Al M¨®stoles le toca la loter¨ªa
El Mosca cay¨® ante un rival que s¨®lo lanz¨® dos veces a puerta
Hay d¨ªas en que las matem¨¢ticas se dan de patadas con el f¨²tbol. El de ayer fue uno de ellos. La paup¨¦rrima estad¨ªstica delM¨®stoles, en la que figuran dos tiros a puerta en 90 minutos y uno de ellos desde el punto de penalti, no le quit¨® los dos puntos. Nunca lo hab¨ªan hecho peor esta temporada los de Escudero. Decir que su juego fue de patio de colegio es, sencillamente, insultar a muchos colegios.
El Moscard¨® hizo alguna cosa m¨¢s. Pero sin exagerar. Lleg¨® con mayor frecuencia arriba y trat¨® mejor el bal¨®n. Sin embargo, su m¨¢s agraciado talante lo esculpi¨® uno solo de sus jugadores: Movilla, el ¨²nico futbolista que en el c¨¦sped habl¨® de lo que ten¨ªa que hablar, de f¨²tbol. Es Movilla un jugador t¨¦cnico, r¨¢pido y vertical, lo que en ocasiones como la de ayer, con tanta vulgaridad alrededor, le convierte en capit¨¢n general. Su aspecto de futbolista antiguo, pues lleva unos enormes pantalones que apenas le descubren las rodillas, le hacen distinto incluso est¨¦ticamente. La cr¨®nica del partido en s¨ª tendr¨ªa la misma longitud que un telegrama: en el minuto 2, Movilla roza la escuadra con su disparo; en el 20, Carretero lanza floj¨ªsimo; en el 45, Juan Carlos chuta alto; en el 55, Movilla encuentra los guantes de Pozanco, y en el 68, Juan Carlos asusta al meta rival desde el centro del campo. Fin del telegrama.
Adem¨¢s, hubo un gol, por supuesto. Pero un gol de los de moviola y pol¨¦mica. Chut¨® mal un jugador del M¨®stoles y el bal¨®n se estrell¨® en Valc¨¢rcel. Ten¨ªa ¨¦ste el brazo pegado al cuerpo y la trayectoria de la pelota no se antojaba peligrosa. Pero el ¨¢rbitro se?al¨® penalti.
El partido, si alguna vez existi¨®, ech¨® el cierre con el zapatazo a la red de Blanco. El Moscard¨® pag¨®, y de qu¨¦ manera, lo mucho que a ratos le gust¨® el empate a cero. Y el M¨®stoles se encontr¨® con un premio que su rancio y espeso juego no merec¨ªa.
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