Tel¨®n de fondo para los GAL
Los zarpazos de ETA y la resistencia de la polic¨ªa al cambio propiciaron la "guerra sucia"
"La situaci¨®n de hoy no se parece en nada a la de hace 10 o 12 a?os". Esta frase justificativa u otras muy parecidas se repiten estos d¨ªas, al hilo de la volc¨¢nica actualidad desatada por la resurreci¨®n de la investigaci¨®n sobre los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n). Polic¨ªas y ex altos cargos de Interior pasan de puntillas por la cuesti¨®n, aunque sutilmente intentan explicarla recordando el pasado.El golpe de Estado del 23-F de 1981, los zarpazos de ETA, la crispaci¨®n militar, las acciones de grupos ultras, la resistencia de la polic¨ªa a adaptarse al cambio socialista, la inseguridad causada por la excarcelaci¨®n masiva de presos comunes... Ese fue el tel¨®n de fondo del nacimiento de los GAL en 1983. "Cuando yo dej¨¦ el cargo, no recib¨ªa ni una llamada por la noche. Al llegar al ministerio, era frecuente que me llamaran siete u ocho veces", recuerda Rafael Vera, ex secretario de Estado para la Seguridad.
Jos¨¦ Barrionuevo lleg¨® al Ministerio del Interior 20 meses despu¨¦s del asalto al Congreso del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero. Poco antes, un pu?ado de polic¨ªas de Madrid hab¨ªan sido procesados por la muerte del etarra Joseba Arregui por presuntas torturas mientras estaba detenido. Con ETA, los Comandos Aut¨®nomos y los GRAPO en plena ofensiva, la c¨²pula policial estaba copada por funcionarios de la extinta Brigada Pol¨ªtico Social franquista. En el Ej¨¦rcito era m¨¢s que latente el esp¨ªritu antidemocr¨¢tico.
Barrionuevo y su director general de Seguridad, Rafael Vera, no podr¨¢n olvidar su primera visita al Pa¨ªs Vasco: hab¨ªa cuarteles de la Guardia Civil rodeados de sacos terreros y los agentes patrullaban en formaci¨®n militar en unos destartalados Renault 4. Pronto tuvieron que asistir a su primer entierro de un agente asesinado por ETA, en medio de una enorme crispaci¨®n social, salpicada de insultos de familiares de las v¨ªctimas y de elementos ultras.
Las fuerzas policiales del Pa¨ªs Vasco actuaban en los primeros momentos de la transici¨®n al margen de las directrices del Gobierno de Madrid. Ah¨ª est¨¢n episodios como el vand¨¢lico asalto de toda una compa?¨ªa de antidisturbios de la Polic¨ªa Armada a Renter¨ªa (Guip¨²zcoa), donde produjo el 13 de julio de 1978 todo tipo de desmanes, m¨¢s propios de una fuerza ocupante. El gobernador civil ucedista, Antonio Oyarz¨¢bal, reconoci¨® que los polic¨ªas no hab¨ªan actuado bajo sus ¨®rdenes y que no pod¨ªa controlarles.
Nada m¨¢s llegar a Interior, Barrionuevo y Vera marginaron a Manuel Ballesteros, le relevaron como responsable de la lucha antiterrorista y le sustituyeron por Jes¨²s Mart¨ªnez Torres, pese a que hab¨ªa sido acusado de represor por los grupos antifranquistas.
A comienzo de los 80 no hab¨ªa demasiado donde escoger: la inmensa mayor¨ªa de los polic¨ªas hab¨ªan comulgado con la dictadura. S¨®lo una minor¨ªa manten¨ªa una ideolog¨ªa democr¨¢tica, pero "no estaba dispuesta a contaminarse con la lucha contra el terrorismo", asegura un ex alto cargo de Interior. Esos eran los mimbres con los que el reci¨¦n llegado Gobierno socialista ten¨ªa que enfrentarse a ETA.
