecia] fue mi hogar, hasta el punto de que volv¨ªa a casa, y para llamar por tel¨¦fono marcaba el cero. Adoro los hoteles, incluso en Barcelona.
P. ?No le producen desarraigo?
R. En absoluto. Ser forastero es lo m¨¢s c¨®modo que hay, porque te queda tiempo para hacer m¨¢s cosas: compras, paseos, visitar exposiciones... Mi relaci¨®n con Madrid es muy l¨²dica. El tr¨¢fico ni lo noto.
P. En materia de nacionalismo no deja t¨ªtere con cabeza.
R. Me gusta ironizar; los nacionalistas no me interesan lo m¨¢s m¨ªnimo. Ha muerto mucha gente por culpa de patrias y banderas. A m¨ª lo que m¨¢s me interesa es la tierra, la gente. Montar¨ªa campa?as ib¨¦ricas para que muchos catalanes conocieran, por ejemplo, Extremadura, Como dice Eugenio Tr¨ªas, una de las grandes responsabilidades de los intelectuales en este fin de siglo es entender a otras etnias y saberlas querer.
P. ?Comprar¨¢ una manada de toros de Osborne?
R. Es una idea. De momento, tengo los huevos del toro de Jam¨®n jam¨®n en mi recibidor. Son los cojones de Espa?a.
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