Los espa?oles del 96
El grave rev¨¦s de la UEO ensombrece una mayor presencia en la Uni¨®n Europea, en el umbral de las grandes reformas comunitarias
La derrota de Enrique Bar¨®n para encabezar la Uni¨®n Europea Occidental (UEO), el "pilar europeo de Defensa", ha su puesto un grave rev¨¦s para la diplomacia espa?ola. Este fracaso se a?ade al mal sabor de boca que deja el empate -a 12 votos- del candidato a defensor del pueblo europeo, ?lvaro Gil-Robles, con el alem¨¢n Siegbert Alber: hasta diciembre no habr¨¢ decisi¨®n. Un examen de las elecciones en la Uni¨®n Europea (UE) a las que concurren candidatos espa?oles indica que resultan m¨¢s dificultosas cuando est¨¢n te?idas de pol¨ªtica gubernamental o de partido. Y que se cosechan m¨¢s ¨¦xitos cuando el factor personal es prioritario.El rev¨¦s de la UEO y el bloqueo temporal del Defensor ensombrecen, pero no deben ocultar una novedad importante: en las ¨²ltimas semanas ha aumentado la presencia espa?ola en las distintas instituciones e instancias comunitarias hasta un nivel desconocido, aunque siga siendo relativamente modesto. Es un fen¨®meno importante con vistas a influir en el dise?o de la Europa ampliada del siglo pr¨®ximo, en la que Espa?a pesar¨¢ menos econ¨®mica y demogr¨¢ficamente. Ese dise?o tiene su cita m¨¢s inmediata en la Conferencia Intergubernamental de 1996, que debe revisar el Tratado de la Uni¨®n Europea, firmado en Maastricht en 1992.
En las ¨²ltimas semanas se ha registrado, junto a un fracaso y un empate, un doble ¨¦xito. El catedr¨¢tico asturiano Gil Carlos Rodr¨ªguez-lglesias fue elegido presidente del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, con sede en Luxemburgo, en una apretada votaci¨®n frente al candidato italiano, Federico Mancini, quien ya hab¨ªa descontado p¨²blicamente su victoria. Iglesias es un jurista inclinado hacia un federalismo flexible que no desde?e la importancia de las realidades nacionales y el creciente papel de los ciudadanos. Gan¨® a pulso personal la elecci¨®n en la instituci¨®n m¨¢s antigua de la UE, bastante impermeable a las influencias pol¨ªticas de los Estados miembros. De ella depende el control jur¨ªdico de la aplicaci¨®n del derecho comunitario y, la elaboraci¨®n, de una l¨ªnea coherente de interpretaci¨®n de los tratados, algo esencial en estos momentos, en que la UE se ampl¨ªa hacia el Norte y el Este y se apresta a revisar sus textos fundamentales.
Frente a la instituci¨®n veterana est¨¢ el ¨®rgano benjam¨ªn del entramado comunitario, el Defensor del Pueblo, creado por el Tratado de la Uni¨®n. Las expectativas de ?lvaro Gil-Robles decaer¨¢n si el partido socialista, que lo patrocina, no logra llegar a un pacto con alg¨²n otro grupo, singularmente con el Partido Popular Europeo, como ha hecho en Espa?a para el mismo cargo en el ¨¢mbito interior.
De forma parecida a Rodr¨ªguez-Iglesias -es decir, apoy¨¢ndose principalmente en su ejecutoria personal-, el antiguo patr¨®n de las patronales espa?ola (CEOE) y europea (Unice), Carlos Ferrer Salat, se hizo recientemente con la presidencia del Comit¨¦ Econ¨®mico y Social (CES). Y adem¨¢s por goleada, al vencer a su directo rival, el holand¨¦s Phillippe Noordwal, por 149 votos contra seis (y cuatro abstenciones). El CES, de car¨¢cter consultivo, persigue "hacer o¨ªr la voz de los organismos intermedios de la sociedad civil en la construcci¨®n comunitaria", como reitera su nuevo titular. Y deber¨¢ hacerlo preceptivamente para la reforma de 1996.
Estas elecciones se suman a otra menos reciente a una instituci¨®n creada tambi¨¦n, como el Defensor del Pueblo, por el Tratado de la Uni¨®n: el Comit¨¦ de las Regiones, que ha incorporado formalmente a regiones y municipios a la Europa en construcci¨®n. Su vicepresidente, el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, acceder¨¢ a la presidencia en el segundo semestre de 1996, al concluir la primera parte del mandato actual. Ello ser¨¢ as¨ª en virtud de un acuerdo -fraguado por los necesarios equilibrios entre familias pol¨ªticas y entre regiones y municipios- con su actual titular, el republicano franc¨¦s Jacques Blanc.
El comit¨¦ ser¨¢ consultado para el dise?o de 1996. En su preparaci¨®n intervendr¨¢ un nutrido n¨²mero de espa?oles. La Conferencia Intergubernamental, cuyos primeros trabajos se concretar¨¢n en el segundo semestre de 1995, bajo presidencia de Espa?a, tendr¨¢ a un ciudadano de este pa¨ªs como presidente del grupo ad hoc, puesto para el que suena el secretario de Estado, Carlos Westendorp.