Par¨ªs no s¨®lo no colaboraba en la lucha contra el santuario etarra asentado en Francia, sino que volv¨ªa la cabeza cuando los empresarios espa?oles cruzaban los Pirineos y pagaban el impuesto revolucionario ante la mirada indiferente de los gendarmes, seg¨²n dicen ahora, quiz¨¢ exageradamente, fuentes policiales.
Con este tel¨®n de fondo, ETA pol¨ªtico-militar secuestra en 1983 a Alberto Mart¨ªn Barrios, un capit¨¢n de Farmacia al que ETA acusaba de ser en realidad un agente de informaci¨®n encubierto. El 13 de octubre, el inspector Jes¨²s Alfredo Guti¨¦rrez Arguelles, el capit¨¢n de los GEO Javier L¨®pez Bayeu, y los geos Jos¨¦ Mar¨ªa Rubo Garc¨ªa y Sebasti¨¢n Sotos Garc¨ªa son detenidos en Francia mientras intentaban secuestrar al presunto etarra Jos¨¦ Mar¨ªa Larretxea Go?i.
Le confundieron con el dirigente de ETA p-mJos¨¦ Antonio Mugika Arregui, al que pretend¨ªan interrogar sobre el paradero de Mart¨ªn Barrios (asesinado poco despu¨¦s).
El comisario Francisco ?lvarez, hoy encarcelado por el juez Baltasar Garz¨®n por su supuesta relaci¨®n con los GAL, consigui¨® de las autoridades francesas que dejaran en libertad a su amigo y compa?ero Guti¨¦rrez Arguelles y a los tres geos. Para ello, jur¨® "por su honor" que los cuatro agentes regresar¨ªan a Francia para ser juzgados. Jam¨¢s cumpli¨® tal promesa: Guti¨¦rrez Arguelles y los geos hicieron un corte de mangas a la justicia.
Encarcelados
?lvarez, que reconoci¨® su relaci¨®n con el intento de secuestro de Larretxea, neg¨® que el subcomisario Jos¨¦ Amedo hubiera participado en aquella operaci¨®n ilegal. El sumario de este asunto, tramitado por Garz¨®n, qued¨® archivado en 1990 porque "este hecho, por s¨ª solo, no puede ser consideradocomo terrorismo".El 4 de diciembre de 1993 -apenas dos meses despu¨¦s del caso Larretxea- se produce el secuestro, en Hendaya, de Segundo Marey, confundido tambi¨¦n con el etarra Mugika Arregui. Marey permaneci¨® 10 d¨ªas retenido en Espa?a, posiblemente en Cantabria. Ahora, 11 a?os despu¨¦s, Garz¨®n ha desempolvado este asunto, que se ha saldado con el encarcelamiento del entonces 'gobernador civil de Vizcaya, Juli¨¢n Sancrist¨®bal, el comisario Francisco ?lvarez y varios compa?eros.
Ex altos cargos de Interior niegan que el Gobierno est¨¦ tras el nacimiento de los GAL y su guerra sucia. Pero recalcan que Francia empez¨® a colaborar en la lucha contra ETA en 1984, concediendo las primeras extradiciones.
Los GAL dejaron de actuar en 1985 y tampoco parece casual que polic¨ªas y guardias civiles espa?oles empezaran, a partir de 1986, a entrar legalmente en. Francia para realizar investigaciones sobre ETA. Nadie de Interior quiere confirmar la interrelaci¨®n entre ambas cosas, aunque el simple hecho de sugerirla es bien elocuente.
Polic¨ªas y mandos pol¨ªticos vinculados a la lucha antiterrorista coinciden en que "no ha habido un solo GAL, sino varios". Hay alguno que, incluso, asegura que hubo cuatro GAL diferentes, dando a entender que estas siglas sirvieron de paraguas para tapar a diversos grupos de polic¨ªas, guardias civiles, militares e incontrolados.
A estas alturas, existe la casi absoluta certeza de que todos los comandos de los GAL actuaban bajo una direcci¨®n ¨²nica y con un mismo objetivo: combatir a, ETA con sus mismas armas y en su mismo terreno, bajo la maquiav¨¦lica premisa de que el fin justifica los medios.
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