Guerra abierta en el mundo del golf
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"Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal no contempla la posibilidad de que le puedan prohibir jugar en ninguna parte". Es la respuesta oficial del golfista espa?ol, el quinto mejor del mundo en la actualidad, a una declaraci¨®n de guerra abierta que la PGA norteamericana, organizadora del circuito m¨¢s importante, hizo p¨²blica ayer: "Cualquier jugador que participe en el Circuito Mundial ser¨¢ suspendido por la PGA". Es un ¨®rdago a la grande para defender un sistema amenazado, miles de millones, patrocinadores y su propia subsistencia.
La pel¨ªcula se resumir¨ªa en una partida de p¨®quer desigual. En un lado de la mesa se sienta el australiano Grag Norman, uno de los golfistas m¨¢s populares del mundo, con una idea -un circuito mundial que re¨²na en seis torneos, uno de ellos en Espa?a, a los 30 mejores jugadores del mundo-, unos patrocinadores y una cadena de televisi¨®n -la Fox- dispuesta a dar cobertura mundial a la idea. En el otro lado del tapete, el norteamericano Timothy Finchem, director ejecutivo de la PGA, organizadora del circuito norteamericano -41 torneos- y portavoz de las esencias que hacen la ecuaci¨®n golf =circuitos establecidos, una identificaci¨®n que ponen en cuesti¨®n los mejores jugadores, quienes s¨®lo reconocen la autoridad mundial del Royal & Ancient brit¨¢nico y de la USGA norteamericana. La desigualdad: a Norman a¨²n le faltan jugadores para completar su c¨ªrculo, el ¨²nico dinero que puede apostar Finchem. De ah¨ª, la ¨²ltima jugada de esa partida, que se inici¨® hace un par de semanas: oliendo malas cartas y tratando de, amedrentar a los dubitativos Finchem ha echado su resto: o conmigo o la miseria.Ahora contin¨²a la partida. "Se trata de ver hasta donde llega el ¨®rdago o si es s¨®lo un farol", dice Sergio G¨®mez, representante de Olaz¨¢bal y uno de los hombres que est¨¢ trabajando para que se haga realidad la idea de un circuito mundial. "Pero es una jugada muy arriesgada: el circuito de la PGA se puede quedar sin los mejores jugadores. La idea del circuito mundial ha calado hondo entre los golfistas que ven como gran parte de los beneficios que proporcionan se van a las manos de unos patronos que no arriesgan. Los golfistas est¨¢n mirando el mundo del tenis, donde son los propios jugadores los organizadores. El apoyo al circuito mundial es un movimiento imparable, pero tampoco nos interesa un cisma".
A la luz de la situaci¨®n actual, no parece, sin embargo, que Finchem no haya medido los riesgos de su farol. La concreci¨®n de la idea de Norman no ha logrado un apoyo desmesurado. "La idea es genial y ganar¨ªan mucho los espectadores que podr¨ªan ver a los mejores enfrentarse directamente en bastantes torneos y no como hasta ahora, que s¨®lo se ven las caras en los cuatro grandes, pero la realizaci¨®n pr¨¢ctica no es la adecuada", cuentan desde el entorno de Severiano Ballesteros -el mejor jugador espa?ol de todos los tiempos est¨¢ en Sur¨¢frica-, quien lleva un par de a?os perge?ando la creaci¨®n de un circuito mundial. "Ser¨ªa como cambiar un jefe por otro a cambio de m¨¢s dinero por torneo jugado, pero el dinero no es lo ¨²nico que mueve a los golfistas", a?ade G¨®mez.
Se abre un periodo de negociaci¨®n entre los propios padres de un circuito mundial que el propio Olaz¨¢bal est¨¢ promocionando entre sus pares. "Hay que sentarse a hablar con Norman, y discutir y modificar su idea", dice G¨®mez. "Norman tendr¨¢ su compensaci¨®n como jefe dos o tres a?os y luego habr¨ªa que cambiar los estatutos y que el circuito mundial pase a ser de los propios jugadores". Ballesteros tambi¨¦n se sentar¨ªa en esa mesa: su idea de mundializaci¨®n pasa por un acuerdo con Norman.
La v¨ªa de ataque a Finchem pasa por sus propios problemas internos. "La estructura de la PGA ha llegado a su l¨ªmite y s¨®lo funciona con fuertes dosis de proteccionismo", dice G¨®mez. "Los jugadores no est¨¢n en n¨®mina de la PGA y no entienden que esta organizaci¨®n, que no es su empresa, les pueda obligar. a jugar un n¨²mero determinado de torneos al a?o".
La Comisi¨®n Federal de Comercio de Estados Unidos est¨¢ investigando ese hecho y busca formas de lograr demostrar que las reglas de inscripci¨®n en la PGA son una forma de proteccionismo, al arrogarse la PGA el derecho a prohibir jugar en torneos de la competencia a los jugadores inscritos en su circuito. Pero Finchem ya se ha adelantado a afirmar que la lucha legal, si se produjera, seria larga -cuatro o cinco a?os calcul¨® el ejecutivo- y que podr¨ªan terminar pidiendo una exenci¨®n ante el Congreso bas¨¢ndose en que el circuito est¨¢ organizado buscando el inter¨¦s del p¨²blico. "Esas reglas est¨¢n en el coraz¨®n de nuestra capacidad para vender ese producto", reflexiona Finchem.
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