Fernando Mor¨¢n, en su calidad de presidente de la Comisi¨®n Institucional del Parlamento Europeo, influir¨¢ en la preparaci¨®n de la conferencia. Pero de forma indirecta: los redactores del preceptivo informe de la C¨¢mara ser4n seguramente el franc¨¦s Jean-Louis Bourlanges (PPE) y el escoc¨¦s David Martin (PSE); los miembros que el Parlamento aportar¨¢ al grupo de trabajo, el alem¨¢n Elmar Brok (PPE) y la francesa Elisabeth Guigou (PSE).
Marcelino Oreja, comisario de Asuntos Institucionales, expresamente encargado del horizonte 1996 en la comisi¨®n Santer, podr¨¢ constituir, con el presidente del grupo de trabajo, la fuerza de choque en esta empresa. Sus tareas: dibujar la Europa a una o varias velocidades, ampliada pero no diluida; reconsiderar los mecanismos obstruccionistas de la profundizaci¨®n por un solo Estado (el veto); reequilibrar las mayor¨ªas cualificadas en funci¨®n del peso real de los pa¨ªses; simplificar los esquemas jur¨ªdicos; dotar de mayor contenido democr¨¢tico a las instituciones y dar m¨¢s fluidez a sus relaciones mutuas.
El reparto de responsabilidades en la Comisi¨®n otorg¨® a Marcelino Oreja las competencias institucionales. Y a Manuel Mar¨ªn, s¨®lido candidato a renovar la vicepresidencia, dos ¨¢reas de preferente proyecci¨®n espa?ola (Mediterr¨¢neo, Am¨¦rica Latina), pero tambi¨¦n de incipiente inter¨¦s comunitario para completar la orientaci¨®n al este de la UE, en direcci¨®n sur. S¨®lidamente asentados el miembro del Tribunal de Cuentas, Antoni Castells, y los directores generales, del Parlamento, Carmen G¨®mez de Enterr¨ªa y Gregorio Garz¨®n, queda ahora pendiente, adem¨¢s de la elecci¨®n del defensor, la promoci¨®n de segundos cargos en la Comisi¨®n y el Consejo.
Para ello no es suficiente la calidad de los candidatos espa?oles. Se precisa una agresiva -y coordinada- estrategia gubernamental, al estilo de la que practican el. Foreign Office y el Quai d'Orsay. El fracaso de la UEO demuestra la insuficiencia de los m¨¦todos tradicionales de la diplomacia y la pol¨ªtica espa?olas. Y seguramente tambi¨¦n la menor cotizaci¨®n exterior del pa¨ªs a causa de los casos de corrupci¨®n del ¨¢rea gubernamental y de la estrategia de acoso y derribo intermitentemente esgrimida por la oposici¨®n. Pecados que otras diplomacias m¨¢s veteranas aprovechan sutil pero eficazmente.
E n los cargos de segundo nivel de la Comisi¨®n -pero de primer orden, pues un director general manda a veces tanto o m¨¢s que su comisario- se mantiene el director general de Pol¨ªtica Regional, Eneko Land¨¢buru, que absorbe adem¨¢s el Fondo de Cohesi¨®n. Y debe ocuparse la direcci¨®n general de Asuntos Sociales, de bandera espa?ola, pero pat¨¦ticamente vacante desde el tristemente episodio Segismundo Crespo, el funcionario que no sab¨ªa franc¨¦s (ni ingl¨¦s). Tres nombres suenan: Francisco Fern¨¢ndez F¨¢bregas (un centrista de prestigio hoy alto funcionario en el Consejo: de trasladarse, habr¨ªa que cubrir su actual puesto), Fernando Mansito (hoy director general adjunto de Agricultura y uno de lo s pioneros, pues form¨® parte del equipo de negociaci¨®n para la adhesi¨®n) y Santiago G¨®mez Reino (que encabeza la Oficina de Ayuda Humanitaria). Pero hay demasiadas instancias espa?olas que intervienen en el asunto, y los mensajes se entrecruzan.
La posible jubilaci¨®n del tercer alto funcionario espa?ol en la Comisi¨®n, el conservador Eduardo Pe?a Abizanda, hoy inspector general de servicios -un cargo directamente dependiente del presidente-, supondr¨¢ probablemente la p¨¦rdida de este cargo para los espa?oles, al tratarse de un puesto fuera de cuota y dada, la necesidad de abrir espacio administrativo a los pa¨ªses de la ampliaci¨®n n¨®rdica. As¨ª que habr¨¢ que buscar compensaciones por la v¨ªa de cargos de menor nivel. Algo que la voluntariosa diplomacia espa?ola tiene, por desgracia, poco ensayado, a diferencia de los otros grandes pa¨ªses.
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