El maquinista de la Corporaci¨®n
Arturo Roman¨ª, experto en 'ingeniena financiera' al servicio de Mario Conde
La biograf¨ªa de Arturo Roman¨ª (Zaragoza, 52 a?os) estaba jalonada de laureles: premio extraordinario en Derecho y como profesor mercantil por la Universidad de Zaragoza y n¨²mero uno de su promoci¨®n -la de 1969- como abogado del Estado, profesi¨®n de la que est¨¢ en excedencia. Se dedic¨® a la docencia durante muy pocos a?os para entrar de lleno en actividades empresariales hasta que le tent¨® la pol¨ªtica (fue militante de la extinta UCD y encabez¨® la candidatura de esta coalici¨®n por Zaragoza en 1982, en la que no consigui¨® acta).Durante los gobiernos de UCD ocup¨® altos cargos en la Administraci¨®n: director general del Patrimonio del Estado entre julio de 1977 y septiembre de 1980, con Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®nez como ministro de Hacienda. El propio Fern¨¢ndez Ord¨®?ez le hizo subsecretario de Justicia durante su estancia como ministro estando en ese puesto entre septiembre de 1980 y marzo de 1981, mes en que fue nombrado subsecretario de Hacienda, cargo que a6andon¨® en septiembre de ese a?o.
Despu¨¦s llegar¨ªa la conexi¨®n con Mario Conde, abogado de Estado con el ribete de n¨²mero uno como ¨¦l, con quien tuvo un flechazo inmediato cuando se conocieron durante la estancia de Roman¨ª como jefe de servicio de la Direcci¨®n General de lo Contencioso (entre septiembre de 1974 y julio de 1977).
Cuando Roman¨ª dej¨® la Administraci¨®n, Conde le rescat¨® para sus proyectos empresariales y entr¨® en el consejo de administraci¨®n de Antibi¨®ticos, lo que ser¨ªa el trampol¨ªn de Mario Conde a la fama, al oropel y a los miles de millones tras vender, la empresa al grupo italiano Montedison. Fue el primer pelotazo, el comienzo del descubrimiento de la denominada ingenier¨ªa financiera que a?os despu¨¦s caracterizar¨ªa al grupo nucleado entorno a Conde y de la que Roman¨ª se ha revelado como uno de los principales expertos.
La capacidad de Arturo Roman¨ª para trazar operaciones enrevesadas no pod¨ªa ser pasada por alto por Mario Conde. Le hizo su brazo derecho y, una vez instalado en Banesto, lo coloc¨® al frente del grupo industrial que m¨¢s tarde constituir¨ªa La Corporaci¨®n. Roman¨ª tuvo mucho que ver en las ventas de Petromed, La Uni¨®n y el F¨¦nix, el grupo cementero, entre otras operaciones, muchas de las que han formado parte de la querella y por las que el juez decret¨® su prisi¨®n incondicional anoche.
El ex vicepresidente de Banesto no aparenta, sin embargo, esa capacidad que le atribuyen. Tiene el aspecto de un hombre huidizo, espeso, poco amigo del di¨¢logo y al que le cuesta mirar de frente. Le gusta llevar tirantes y corbatas chillonas sobre camisas de cuello blanco, que durante una ¨¦poca le entusiasmaron. Tambi¨¦n le divierte tocar el piano y le apasiona el ciclismo. A ¨¦l se debe la creaci¨®n del equipociclista Banesto con el que Miguel Indur¨¢in ha ganado cuatro Tour. Mientras estuvo en el banco no se perdi¨® ninguna subida al Alpe d'Huez.
De su paso por la Administraci¨®n guard¨® buenas relaciones con algunos pol¨ªticos y altos cargos que todav¨ªa est¨¢n en activo. Eso le sirvi¨® para llamar a las puertas de alguno cuando llegaron los problemas a Banesto y la entidad financiera fue intervenida. Uno de ellos es Miguel Mart¨ªn, el actual subgobernador del Banco de Espa?a. Unos d¨ªas despu¨¦s de la intervenci¨®n, Roman¨ª invit¨® a cenar a su casa a Mart¨ªn. Esa cena ten¨ªa otro invitado, Mario Conde, que junto a su amigo pidi¨® explicaciones al subgobernador. La encerrona fue desvelada por Mart¨ªn, posteriormente, en el Parlamento.
Ha pasado casi un a?o desde entonces. Roman¨ª s¨®lo ha dado la cara cuando Conde la daba (ruedas de prensa y presentaci¨®n del libro El Sistema) o cuando le requiri¨® el Congreso de los Diputados 0, como estos dos ¨²ltimos d¨ªas, la Audiencia Nacional.
Desde que se present¨® la querella ha estado esperando la llamada recluido en su casa, tratando de fortalecer su esp¨ªritu y su cabeza, sanando su cuerpo, para las fat¨ªdicas horas ante el juez de Delitos Monetarios Manuel Garc¨ªa Castell¨®n. Los que le conocen mantienen que su car¨¢cter es muy d¨¦bil y que pod¨ªa cantar de plano para salvarse del amargo trago de la c¨¢rcel. Lo ¨²ltimo no lo ha conseguido. El juez sabr¨¢ si cant¨®.
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