La jaula de la plaza del Dos de Mayo
Era una bonita ma?ana a principios del oto?o y decid¨ª darme un paseo y bajar a mi querida plaza del Dos de Mayo, coraz¨®n de nuestro barrio y punto de encuentro de sus vecinos.Esperaba que, con suerte, ya hubiesen acabado las obras que no hab¨ªan dejado de molestar durante todo el verano, levantando una y otra vez las aceras y el asfalto de la plaza y aleda?os. Que si no eran para el gas natural, eran para las tuber¨ªas del agua, los cables de Telef¨®nica o qui¨¦n sabe qu¨¦ otra parafernalia escondida en el suelo. Incordiando, pero no impidiendo que la. plaza siguiese funcionando como patio de recreo para los ni?os y losperros, y como escenario de la vida social de los viejos y j¨®venes, y los no tan viejos y j¨®venes, que diariamente la pueblan
Bajaba aquella bonita ma?ana por la calle de Ruiz cuando, a medida que iba avanzando, me pareci¨® detectar. algo extra?o en el horizonte. No daba cr¨¦dito a lo que ve¨ªa y me frot¨¦ los ojos. Pero, no era un sue?o: la plaza casi entera hab¨ªa sido vallada con grandes verjas de acero nuevo y brillante. Dentro de esa jaula inmensa no hab¨ªa nada ni nadie que explicase lo que estaba pasando.Pens¨¦ que, tal vez por la noche, militares golpistas hab¨ªan tomado el poder y preparado ese campo de concentraci¨®n para confinar, al estilo chileno, a los librepensadores, izquierdistas y otros indeseables en su concepto de la sociedad ideal. Bordeando la verja llegu¨¦ hasta la calle de Ruiz,donde tropec¨¦ con otra jaula repleta de materiales de construcci¨®n y un uniformado vigilante que, ante mis preguntas, s¨®lo acert¨® a responder: "Obras".
Al cabo de varios d¨ªas, de repente, la gente se encontr¨® con un letrero grande levantado en un rinc¨®n del armatoste anunciando obras de remodelac¨ª¨®n de la plaza con una duraci¨®n de aproximadamente 16 meses.
?Diecis¨¦is meses!.
En mi inocencia pens¨¦ que, debido a mi ausencia estival, me hab¨ªa perdido todo el proceso que precede a una intervenci¨®n de tal envergadura en el corazon de nuestro hist¨®rico barrio. Supuse que cualquier Ayuntamiento democr¨¢tico se habr¨ªa molestado en conocer la opini¨®n de los vecinos y usuarios de la futura plaza remodelada, llegando al mejor proyecto para todos mediante encuestas y sesiones participativas. Pero, curiosamente, no consegu¨ª dar con nadie que hubiese tomado parte en tales procedimientos. Mas a¨²n ahora, unos meses mas tarde los vecinos todav¨ªa no saben c¨®mo van a reformar su plaza.Hace unos d¨ªas, paseando en una tarde oto?al alrededor de la plaza enjaulada, donde ya se iban amontonando las basuras entre los escombros del mobiliario urbano brutalmente arrancado, me encontr¨¦ con varios furgones policiales, en los que hab¨ªan llegado m¨¢s de una docena de integrantes de las fuerzas antidisturbios. Con su indumentaria de guerra callejera, porra en mano y caras de pocos amigos, andaban buscando camellos y otros malhechores que, l¨®gicamente, en vista de tal demostraci¨®n de poder, ya hab¨ªan escogido otros lugares del barrio para merodear. En consecuencia, esa presencia intimidatoria s¨®lo afectaba a unos pocos vecinos y ni?os que a esas horas deambulaban por la plaza. Ya s¨®lo faltaba instalar la vigilancia electr¨®nica con c¨¢maras de v¨ªdeo, que tanto impresion¨® a nuestro alcalde en su reciente excursi¨®n al extranjero.Ahora me doy cuenta de la ingenuidad de mi fantas¨ªa sobre un golpe militar. ?Contra qu¨¦ democracia se iban a levantar tales golpistas?- -
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